Por: Guillermo Cruz
Especialista Patología Vegetal
Gerente de Mercadeo
Avgust Crop Protection

 

Los procesos biológicos que realiza la planta, generados por el movimiento fisiológico hormonal de procesos de crecimiento y de detención de crecimiento dentro de los tejidos vegetales, se asocian con movimientos de las cavidades estomáticas y el movimiento intercelular y cuticular, lo que permite el intercambio gaseoso, acuoso y por consiguiente la penetración y el movimiento de compuestos sólidos, líquidos y gaseosos dentro de la planta.

El proceso de difusión activa se genera por un movimiento ascendente por medio del cual la planta absorbe agua y nutrientes a través de las raíces y los transloca acropetalmente a través del xilema hacia los puntos de mayor tasa fotosintética, crecimiento foliar y acumulación, ubicados en los ápices y brotes nuevos de las hojas, así como los frutos.

Este movimiento a través del xilema, donde la mayor proporción es agua, se hace a través del apoplasto, compartimento biológico compuesto de un sistema continuo de paredes celulares y espacios intercelulares por medio del cual se translocan el agua, los nutrientes, los compuestos no elaborados, y por supuesto las moléculas de características sistémicas las cuales, de acuerdo con sus características fisicoquímicas, se translocan desde la raíz hasta los puntos de crecimiento o estructuras de acumulación en la planta.

El proceso de difusión pasiva lo generan las diferencias de presiones -proceso biológico conocido como presión osmótica-, así como las diferencias del tamaño de los espacios intercelulares, que generan un movimiento de contracción – retracción no activa a través del simplasto, que es el compartimento biológico compuesto por un conjunto de citoplasmas interconectados por plamodesmos a través de los cuales se genera el movimiento basipetal a través del floema.

Las moléculas que dadas sus características fisicoquímicas poseen doble sistemicidad son las únicas que tienen la capacidad de moverse acropetalmente a través del xilema y basipetalmente a través del floema.

La naturaleza biológica de las hormonas que estructuran el balance hormonal de la planta, las de crecimiento como son las auxinas, citoquininas y giberelinas con base en su movimiento migratorio al dirigirse al punto opuesto donde fueron generadas, conjugados biológicamente con las hormonas de control de crecimiento, dormancia, regulación terpenoide y senescencia como son el etileno y el ácido abscísico(ABA), complementan el comportamiento fisiológico de la planta.

La planta, en condiciones naturales y bajo condiciones medioambientales favorables, produce las proporciones necesarias y suficientes de estas hormonas, para regular su crecimiento, regularse fisiológicamente, generar hipersensibilidad y mantener activa su tasa fotosintética incrementando su crecimiento vegetal, para así tener toda la capacidad y expresión de su máximo potencial de crecimiento vegetativo y productivo.

En la medida en que las condiciones a las que se expone la planta en campo, no sean favorables naturalmente o a nivel adquirido, se ocasiona un desbalance hormonal que afecta fisiológicamente la planta, se reducen todos los movimientos activos y pasivos descritos anteriormente y se aumentan las posibilidades de que la planta tenga menos capacidad de absorción, asimilación y translocación dentro de ella, ocasionando procesos acumulativos en los tejidos vegetales por engrosamiento de cutícula en el afán de la planta por no perder agua y poder sobrevivir.

Las condiciones controladas de estimulación, nutrición, irrigación y los sistemas de aplicación, hacen más eficiente el manejo fitosanitario, que debe ser oportuno y adecuado, para que éste ser maravilloso llamado planta, pueda mantener su mejor desarrollo vegetativo, lo que se traduce en la expresión del máximo potencial productivo.