Por: Guillermo Cruz
Especialista Patología Vegetal
Gerente de Mercadeo
Avgust Colombia SAS

 

Composición biológica del suelo

Los componentes de la vida libre de la biota del suelo son las bacterias, hongos, algas, fauna y virus únicamente sobre células vivas, entre otros. Dentro de las múltiples funciones de estos organismos están la formación del suelo, el crecimiento vegetal y el ciclo del carbono.

La comprensión de las interacciones complejas entre la biota del suelo y el carbono orgánico es de vital importancia para entender la estabilidad del ecosistema y la agricultura sostenible.

La materia orgánica del suelo es el almacén de energía y nutrientes utilizados por las plantas y otros organismos. Las bacterias, hongos y otros organismos “excavadores” transforman y liberan nutrientes de la materia orgánica cuyo componente fundamental es el humus, que tiene una fracción activa que determina la porción disponible para los organismos del suelo.

Los organismos más comúnmente presentes en el suelo cumplen funciones diferenciales y acorde con su naturaleza, como es el caso de las bacterias, las cuales tienden a utilizar las fracciones más simples como son los exudados radiculares y los residuos vegetales frescos, mientras que los hongos tienden a utilizar compuestos complejos como son residuos fibrosos, la madera y el humus.

Todas las prácticas culturales y de manejo agrícola que incluyan cualquier tipo de movimiento de sustrato del suelo, incrementan la actividad de las bacterias, algunos hongos y otros microorganismos descomponedores de la materia orgánica fresca; por consiguiente, se ocasiona una disminución de la fracción activa de la biomasa.

Dentro de las prácticas que aumentan la materia orgánica del suelo están la reducción de la mecanización y las adiciones regulares y -sobre todo- fraccionadas de materia orgánica. Estas aumentan la fracción activa de la biomasa mucho antes de que pueda detectarse un aumento en el contenido de materia orgánica total presente y activa.

Todos los procesos de degradación biológica, metabólica y medioambiental en el sustrato se suceden a diferentes niveles de trofismo y componen la Red Alimentaria del Suelo.

Las actividades realizadas por los microorganismos, por las plantas y el bitopo suelo son esenciales para los organismos superiores. Las interacciones entre los diferentes organismos del suelo determinan la estructura de la cadena alimenticia y la dirección y tasas de flujo a través de este sistema.

En términos de flujo de energía en la cadena trófica, los macroorganismos (macro y mesofauna) desarrollan principalmente funciones detritívoras y los microorganismos son los principales responsables por la mineralización de los nutrientes. Aproximadamente el 90% de los nutrientes quedan disponibles en la solución del suelo.

Niveles tróficos en la red alimentaria del suelo

Primer nivel – Se encuentran los organismos que realizan la fotosíntesis para generar hidratos de carbono como fuente de energía. Las plantas, en específico la clorofila, forman parte de éste primer nivel.

Segundo nivel – Patógenos, parásitos, consumidores de raíces, organismos descomponedores de materia orgánica y mutualistas forman este nivel trófico.

Tercer nivel – Trituradores, predadores y animales herbívoros entran en la cadena. Se alimentan de la biomasa generada por los niveles anteriores.

Cuarto nivel – Conforme avanza la cadena alimenticia, existen predadores de más alto nivel que se alimentan de los organismos anteriores para consumir la energía acumulada en ellos. Por lo mismo, mientras más consumidores haya, menos energía habrá por obtener.

La cadena trófica es la es la relación más grande y directa que se establece entre el suelo, la vegetación y los seres vivos del planeta. Los seres vivos dependen unos de otros.

Los organismos presentes en el suelo son un reflejo de su fuente de alimentación y la complejidad de la red alimentaria depende del número y tipo de especies diferentes en el suelo, las cuales pueden ser de carácter funcional como es el caso de los macro-organismos o de transferencia de energía como son los micro-organismos.

Los ecosistemas complejos tienen más grupos funcionales y más transferencias de energía que los sencillos. El número de grupos funcionales que reciclan la energía del suelo antes de que se pierda, es diferente y característico de cada ecosistema.

Los beneficios que trae consigo la complejidad del suelo se ven reflejados, entre otros, en la eliminación de las enfermedades, ya que va a haber más organismos que pueden competir con organismos causantes de enfermedades por procesos biológicos tales como competencia por comida, alimentándose de ellos, generando metabolitos que son tóxicos o inhiben a los patógenos.

Dada esta naturaleza y comportamiento biológico correspondiente a cada uno de estos organismos componentes del suelo, es que forman los grupos de hongos y bacterias. Específicamente hablando de ellos, algunos de los que ofrecen favorabilidad fisiológica al cerebro de la planta, que son las raíces, les proporcionan mejores condición de defensa frente a las enfermedades, así como frente a los grupos de hongos y baterías que se establecen en las plantas ocasionando daños fisiológicos irreversibles en el tejido vegetal y en afección fisiológica  a la planta y en general a los cultivos. Estos organismos deben ser tratados correspondiente mente para evitar al máximo el daño a las estructuras de las plantas.

Un importante papel del suelo es purificar el agua. Una red compleja incluye microorganismos que degradan una variedad de contaminantes en un amplio rango de condiciones ambientales.

Es por esto que, con respecto a la biología del sustrato del suelo, podemos concluir que a mayor complejidad biológica en su composición existe una mayor biodiversidad, y de la misma forma, una mayor funcionalidad, y mayores posibilidades de bioremediación y biodegradación en el sustrato, lo que redunda en beneficios de favorabilidad fisiológica a las raíces y, por consiguiente, a la planta.