Con el aumento sostenido del valor del dólar en Colombia, la industria floricultora se ha recuperado de los difíciles tiempos pasados, en los que los acuerdos de reestructuración y las liquidaciones de las empresas eran un tema bastante frecuente.
Hoy en día, a pesar de las difíciles condiciones climáticas y de la competencia de países que se han vuelto fuertes en el sector, como Ecuador, la industria floricultora colombiana recupera el terreno perdido y empieza a plantearse la expansión de sus mercados.
El sector de las flores representa cerca del 7% de la producción agroindustrial del país. Los ingresos anuales que genera por exportaciones son de más de 1400 millones de dólares, lo que convierte a Colombia en el segundo exportador mundial de flores cortadas, es decir, un jugador comercial en el que clientes de todo el mundo han depositado su confianza.
El sector floricultor colombiano ha logrado reconocimiento internacional y es ejemplo para el resto de la industria agrícola del país por, básicamente, una razón: la innovación.
La aplicación de la ciencia y la tecnología hace florecer las industrias y optimizar los procesos. Es notable que en un país que no se ha caracterizado nunca por la sofisticación de su producción, la floricultura haya desarrollado modelos envidiables de gestión de recursos para la sostenibilidad y el aumento de la productividad. Ejemplo de esto es el crecimiento de la producción sin el correlativo aumento en hectáreas sembradas y sin disminución de la calidad. Así mismo, el reciclaje del plástico de los invernaderos y la creación con este material de nuevas herramientas útiles para la labor, como las mangueras para el goteo, significa un buen avance en términos de sostenibilidad. Las formas de transporte seguro, embalaje eficiente, predictibilidad de las condiciones atmosféricas (que permite reaccionar anticipadamente a las heladas o las temporadas de sequía) y la superación de las estrictas regulaciones fitosanitarias, son otras muestras de innovación aplicada a la floricultura.
En pocas palabras, el éxito de la floricultura colombiana descansa en el consabido concepto del know-how.
Esperemos que todo este conocimiento sea exitosamente aplicado para el fortalecimiento y expansión del mercado. Si, como algunos pronostican, la industria de las flores colombianas logra insertarse en mercados tan apetecibles como la China, Corea y otras economías en franco crecimiento, es previsible un aumento en la creación de empleos y una mucho mayor representatividad de esta industria en la economía nacional. Semejantes proyecciones y un dólar que promete estabilidad nos hacen decir sin temor que somos optimistas frente al futuro.