Por: José Iván Zuluaga Cardona
Ingeniero Agrónomo
Profesor Emérito – Universidad Nacional de Colombia. Sede Palmira.

 

En la actualidad es frecuente encontrar  en las  noticias  difundidas  por los diferentes medios de comunicación, en columnas periodísticas y en artículos especializados sobre temas ambientales, términos como sostenibilidad, sustentabilidad, desarrollo sostenible, etc. En dichos informes se hace alusión tanto a conceptos básicos  como a casos de problemas medioambientales y también a propuestas de los investigadores y a acciones de los sectores productivos que apuntan a la solución o mitigación de tales situaciones, contando además con la actitud favorable de los consumidores.

Aparecen entonces expresiones como sustentabilidad ecológica, sostenibilidad ambiental, sostenibilidad socio-económica, sostenibilidad empresarial, y vocablos como sostenible y sustentable, calificando así a diversas actividades desarrolladas por el ser humano. Igualmente se recurre a otros términos que pueden ser complementarios, similares o antagónicos dentro del enfoque de Desarrollo Sostenible, por ejemplo, rentabilidad, competitividad, productividad, relación costo-beneficio, estabilidad, retorno de la inversión, punto de equilibrio, disponibilidad de recursos y responsabilidad socio-ambiental empresarial. También se pueden incluir los términos renovable, reciclable, reutilizable y biodegradable como calificativos de acciones ambientales sobre productos o procesos que así lo permiten.

Cuando se hace referencia al concepto de modelo de desarrollo, este se debe asumir como una condición compleja que incluye diferentes componentes tales como el económico, el social, el político, el cultural, el científico, el tecnológico, el ambiental y aún el importante factor ético.

En cuanto al modelo o propuesta de Desarrollo Sostenible, conviene preguntarse sobre su origen, su significado y su aplicabilidad en el contexto de la sociedad actual. Debe enfatizarse que cualquier clase de desarrollo buscará primordialmente la consecución de objetivos tan determinantes como la calidad de vida y el bienestar humano, es decir, debe promover un desarrollo hacia una sociedad en condición auténticamente sostenible en cuanto a su progreso o avance, pero respetuosa o amigable con el ambiente y el aprovechamiento racional de los recursos o bienes naturales. Igualmente debe tenerse siempre presente la valoración de los servicios ecosistémicos que presta a las comunidades humanas cada componente: agua, aire, suelos, fauna silvestre y doméstica, vegetación, selvas o bosques, cultivos agrícolas, praderas, recursos minerales, sistemas biológicos, etc.

Para complementar lo anterior, me permito citar y transcribir apartes de un lúcido artículo publicado en la Revista Credencial, (Edición Nº 363 de febrero de 2017) por los investigadores Erick Pichot (fundador del Centro de Responsabilidad y Sostenibilidad) y Ernest Ligteringen (consejero e innovador social en el tema de cooperabilidad). En su artículo titulado “El nuevo modelo de la sostenibilidad”, ellos expresan que los nuevos empresarios “primero tomaron conciencia y después minimizaron el impacto. Ahora, las empresas buscan recomponer el planeta sin sacrificar la productividad.

Dichos autores agregan que “los recursos naturales y los servicios prestados por los ecosistemas, que han sido la base del desarrollo económico de las sociedades, están mermándose rápidamente y, en ocasiones, acabándose”. Y continúan: “Si bien por sus cualidades (apertura de mercados, libre comercio y globalización) el modelo económico y productivo actual (“Business as usual”) ha generado crecimiento a ciertos países y sociedades, es un modelo que debe revisarse y cambiarse. Sus defectos han creado enormes crisis a la mayoría de los habitantes del planeta: aumentan la brecha de desigualdad, la inequidad de derechos para minorías, el desgobierno y, lo más grave, el agotamiento de recursos no renovables, indispensables para la vida”.

Los mencionados autores se preguntan: “¿Alcanzaremos a cambiar la tendencia y a darle vuelta a la curva antes de que sea imposible retomar el rumbo de la sostenibilidad?”. Y ellos mismos responden, en mi opinión en forma brillante,  de esta manera: “El futuro de las próximas generaciones está basado en iniciativas, emprendimientos y en la creación de oportunidades por parte de esa comunidad. Los empresarios sociales son miembros de una sociedad sostenible que busca crear un mundo justo, inclusivo y pacífico. Hallan oportunidades donde los demás encuentran problemas…”. “Debemos construir escenarios de confianza para avanzar hacia el desarrollo sostenible. Se requiere voluntad y determinación por parte de todos los líderes que toman decisiones en las naciones. Sin recriminar, es imperativo que todas las fuerzas (políticas, económicas, sociales y académicas) acojamos la hoja de ruta de “Los Objetivos de Desarrollo Sostenible” y que nos acerquemos al modelo de vida que deseamos”.

Antecedentes del concepto de desarrollo sostenible o sustentable

Considero importante precisar seguidamente una respuesta sucinta a interrogantes respecto al tema específico de Desarrollo Sostenible, por ejemplo: cuándo surge este término,  quién  lo propone y quién lo desarrolla, qué razones lo sustentan y qué principios lo respaldan y algo muy importante: ¿qué objetivos se traza?

Conviene recordar que el concepto de Desarrollo Sostenible o Sustentable, aparece en 1987, a raíz de la publicación del “Informe Brundtland” (el cual se conoce después en forma de libro con  el título “Nuestro Futuro Común”). Tal informe socio-económico y ambiental, fue elaborado bajo mandato de la ONU por una Comisión Mundial para el Medio Ambiente, dirigida por la investigadora noruega Gro Harlem Brundtland  y concluye que la sociedad global ha destruido su entorno generando más pobreza y más vulnerabilidad.

El concepto de Desarrollo Sostenible o Sustentable, confronta el desarrollo socio-económico actual y la sostenibilidad ambiental con relación fundamentalmente a la población humana y lo define de la siguiente manera:

El Desarrollo Sostenible o Sustentable”, es aquel que satisface las necesidades del presente, sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones.

El Informe Brundtland tuvo como objetivo general promover el debate mundial sobre el tema e incentivar la búsqueda de soluciones prácticas para revertir los problemas ambientales y de desarrollo del mundo  actual. Fue un trabajo de 3 años que luego fue sometido al análisis de científicos y políticos de 21 países de diferentes ideologías y culturas y favoreció el diálogo transdisciplinario mundial.  Postuló que la protección ambiental trasciende los ámbitos regionales y nacionales y se constituye en un problema de orden global. Plantea además que la degradación socioeconómica y ambiental es consecuencia de la pobreza de grandes sectores humanos y de la creciente industrialización y que por lo tanto, es urgente promover el desarrollo de los países pero sin que se genere la destrucción de los recursos o bienes naturales.

Los planteamientos presentados en el informe Brundtland en 1987 fueron la base para impulsar diversos programas de las Naciones Unidas sobre el medio ambiente, y sirvieron de eje conductor de la llamada “Cumbre de la Tierra”, promovida por la ONU y realizada en 1992 en Río de Janeiro (Brasil).

Conviene destacar entonces los siete objetivos principales del Desarrollo Sustentable o Sostenible, de acuerdo a las directrices trazadas por la comisión de la ONU en el mencionado Informe Brundtland:

  1. Satisfacer prioritariamente las necesidades humanas, pero dentro del enfoque de Desarrollo Sostenible, sin destrucción ambiental.
  2. Establecer dos clases de restricciones básicas: la primera, de carácter ecológico teniendo como mira la conservación del Planeta Tierra; y la segunda, considerando restricciones morales y éticas de carácter individual o colectivo, tendientes a reducir los niveles exagerados de consumo y de explotación irracional de los bienes o recursos naturales.
  3. Favorecer ante todo un equilibrado crecimiento socio-económico en los lugares más pobres del planeta con miras a la disminución de la desigualdad.
  4. Aplicar claras y oportunas políticas demográficas en los países que corresponda para reducir las tasas de natalidad de la población humana.
  5. No poner en peligro los ecosistemas naturales que se constituyen en la base biofísica del desarrollo sostenible.
  6. Reglamentar y vigilar la conservación  y uso de los ecosistemas en función del bienestar humano y la protección  de las otras especies (animales y vegetales) que allí habitan.
  7. Procurar el uso eficiente y la conservación de los recursos naturales renovables y no renovables del Planeta Tierra.

“La agenda 2030” y la nueva versión de los objetivos del desarrollo sostenible (ODS)

Los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) anteriormente mencionados, fueron revisados y replanteados para  una nueva acción mundial por parte de grupos ciudadanos y de expertos de la ONU en forma conjunta. En un documento titulado “Transformando Nuestro Mundo”, las Naciones Unidas formularon  los 17 Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS). Fue así como surgió la denominada Agenda 2030, luego de una reunión denominada “Cumbre Mundial de las Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible”, la que se llevó a cabo en la ciudad de Nueva York en el año 2015.

Esta agenda servirá de plan de acción para los próximos 15 años, bajo los principios de prosperidad y bienestar común con las expectativas de lograr una menor desigualdad entre la población que habita los distintos países. La Agenda 2030 plantea entonces 17 objetivos y 169 metas y pretende alcanzar los 3 propósitos principales que a continuación se mencionan:

  1. Acabar con la pobreza extrema.
  2. Luchar contra la desigualdad social y la injusticia.
  3. Combatir el cambio climático.

Los ODS, resultaron de un proceso de negociación que involucró a los 193 estados miembros de la ONU y una participación sin precedentes de la sociedad civil, lo que  contrasta con los ODM, elaborados solamente  por un grupo de expertos. Entre los objetivos y metas de los ODS, se destacan los siguientes:

  1. Poner fin al hambre logrando la soberanía y la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición.
  2. Promover la Agricultura Sostenible
  3. Asumir por parte del consumidor un consumo responsable que permita llevar una vida saludable y un uso prudente de los insumos y los productos.
  4. Fortalecer la producción agrícola en pequeñas granjas que surten los mercados locales. (Cabe recordar que 500 millones de pequeñas granjas en el mundo, proporcionan el 80% de los alimentos que se consumen en la mayor parte del mundo en desarrollo).
  5. Duplicar la productividad agrícola para el 2030 y los ingresos de los productores de alimentos a pequeña escala, con base en la agricultura ecológica desarrollada por agricultores familiares, pueblos indígenas, mujeres del campo, pastores y pescadores artesanales.
  6. Tener acceso seguro y equitativo a las tierras, a los recursos y técnicas de producción, a servicios financieros para la producción y el mercadeo, a insumos necesarios para una agricultura limpia y a un precio justo por sus productos agrícolas.

Todo lo anterior contribuye al fortalecimiento del modelo de una producción agrícola sostenible, con énfasis en los pequeños agricultores.

Ampliación de los conceptos: sustentabilidad, sostenible y sustentable

Para complementar los anteriores conceptos, me permito incluir otras consideraciones y términos que se pueden encontrar reiteradamente en la literatura especializada o en los artículos divulgativos o de información general sobre dichos temas:

En cuanto al concepto de SUSTENTABILIDAD, diversos  autores se refieren a él como una acción ligada principalmente a las actividades humanas con relación a su entorno. Más estrictamente dentro de la disciplina ecológica, la SUSTENTABILIDAD se refiere a la conservación de la biodiversidad y la productividad de los ecosistemas a lo largo del tiempo. Por otra parte, se la asocia con el equilibrio de la población de cualquier especie (humana y animal),  en particular respecto a los bienes o recursos naturales que encuentra en su medio y los cuales usa en su beneficio pero procurando no afectar sensiblemente los otros organismos.

En resumen, el ser humano en términos operacionales frente al ambiente y los recursos que lo rodean, debe promover el progreso socio-económico, pero respetando los ecosistemas naturales, la calidad de vida y la conservación del ambiente.

Es preciso anotar que desde el punto de vista conceptual o teórico, los académicos establecen algunas diferencias entre los términos SOSTENIBLE y SUSTENTABLE, habitualmente usados en el tratamiento de estos temas y por lo tanto, presento aquí dos significados contrastantes o complementarios de dichos términos, aplicados en particular al concepto de desarrollo.

Se entiende por DESARROLLO SOSTENIBLE  aquél que tiene en cuenta,  además de las ambientales, las condiciones sociales, económicas, culturales y políticas de la sociedad en su conjunto.  Por lo tanto, incorpora así una visión integral del ser humano y el uso de los recursos naturales de que dispone para poder satisfacer las necesidades propias de su especie, procurando la conservación  de los recursos naturales (renovables y no renovables)  y el cuidado de todos los componentes del entorno en que vive,  para favorecer  así un mejor nivel de desarrollo socioeconómico y cultural, obteniendo como consecuencia una mejor calidad de vida.

De otra parte, quienes enfatizan en el DESARROLLO SUSTENTABLE, lo entienden como aquel que se ocupa fundamentalmente de la preservación de los recursos naturales (flora, fauna, agua, suelos, aire, etc.) con el propósito que las futuras generaciones también puedan satisfacer sus necesidades básicas, mediante  la utilización racional de dichos bienes o recursos naturales.

Nota: Para los interesados en profundizar sobre estos temas, los remito a la consulta de las siguientes publicaciones:

  • Los Límites del Crecimiento”.   W.W. Behrens.
  • “Primavera Silenciosa”.  Rachel Carson.
  • La Bomba P”.  Paul R. Ehrlich.
  • “Nuestro Futuro Común”. G.H. Brunlandt.
  • Brújula, bastón y lámpara para trasegar los caminos de la Educación Ambiental”. Ministerio del Ambiente y Desarrollo Sostenible. Subdirección de Educación y Participación. Bogotá, D.C., 2013. Capítulo 3: La Educación, herramienta de sostenibilidad. Anexo 2: Preguntas para evaluar la sostenibilidad
  • El nuevo modelo de la sostenibilidad”. Erick Pichot y Ernst Ligteringen. Revista Credencial. Edición 363. Febrero 2017.
  • Gasto, Inversión y Financiación para el desarrollo sostenible en Colombia”. Francisco A. Galán y Francisco J. Canal. Noviembre de 2002.
  • desarrollosostenible.wordpress.com