Por: Daniel D. Rosa
PhD en patología de plantas
Universidade Estadual de São Paulo – Brasil
Resistant Management Operational Brazil Leader
Research and Development Brazil
Syngenta Brazil

 

Desde el inicio de la agricultura moderna los agricultores de todo el mundo enfrentan diversos desafíos para obtener mayor productividad y calidad. Además, deben esforzarse en encontrar soluciones a las diversas situaciones que diariamente afectan las producciones agrícolas y entre las cuales se destacan problemas fitosanitarios como las plagas, las enfermedades y las malezas.

En las ultimas décadas hemos tenido grandes avances tecnológicos en el control fitosanitario de los cultivos. Esto se debe tanto a la evolución en la comprensión de la biología de las plagas, patógenos y malezas, como a la obtención de productos para la protección de cultivos que controlan estos organismos de manera más efectiva, actuando en sitios específicos y generando un menor impacto sobre el medio ambiente. Esto sumado a los avances tecnológicos en otras áreas de la agricultura ha hecho que se alcancen niveles de productividad y calidad nunca antes vistos en la historia de la humanidad.

El cambio de productos de amplio espectro hacia la utilización de productos específicos trajo diversos beneficios para todo el sector agrícola, incluyendo los cultivos ornamentales. A su vez, sin embargo, trajo consigo una nueva realidad: el desarrollo de poblaciones resistentes a los modos de acción conocidos para el control de plagas y enfemedades, siendo este fenómeno más claramente evidenciado para el caso de los fungicidas (figura 1).

Dentro de los diversos desafíos que enfrentan los agricultores, la incidencia de enfermedades es una de las principales limitantes y dentro de ellas, podemos nombrar a los hongos como los principales actores de este escenario.

Una consecuencia de la evolución de la resistencia es el aumento del número de aplicaciones, debido a la reducción de la eficacia de los productos químicos. Este uso intensivo de productos para la protección de cultivos favorece todavía más la evolución de la resistencia. Mas allá de esto, se provocan problemas como el desequilibrio biológico debido a la eliminación de enemigos naturales, contaminación ambiental, riesgo de intoxicación crónica, contaminación de alimentos y aumentos importantes en los costos de producción.

Se han escrito innumerables artículos alrededor del mundo sobre la aparición de resistencia en los cultivos, entre los cuales podemos citar el caso de resistencia para un importante grupo de fungicidas, las estrobirulinas. Las estrobirulinas fueron ampliamente utilizadas en el mundo desde finales de la década de los 90’s. Más o menos en los inicios del año 2000, variados informes comenzaron a mostrar disminución en la sensibilidad de patógenos como Pyricularia oryzae en el cultivo de arroz, en los cuales los fungicidas a base de estrobirulinas solían ser altamente efectivos. Debido a su uso continuo y poco consciente apareció la resistencia y, prácticamente en todas las regiones productoras de arroz del mundo, los fungicidas a base de estrobirulinas perdieron su eficacia, lo que significó la perdida de herramientas importantes para el control de esta enfermedad a nivel mundial. Ante este escenario desafiante, es necesario desarrollar nuevas estrategias de manejo que garanticen cultivos con altos niveles de productividad y calidad.

Figura 1 – Visión general de los modos de acción de los fungicidas.  Modificado de Latin, R. 2011. A Pratical Guide ro Turfgrass Fungicide.

Estrategia Anti-resistencia

La presencia de individuos o poblaciones naturalmente resistentes en el medio ambiente es algo natural, esperado por la selección natural, pero la utilización de productos específicos para el control de esos organismos, como es el caso de los fungicidas sitio específicos, genera una presión que acelera este proceso de selección de individuos resistentes, lo cual significa un aumento del desafío del manejo de resistencia si se tiene en cuenta el concepto de sostenibilidad del negocio agrícola.

Apuntando a vencer estos desafíos frente a las enfermedades, diversas estrategias están siendo adoptadas por los agricultores y por toda la cadena de producción agrícola.

En los últimos años diferentes investigaciones vienen aportando estrategias, vigilando o controlando la problemática de la resistencia. Dentro de estas estrategias el punto más fuerte es la necesidad de que cada cultivo adopte un programa efectivo para combatir la resistencia, pues la selección de las poblaciones con esta característica comienza dentro del cultivo.

En los cultivos, las estrategias que hacen referencia a las buenas prácticas agrícolas de manejo deben ser adoptadas. Es importante tener en cuenta el momento para el uso del fungicida puesto que la aplicación en un momento inadecuado, por ejemplo, después de que el hongo ha comenzado a esporular, o una cobertura inadecuada, puede resultar en un nivel no aceptable de control del patógeno y por tanto puede conllevar a la repetición de la aplicación, lo que resulta en la exposición de muchas estructuras del hongo al fungicida. Un segundo punto importante es el respeto por el uso correcto de las dosis de los fungicidas. Por un lado, el uso de dosis inadecuadas (insuficientes) puede llevar a un control inadecuado, lo que genera la necesidad de aumentar la frecuencia de aplicaciones de los fungicidas y expone muchos individuos por un tiempo mayor al fungicida. Por otro lado, la aplicación excesiva de fungicidas cuando no se necesitan también puede aumentar los riesgos de resistencia, principalmente cuando se realizan aplicaciones sucesivas en un corto plazo.

Otras prácticas que pueden resultar en el uso inadecuado de fungicidas son la utilización de variedades altamente sensibles al desarrollo del patógeno, la fertilización deficiente o en exceso, el riego excesivo y los cultivos continuos sin rotación.

Una de las principales estrategias anti-resistencia está relacionada con la rotación de modos y mecanismos de acción de los productos para la protección de cultivos. La mayor premisa es que no se debe aplicar el mismo modo de acción más de dos veces consecutivas, estrategia que busca disminuir la presión de selección sobre los organismos. Un punto importante es la utilización de productos que contengan dos grupos químicos que se complementen en modo y mecanismo de acción para garantizar la complementariedad y sinergismo de sus ingredientes activos, toda vez que existen mezclas que no son tan favorables en términos de sensibilidad. Otra práctica recomendada es realizar el monitoreo de la enfermedad. Sin embargo, en patógenos muy agresivos es necesario considerar las condiciones ambientales puesto que el hecho de que no se presenten síntomas no significa que no haya enfermedad. La utilización de productos para la protección de cultivos debe ser vista como una estrategia más dentro de todo el esquema de manejo integrado de plagas y enfermedades, y teniendo en cuenta las características físico químicas y el estado fonológico de las plantas. Todo lo anterior puede llevar a reducir considerablemente el número de aplicaciones contra las plagas y enfermedades y así mismo la presión de selección con los agroquímicos.

De manera general, la agricultura moderna pasa por un buen momento fitosanitario en los diferentes cultivos. Las estrategias anti-resistencia hacen parte activa de este proceso, pues direccionan a los productores hacia mejores procesos y  acciones que tienden a proteger las pocas y tan necesarios herramientas para el manejo fitosatinario, garantizando la continuidad y sostenibilidad del negocio floricultor.