Por: la Subdirectora

De la observación del deficiente desempeño económico que el país ha tenido durante el último año, podemos concluir que este hecho se puede atribuir no solo a la caída de los precios del petróleo y a la apuesta fallida que el gobierno hizo en el sector minero-energético, sino también a la falta de inversión en general.

La inversión es uno de los factores más determinantes para el aumento de la productividad y la generación de empleo. Por una parte, la inversión pública ha disminuido y se proyectan recortes aún más profundos para el 2017. Además de la destinación de los recursos públicos a un conflicto que ha durado varias décadas, los altos niveles de corrupción no han permitido que el dinero vaya adonde debería.

Por otra parte, la inversión privada no cuenta con los incentivos necesarios para que quienes disponen de capital ocioso se aventuren a destinarlo a una actividad productiva. Existe inseguridad tanto física como jurídica. Los empresarios no se arriesgan a poner su capital y sus esfuerzos en múltiples zonas del país donde el conflicto ha sido una realidad siempre presente y, como si fuera poco, la normatividad cambia más de lo deseable, como por ejemplo en materia tributaria. Año a año hay cambios impositivos que dificultan y hacen más gravosa la creación de nuevas empresas en Colombia.

Otro de los componentes que contribuye a hacer más dinámica la economía es la innovación, y esta, a su vez, está profundamente ligada con la inversión.

La exploración de nuevos mercados y las gestiones de fomento de las exportaciones, en lo que se ocupan tanto algunos sectores del gobierno como los empresarios privados, no tienen sentido si la economía no es lo suficientemente productiva como para satisfacer la demanda. Se necesitan nuevas empresas, nuevas tecnologías y nuevos productos, todo lo cual requiere de más inversión. La simplificación de los trámites y la creación de ambientes tributarios amigables son elementos decisivos para que estos cambios puedan tener lugar.

En el sector agrícola, pese a existir copiosos recursos (disponibilidad de tierras, características climáticas variadas y favorables y abundancia de fuentes hídricas) la inversión es muy baja. Al lado de las condiciones de seguridad, la ausencia de políticas públicas acertadas, la baja rentabilidad y el riesgo de corrupción han sido determinantes para la falta de inversión en el campo colombiano. Todo lo anterior detiene el gran potencial del sector agropecuario, que aún con todas las dificultades, representa un porcentaje importante del PIB nacional.

Esperemos que con los recientes acuerdos de paz la sensación de seguridad crezca para el bien de los empresarios privados, y los cuantiosos recursos que durante décadas se han destinado a financiar el conflicto se puedan asignar por fin a sectores que necesitan inversión pública para explotar su potencial productivo.

Adenda: Metroflor despide este año deseando a todos los productores, proveedores, profesionales y trabajadores del sector agrícola, y en especial, del sector floricultor, una Feliz Navidad. Que el 2017 esté colmado de prosperidad y éxitos para todos.