Metroflor da inicio a su serie de reportajes sobre la labor y vida de mujeres profesionales destacadas del sector de la floricultura colombiana. Este reconocimiento obedece a que sabemos que las mujeres logran ser exitosas profesionales y sobresalir en grandes compañías, a pesar de tener también grandes responsabilidades familiares y estar excesivamente cargadas de deberes que, con todo, completan sin tacha y sin queja. En atención a esta tenacidad Metroflor empieza con esta serie de entregas.

Para inaugurar nuestra columna hemos visitado a Silvia Guzmán Espinosa, gerente general de Agrícola El Cortijo.

Silvia es agrónoma graduada de la Universidad Nacional de Colombia -Sede Bogotá y especialista en fisiología vegetal de la misma casa de estudios. Con su profesión Silvia rompió con la tradición de su familia, cuyos miembros se han dedicado a las ciencias de la salud. Su madre es bacterióloga y su padre e hijos son médicos. El esposo de Silvia, Javier Castro Covelli, sí es de su misma línea; es administrador agropecuario y se ocupa en el silvopastoreo.

De izquierda a derecha Daniel (adoptado), Francisco (mayor), Javier, Silvia, Gabriel (menor), Comino y Chorizo.

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Silvia cuenta con más de 30 años de experiencia en el sector, tiempo durante el cual se ha destacado en las compañías Rosas Colombianas (16 años), Flores del Amanecer (14 años) y, actualmente, Agrícola El Cortijo (1 año). A lo largo de su vida profesional, Silvia se ha caracterizado por su entusiasmo y su capacidad para formar buenos equipos. Quienes durante algún periodo laboral han coincidido con Silvia, hablan de aquella época como la más feliz y exitosa de sus vidas. Su recorrido por las empresas en que ha trabajado tiene otras cosas en común: Silvia ha jugado un importante papel en la certificación de calidad de esas compañías. También ha dejado en cada una de ellas una imagen de la virgen María, de quien es devota, y varios perros que se convirtieron en buenos amigos.

En Rosas Colombianas se desempeñó como directora de producción y trabajó de la mano con Arnulfo Pardo y Luis Guillermo Vargas, de quienes recuerda multitud de anécdotas. Recuerda con cariño las “semanas culturales” que instituyó Luis Guillermo y la alegría y chistes de Arnulfo Pardo.

Más adelante, Silvia trabajó como gerente de producción en Flores del Amanecer, cuando la compañía recién arrancaba. Silvia plantó las primeras matas de la finca. Allí trabajó 14 años que transcurrieron en labores de breeding de crisantemo y clavel, así como de multitud de plantas perennes. Silvia nos contó que la complejidad de su trabajo en Flores del Amanecer estaba en la cantidad de variedades que desarrollaban, pues llegó a tener cientos de ellas al mismo tiempo. Durante esos años se convirtió en experta de notables formas de gestión como el lean management, según el cual los procesos fluyen más entre más ligeros son. Hoy en día esa compañía cuenta con más de 100 empleados y 7 hectáreas cultivadas.

Silvia llegó a Agrícola el Cortijo hace casi un año. Esta finca se encuentra en el Municipio de la Calera. Cuenta con 12 hectáreas de extensión, de las cuales 8,5 están sembradas de más de 15 variedades de rosa para la exportación a los Estados Unidos e Inglaterra.

Los operarios son 82. De ellos, 25 han trabajado en la finca durante toda su vida. De resaltar es que algunos de los hijos de los operarios han seguido el camino de sus padres, lo cual habla muy bien de la compañía, que paga buenos salarios a sus trabajadores y se preocupa por su bienestar. De hecho, una persona nueva empieza ganando más de un salario mínimo. Los empleados reciben subsidio de almuerzo y son atendidos gratuitamente en el consultorio médico que la compañía tiene dentro de sus instalaciones.
De acuerdo con Silvia Guzmán, Tina Jimeno, la dueña de Agrícola el Cortijo, es otra mujer especial, pues la tienen en gran estima tanto sus empleados como sus clientes y proveedores. La visión gerencial de la finca comprende, entre otras cosas, el bienestar laboral de los empleados y el uso de una tecnología que permite, a través del sistema de código de barras, hacer perfecta trazabilidad a los productos que salen de ella.

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La labor de Silvia en esta compañía se ha enfocado en la formalización y optimización de los procedimientos, trabajo del cual ya se han obtenido importantes frutos, como la certificación de calidad ISO 9001.

Según Silvia “la memoria de las empresas debe quedar escrita” porque “la empresa continúa aunque la gente se vaya”. Ha puesto gran empeño en consignar claramente los procesos, procedimientos e instructivos de la finca. En estos se encuentran las cosas que se hacen, quién las hace y para qué las hace. Un trabajador debe estar capacitado para poder responder a las pregunta de si lo que hizo quedó bien hecho y si no es así, para poder corregir el error. Procedimientos como los del lavado de los filtros de arena o el del compost están detalladamente descritos e ilustrados. Los operarios cuentan con instructivos claros que explican, por ejemplo, cuáles son los puntos de corte, con fotos desde varios ángulos para que no haya lugar a dudas.

Hace 6 meses Silvia inauguró el simpático programa “Enchocólate” en el área de postcosecha de la finca. El programa consiste en que la operaria que mejor “enchocole” los residuos del proceso de postcosecha en las bolsas que para ello tienen dispuestas, se gana al final del día un chocolate como premio por su trabajo limpio. “La idea no es barrer sino dejar de tirar al piso”, nos explica. Esta es una de las muchas formas en que Silvia mejora la gestión de la finca, por vías de volver más limpios, ligeros e inteligentes los procesos.

La ingeniería agronómica

En opinión de Silvia, el gobierno no hace lo suficiente en cuanto a políticas agrícolas y, en ese sentido, no es tan optimista como desearía respecto a la profesión. El limitado incentivo a la explotación del campo hace que las profesiones relacionadas pierdan interés por parte de los jóvenes. “El sector primario de la economía está abandonado”, “la gente tiene la percepción de que todo es caro, ignoran que detrás de los productos agrícolas hay ciencia y esfuerzo”. Sin embargo, cree que siempre será un tema interesante y merecedor de que gente capaz deposite en él sus energías. “Quienes profundicen lo suficiente van a tener un buen futuro y buenas oportunidades”, concluye.

Otros talentos

Silvia Guzmán, Javier Castro Covelli (esposo) y Angélica María Pardo López (jefe de redacción Metroflor)

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Además de sus capacidades profesionales, gerenciales y familiares, Silvia cuenta también con talentos artísticos, lo cual Metroflor pudo constatar de primera mano, pues escuchamos en vivo y en directo a Silvia tocar lindas piezas colombianas en el piano. Otros de sus hobbies son el canto, la pintura y la jardinería. Pertenece a un coro y se ocupa personalmente del jardín de su casa, donde cultiva hortensias y orquídeas. Afirma la protagonista de esta columna hay mucho por vivir, “la vida tiene tantas cosas que uno no solo se puede dedicar al trabajo”.

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