Por: Camilo W. Echeverri Erk, I.A.

 

El aguacate Hass ha despertado un gran interés los últimos años en Colombia por su gran potencial como producto de exportación. Se habla ya de su importancia como una interesante alternativa para la diversificación de las exportaciones colombianas, con el fin de reducir nuestra alta dependencia de las ventas del sector minero-energético. Hasta en la campaña política para las elecciones presidenciales ha dado de qué hablar.

La demanda de este producto en el mundo crece año a año, siendo los Estados Unidos el mayor importador del mundo. Las importaciones de este país pasaron de 914 a 1.993 millones de dólares entre el 2012 y el 2017. México es el mayor exportador de aguacate Hass del mundo, alcanzando alrededor de dos millones de toneladas en el 2017 por un valor de más de 2.700 millones de dólares. Las exportaciones mexicanas participan con el 46% del mercado mundial, siendo sus principales destinos los EE.UU. y Canadá (84%), Europa (9%) y Japón (7%).

Colombia ocupa el tercer lugar en el mundo en cuanto a volumen de producción de aguacates de todos los tipos, después de México y República Dominicana. El área sembrada actualmente en aguacate Hass se estima en 14.000 hectáreas, ubicadas principalmente en Antioquia, Tolima, eje cafetero y norte del Valle. Las exportaciones pasaron de cerca de 100.000 dólares en 2010 a 53 millones de dólares (FOB) en 2017 (cerca de 30.000 toneladas, casi la totalidad destinadas a Europa), convirtiéndose en la fruta con mayor crecimiento en exportaciones en los últimos cinco años y ocupando ya el cuarto lugar de las exportaciones agrícolas después de café, flores y banano. Lo anterior ha sido posible gracias a la disponibilidad de tierras aptas para el cultivo y a la iniciativa de empresarios colombianos y extranjeros que ven en este producto un gran potencial, dada la posibilidad de obtener su producción durante una “ventana” más amplia que la de los países productores ubicados en los hemisferios norte y sur.

El papel del Estado colombiano ha sido clave en la apertura del mercado norteamericano para este producto, en particular gracias a las acciones del Ministerio de Comercio y del apoyo del Instituto Colombiano Agropecuario – ICA, en el caso de este último, para acompañar a los productores en el cumplimiento de los exigentes requisitos fitosanitarios de importación. Gracias a estas importantes gestiones se han logrado exportar a la fecha tres contenedores hacia este destino, pero queda mucho por hacer en la implementación de los programas que garanticen la ausencia de plagas en la fruta exportada.

La solicitud de acceso a este mercado fue un proceso largo, el cual tomó 12 años, pero que en realidad tuvo su inicio a comienzos de los años 2000, cuando, por iniciativa del doctor John L. Shaw (médico veterinario), representante del Servicio de Inspección de Sanidad Agropecuaria de los EE.UU. (APHIS, por su sigla en inglés) en Colombia, se creó el Centro de Excelencia Fitosanitaria – CEF, del cual hicieron parte también el ICA y el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura – IICA. Con dineros de cooperación de los EE.UU., a través de USAID, se estableció este grupo de investigación, integrado por profesionales colombianos, quienes recibieron formación por parte del APHIS. El objetivo era acelerar el proceso de admisibilidad por parte de los EE.UU., adelantando los estudios de análisis de riesgo de plagas para varias frutas, entre ellas el aguacate Hass, y algunas hortalizas. Dichos estudios fueron revisados y aprobados posteriormente por el APHIS. Tuve el honor de hacer parte de este grupo entre el 2003 y el 2008, varios de cuyos participantes se integraron luego al ICA. Sin la intervención del CEF, la autorización de acceso a los EE.UU. hubiera tomado muchos años más (México tardó más de 30 años para obtener el permiso). El posible éxito que puedan tener el aguacate Hass y otras frutas como la uchuva y la papaya en el gigantesco mercado del norte no sería posible sin la visión y el tesón del Dr. Shaw, de quien tengo el orgullo de haber sido uno de sus pupilos, en mi calidad de especialista agrícola del APHIS.

Por aquel entonces no eran muchos los que apostaban por el desarrollo de las frutas colombianas, diferentes al banano, como alternativa de diversificación de la canasta exportadora de productos agrícolas de nuestro país. Uno de los ministros de agricultura de la época manifestó en algún momento, en tono a mi parecer algo despectivo hacia las iniciativas del CEF, que era utópico pensar que se podría diversificar la oferta de frutas “con uchuvas, berros o lechugas”. Recuerdo que el Dr. Shaw se refería en aquellos tiempos a que se sentía “como la carreta halando el caballo” cuando comparaba la gestión del sector privado en Colombia con la de los empresarios que lideraron la actividad de exportación agrícola de países como Chile, uno de los grandes actores latinoamericanos en este campo. Para fortuna del país, esta situación ha cambiado drásticamente en los últimos años, ya que algunas empresas han asumido su importante papel como “jalonadoras” de importantes iniciativas exportadoras como la del aguacate Hass.

El modelo de la floricultura en Colombia es un ejemplo a seguir por los fruticultores de nuestro país. De hecho, uno de los pioneros del cultivo del aguacate Hass fue exportador de flores. Para asumir el reto de cumplir con las exigencias fitosanitarias requeridas para este producto en los EE.UU. debemos valernos de la experiencia desarrollada en Colombia alrededor de problemáticas como la roya blanca del crisantemo, el Thrips palmiy otras plagas que han constituido barreras para el acceso a ese mercado. Estos obstáculos no podrían haberse superado sin el accionar conjunto de los exportadores, representados por Asocolflores, con el ICA. Los gremios de productores de frutas en Colombia tienen también mucho que aprender de los floricultores, quienes lucharon para lograr llevar a Colombia al honroso segundo lugar como país exportador de flores en el mundo. Ojalá que la iniciativa de un extranjero con corazón de colombiano, materializada en sus inicios con recursos del exterior, llegue a feliz término y podamos asistir en pocos años a la conversión del aguacate Hass en el “oro verde” de Colombia.