Por: Angélica María Esquinas Morales
Gestora Senior de Selección y Evaluación AgroHunters Colombia
Psicóloga, Esp. En Psicología Positiva
Experta en procesos organizacionales y formación

Para ninguno de nosotros es una novedad que las formas digitales de interacción social han cobrado una relevancia fundamental en nuestros entornos, en la forma de relacionarnos y comunicarnos, convirtiéndose en un punto de giro en las relaciones humanas y llegando a modificar no solo nuestros hábitos, dinámicas y conductas, sino también impactando estructuras psicológicamente más profundas como son nuestras emociones, sentimientos, pensamientos y percepciones del mundo.

Cuando hacemos conciencia de la magnitud que esta nueva forma de relacionarnos ha tenido en todas nuestras esferas de interacción (familiar, social, laboral, profesional, económica. etc.), notamos que dicho cambio realmente titánico llegó de una manera silenciosa, sin aviso ni capacitación. Y aun así, todas las generaciones que aún transitamos este planeta nos fuimos adaptando, claro, a un ritmo diferente, a esta nueva comunicación digital.

La comunicación digital ha traído múltiples ventajas: trascender las distancias, mejorar la eficiencia en los canales de interacción, facilitar el acceso a la información, la inmediatez y mayor efectividad en la respuesta, ahorro en costes de comunicación y muchos más. Sin embargo, este fenómeno digital ha llegado con algunos contratiempos que no dejan de causar malestar: menor interacción humana, aislamiento social, minimización de los tiempos atencionales en la comunicación, desconexión con la responsabilidad emocional del receptor de nuestras interacciones, confusiones y fuertes choques entre el mensaje emitido y el recibido a través de las pantallas, además de la intromisión constante en las interacciones personales de los medios digitales. 

Las quejas sobre las formas de los mensajes, los contenidos, la extensión, etc. no se han hecho esperar en nuestros escenarios de interacción y cada vez con más recurrencia, sin permitirnos darnos cuenta de que uno de los factores fundamentales que propicia esta diferencia ha estado todo el tiempo en frente nuestro y nos acompañará el resto del camino. Me refiero a la generación en la que nacimos y nos desarrollamos, razón por la cual es necesario abordar, por lo menos, las características más marcadas que cada generación tiene a la hora de comunicarse.

Iniciare con la Alpha, que es la más recientemente denominada, compuesta por los nacidos a partir del 2011, y la “Generación Z” o Centennials – Gen-Zers. (1996-2010) que se encuentran en el grupo de Nativos Digitales, quienes llegaron al mundo, como dicen coloquialmente, con el “chip tecnológico” incorporado y, por lo tanto, se mueven desde muy temprana edad como pez en el agua en todo lo relacionado con tecnología, percibiendo la comunicación digital como natural, indispensable y hasta única. Los Gen-Zers son la generación más diversa y multicultural, piensan globalmente y no están restringidos por su ubicación geográfica. Es una generación abierta y respetuosa de la diversidad, son los grandes impulsores del debate en torno al género. Su comunicación es muy impaciente, debido a la velocidad con la que obtienen respuestas de Internet. Tienen una capacidad de atención de 8 segundos en sus conversaciones a través de canales digitales y es significativamente más dada a usar emojis, acrónimos, incluso selfies a la hora de comunicarse.

En cuanto a la “Generación Y” o más comúnmente llamada Generación Millennials (1985-1995) son personas quienes nacieron con el inicio de la digitalización; es una generación ávida por compartir en redes sociales su estilo de vida y momentos personales, ya que valoran la experiencia por encima de lo material, reconociendo y respetando el aporte en conocimiento y admiración por sobre las jerarquías establecidas. Se les conoce también como la generación “Selfie”, y al ser la generación más grande en cuanto a número a nivel global, ha marcado un hito en temas de comunicación e innovación, abordando una comunicación inmediatista, corta y con pocos formalismos, bajo el lema “Si no lo puedes decir con pocos caracteres, mejor no lo digas.” Y en este afán de comunicar más emociones con menos palabras, le dan prelación a los emoticones y memes digitales. Esta generación no concibe el mundo Online y el mundo Offline como universos separados, para ellos es una misma realidad. 

Por otro lado estamos los de la Generación “X”, los nacidos entre (1966-1984). Esta generación se ha convertido en el más claro ejemplo de un eslabón funcional en el cambio de la humanidad, pues despedimos las viejas tecnologías como el cassette, walkman, videocassettes y los tiempos en donde compartir personalmente con amigos era la mejor experiencia, almacenando en nuestra mente los mejores recuerdos cargados de diversión e interacción con otros; le dimos la bienvenida a un mundo tecnológico y digital, viendo nacer Internet; hemos estado abiertos a probar las múltiples innovaciones tecnológicas; no obstante, con la preferencia marcada por la interacción con seres humanos y no con máquinas en plataformas digitales, manejando un tipo de comunicación más formal en donde aún son canales vivos de comunicación las llamadas telefónicas y los e-mails por la percepción de cercanía y trato directo con otras personas.

Nos encontramos entonces con los Baby Boommers (1945-1965). Esta generación creció en un auge laboral que les proporcionaba seguridad y estabilidad; por lo tanto, la tasa de natalidad fue una explosión y de ahí su nombre (explosión de bebés), convirtiéndose el trabajo en la fuente de bienestar para ellos. Actualmente, la salud es la prioridad para esta generación. Su deseo más fuerte es permanecer y sentirse integrados; su lema es: “Los 70 son los nuevos 50 y los 50 los nuevos 30”. Contrariamente al pensamiento general, esta generación se encuentra bastante activa en canales de comunicación digital, usando estas herramientas para cerrar la brecha entre ellos, el mundo actual y sus seres queridos que viven lejos; también como una forma de reconectarse con amigos de la infancia o la juventud, para mantenerse vigentes y fomentar la búsqueda de experiencias significativas.

Finalizando con los “Silent”, generación silenciosa o niños de la Postguerra (1930-1948), quienes actualmente están en edades entre 77 y 96 años. Valoran por encima de cualquier cosa estar en contacto con sus seres amados y es esta la generación más alejada actualmente de los entornos digitales, dependiendo -la mayoría – de la influencia de familiares de generaciones jóvenes, para sus interacciones virtuales; su comunicación es un medio desesperado para evitar el aislamiento y la soledad. 

El conocimiento y comprensión de la forma de comunicación de las diferentes generaciones es un factor clave a la hora de abordar el tema de interacción en la era digital. Conscientes de que la comunicación humana es un entramado compuesto de múltiples factores que convergen al unísono a la hora de transmitir un mensaje y que nuestro interlocutor lo reciba de la forma más cercana, fiel y verdadera a la intención con la que lo enviamos (cosa que no siempre sucede), a esto le sumamos que ahora necesitamos comunicarnos en un escenario virtual. Por ello, podemos darnos cuenta que estamos frente a un reto bastante desafiante. 

Y es que si la comunicación humana desde el “face to face” ha sido compleja y altamente estudiada, en estos momentos de la humanidad esta comunicación atraviesa por un momento coyuntural, ya que el transmitir el mensaje por medio de una pantalla sin contar con el apoyo de nuestra corporalidad y gestualidad es un reto que debemos afrontar diariamente. Y esto ha abierto una brecha importante a la hora de comprendernos. Por la dinámica que actualmente llevo en el ejercicio de mi profesión, tengo la posibilidad de acompañar a seres humanos en sus diferentes áreas de desarrollo desde la profesional y laboral (selección, capacitación y formación organizacional), familiar, educativa y personal (clínica – terapéutica). En este acompañamiento, diariamente conozco situaciones de altercados que van desde un simple malentendido con amigos, pasando por dilemas ciertamente complejos en escenarios comerciales, laborales y profesionales, hasta dificultades familiares con padres, hermanos, hijos, pareja, etc.; todas ocasionadas por esa dificultad a la hora de trasmitir y de recibir los mensajes de manera virtual. Al anclarse estos roces y dolores emocionales impactan fuertemente a las personas involucradas y terminan con rupturas en muchas ocasiones definitivas de los diferentes vínculos. 

Por lo anterior es indispensable abordar los retos en temas de comunicación, para caminar hacia una interacción cada vez más responsable y sana, teniendo total claridad de que dichos retos no son los mismos para cada generación. 

Para este abordaje comenzaré con lo que, a mi forma de ver, es la piedra angular del conflicto: la desconexión con la responsabilidad emocional del receptor. Le asigno tanta relevancia a este aspecto porque el conseguir responsabilizarnos de nuestros mensajes, su escritura, extensión, el contenido y lo que puede generar en el receptor o receptores, nos permite disminuir las situaciones de malestar. Ahora lo complejo es ¿cómo nos hacemos más responsables?; Esto nos lleva a un proceso de análisis interno que nos permita comunicarnos conscientemente, evitando el automatismo en nuestra interacción. Si este cambio de dinámica lo enmarcamos en el entorno organizacional, podemos decir que son cuatro las generaciones que actualmente crean la interacción laboral en las organizaciones: los Baby boomers, la Generación X, los Millennials y los Gen-Zers. 

  1. El primer paso en este ejercicio consiste en el acto reflexivo de identificar cuál es nuestra generación y así comprender la tendencia en comunicación que manejamos. Si la relevancia en la forma de comunicación se dirige al orden, respeto y jerarquía laboral con preferencia por la interacción personal o telefónica (Baby boomers), si está más dada a la formalidad y la eficiencia en procesos, con prelación del correo electrónico y comunicación telefónica, como medio formal de comunicación (Generación X), si es más flexible, abierta, reducida e inmediatista, con mayor afinidad por los chats y medios digitales como canal de comunicación (Millennials) y si es veloz, divertida e impaciente, enfocada prioritariamente a canales digitales (Gen-Zers). 
  2. A continuación, es necesario tener claridad hacia quién (qué generación o generaciones) va el mensaje. Este análisis se debe realizar sin juicios de valor y sin autodenominarse como poseedor de la “razón” o de la mejor comunicación. Debe darse desde la tolerancia y el respeto, para poder ver que cada generación reacciona y comunica según el momento de vida en la que creció y no para molestar a nadie: “no lo tomes personal”. De esta manera se crea un terreno en común que facilite la transmisión de información para todos. 
  3. Posteriormente, debemos identificar si nos encontramos en el rol de emisor en la comunicación. Al crear el mensaje que se desea transmitir, se busca que conecte con lo que es importante generacionalmente para el receptor. En el caso que el mensaje esté dirigido a un grupo de varias generaciones, se debe integrar los aspectos de relevancia para cada una de las generaciones involucradas y así lograr que la información sea recibida con facilidad. Y si, por el contrario, estamos en el rol receptor de la información, el ejercicio debe realizarse buscando comprender la generación a la cual pertenece el emisor del mensaje, para entender de mejor manera lo que quiso transmitir. 
  4. Pasando a la elección del canal de comunicación y como lo mencioné en la caracterización de las diferentes generaciones, cada una cuenta con una preferencia por determinado canal, entonces al reconocer estos canales (correo electrónico, chat web, celular, mensaje de texto, gestión de social media, mensajería de video…) y tener claridad sobre la afinidad de nuestro receptor del mensaje, llegaremos a una elección más atinada y cercana. No sobra decir que, si deseamos entregar una divulgación a grupos de diversas generaciones, podemos apostarle a la utilización de todos los canales.

El trabajo en la construcción de estos puentes de comunicación nos corresponde a todas las generaciones en diferente nivel. Baby Boomers y X: el reto es acercarnos más a la flexibilización de canales y las dinámicas comprendiendo los nuevos códigos de comunicación y su significado como son emoticones, acrónimos y memes, no asumir como falta de respeto dinámicas digitales que no conocemos, comprender desde la empatía que las nuevas generaciones tampoco eligieron el entorno digital en el que nacieron, tan solo se han adaptado. Para las generaciones Millennials y Z el reto es, sin restarle sinceridad y frescura, acercarse a la formalidad en su comunicación y comprender también, desde la empatía, que las generaciones anteriores aprendimos a interactuar por la conexión personal, que la digitalización de la comunicación llegó a nuestra vida en la edad adulta y que aún estamos en proceso de acomodación.

Incluyamos en nuestras interacciones personales y virtuales, familiares, laborales y sociales, la sana práctica de NO asumir que sabemos la intención con la que llega un mensaje, o asegurar que conocemos la razón por la que se corta una conversación, como es el caso del famoso y mal ponderado “me dejó en visto”, que nos envuelve en una incertidumbre y dolor emocional, más de por que nos imaginamos, que por lo que realmente sucede. Con este simple pero poderoso cambio daríamos un paso enorme en la ambiciosa construcción de una asertiva comunicación, sin afectación a la emoción. Como podemos ver, el trabajo de construcción hasta ahora comienza y nos queda mucho por hacer, pero si cada uno decide apostarle día a día a estos pequeños cambios, podremos tener la certeza de estar generando un verdadero aporte al bienestar personal y, por ende, a la humanidad. El cambio comienza en cada uno de nosotros y mañana se verá reflejado en un mundo mejor.