Como lo anunciamos en la entrada anterior, a propósito de la celebración del día del ingeniero agrónomo este 24 de Noviembre, cuyo conocimiento y trabajo es tan importante para nuestro sector floricultor, en esta edición Metroflor quiso registrar las opiniones de diferentes profesionales que, además de ser agrónomos, tienen experiencia profesional en la industria de las flores. En la primera parte de este especial recogemos los puntos de vista de cinco importantes profesores que enseñan en diferentes universidades del país. Los maestros comparten con nosotros sus apreciaciones sobre aspectos destacados de la actualidad de la profesión en el país y perspectivas sobre su futuro, el interés de los jóvenes en la materia y el papel de la agronomía en tiempos tan coyunturales como éstos, en los que inicia el postconflicto.

En una primera entrada presentamos las respuestas de los profesores Anibal Leonidas Tapiero Ortíz, Marina Sánchez de Prager e Ignacio Gómez Ramírez y en esta presentamos las de los profesores José Iván Zuluaga Cardona y Celsa García. Lo invitamos a  compartir sus consideraciones en nuestras redes sociales.

José Iván Zuluaga Cardona

Ingeniero agrónomo y profesor de la Universidad Nacional – Sede Palmira. Especialista en entomología y acarología agrícola, problemática ambiental, ecología ambiental y agroecología. José Iván ha cursado estudios de posgrado en la Universidad de Lovaina (Bélgica), el Instituto de Ciencias Naturales (Bélgica), la Estación Experimental de Lucha Biológica (Rumania) y la Universidad de Antioquia.  Ha sido gestor, ponente y conductor de múltiples eventos como foros entomológicos y simposios sobre control biológico. Además es conferencista y miembro de la Sociedad Colombiana de Entomología -SOCOLEN y la Red Colombiana de Colombiana de Control Biológico, entre otras. Ha sido distinguido como profesor emérito y ganado múltiples premios como resultado de sus investigaciones en el campo de la entomología.

Celsa García

Ingeniera agrónoma del Tecnológico de Monterrey en México, con posgrados en universidades de Estados Unidos. Se desempeña como docente e investigadora en la Facultad de Ciencias Agrarias en la Universidad Nacional de Colombia sede Bogotá en donde imparte cursos sobre fitopatología y manejo integrado de enfermedades y ciclo productivo en los últimos semestres del programa de agronomía, lo que le ha permitido adentrarse más en las necesidades que tiene el sector productivo y fortalecer su enfoque práctico.

¿Qué tan interesados están los jóvenes en estudiar ingeniería agronómica?

José Iván Zuluaga Cardona

R// Parece obvio pero es fundamental tener claro que el elegir una carrera profesional, tecnológica o técnica, es un hecho de gran trascendencia en cuanto que tal decisión puede definir el rumbo de su actividad laboral futura, es decir, es el inicio de la construcción de su proyecto de vida.

En segundo lugar, existen diversas razones o motivaciones que asisten a un (a) joven candidato (a) para inscribirse a una determinada carrera y desarrollarla con auténtico interés, responsabilidad y mucha disciplina, como por ejemplo, la vocación, las condiciones económicas, las expectativas laborales, el entorno y trayectoria familiar en el ámbito profesional, el prestigio de la universidad, etc.

Con base en lo anterior y de acuerdo a mi percepción como agrónomo y profesor,  considero que el interés de los (las) jóvenes por estudiar ingeniería agronómica sigue vigente y creciente,  dadas las características y la indudable trascendencia  de dicha carrera, cuyo objetivo fundamental es la producción agrícola, particularmente de alimentos, con bases científico-técnicas, lo que  indudablemente contribuye  al bienestar humano en cualquier país.

Es necesario que el aspirante a esta carrera conozca que el  Ingeniero Agrónomo debe participar  fundamentalmente en la etapa de producción en condiciones de campo y que complementariamente se puede desempeñar en actividades de investigación y de  extensión agrícola o transferencia de tecnología. Este profesional se puede ocupar también de los procesos  de transformación, almacenamiento, comercialización, consumo  y gestión de bienes y servicios relacionados con el sector agropecuario. Cabe anotar que la producción agrícola exige actualmente un enfoque integral que tenga en cuenta variables ecosistémicas y de conservación ambiental y no solamente fines económicos que maximicen los rendimientos de los cultivos.

Para el caso particular de la Universidad Nacional de Colombia, se conoce que semestralmente se inscribe un número apreciable de aspirantes a las pruebas de admisión para dicha carrera y muchos de ellos, una vez concluyen sus estudios y se gradúan como ingenieros agrónomos, manifiestan su interés por especializarse en alguno de los posgrados ofrecidos por la misma Universidad con  diferentes líneas de formación e investigación en el contexto de las ciencias agrarias.

Conviene anotar que la carrera de Ingeniería Agronómica se puede cursar en nuestro país en cualquiera de las 3 sedes de la Universidad Nacional de Colombia que poseen Facultad de Ciencias Agropecuarias: Medellín (con más de 100 años de existencia), Palmira (con una trayectoria de 83 años) y Bogotá (con más de 50 años).

Los aspirantes a dicha carrera también pueden realizarla en las siguientes 8 universidades: Universidad de Caldas, (Manizales); Universidad del Tolima (Ibagué);  Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia (Tunja, Boyacá); Universidad de Nariño (Pasto); Universidad de Magdalena (Santa Marta); Universidad de los Llanos (Villavicencio);  Universidad de Córdoba (Montería) y la UDCA (Bogotá).

Para ilustrar mejor las anteriores consideraciones personales y fundamentar con base en datos precisos y actualizados lo relativo a la importancia de la carrera de ingeniería agronómica, me permito recurrir a las dos fuentes de información oficial consultadas (para el caso particular de la Sede Palmira),  las cuales cito a continuación:

  1. Portafolio de Servicios – Universidad Nacional de Colombia, sede Palmira (2.016).
  2. Sección de Registro y Matrícula – U.N. – Palmira (Jefe: Ing. Sistemas: Socorro Eugenia Alvarado G.). Octubre, 2017.

Haciendo un poco de historia es bueno recordar que la mencionada Sede inicia labores en 1934 con la denominada Escuela Superior de Agricultura Tropical del Valle, con sede en la ciudad de Cali,  (la cual dio origen a la ancestralmente reconocida: “Facultad de Agronomía de Palmira”) y luego en  el año 1946 se incorpora como sede de la Universidad Nacional de Colombia.

En 83 años la Sede ha graduado a más de 9.000 egresados en todas las 7 carreras, de los cuales 4.000 han sido ingenieros agrónomos. La fortaleza desde el origen estuvo centrada en el área agropecuaria con programas de pregrado y posgrado en las carreras ingeniería agronómica, zootecnia e ingeniería agrícola. En los últimos años su gama de estudios se amplió con nuevas carreras: ingeniería agroindustrial, ingeniería ambiental, diseño industrial y administración de empresas.

Respecto a la Ingeniería Agronómica, conviene resaltar que su plan de estudios fue acreditado por el Ministerio de Educación Nacional en el año 2013 y recibió el Certificado Internacional de reconocimiento a la alta calidad por parte del Consejo Universitario Andino de Naciones (CONSUAN) durante la gestión de la Decana profesora Nora Cristina Mesa.

De acuerdo a la consulta reciente (Octubre de 2017) en la Sección de Registro y Matrícula de la sede de Palmira, los datos cuantitativos  que a continuación se ofrecen son muy actualizados y representativos para sustentar mi respuesta acerca del interés de los jóvenes en estudiar Ingeniería Agronómica, haciendo la aclaración que corresponden exclusivamente a dicha carrera en la Sede de Palmira

Del total de los 3.393 estudiantes matriculados  actualmente en las 7 carreras y programas académicos  (pregrado y posgrado) de la sede de Palmira, se registran 576 estudiantes que cursan Ingeniería Agronómica, es decir el 17% del total, por lo cual se puede concluir que es  la carrera que cuenta con la mayor población de alumnos, seguida por Ingeniería Ambiental con 508 estudiantes matriculados.

De otra parte, en los dos programas de posgrado ofrecidos por la Facultad de Ciencias Agropecuarias (2 doctorados: en Ciencias Agropecuarias y en Agroecología y 2 maestrías: en Ciencias Agrarias y en Ciencias Biológicas), se registran hoy día un total de 212 estudiantes.

Un dato global interesante de saber se refiere al número total de aspirantes inscritos a la U.N. para presentar los exámenes de admisión a las diferentes carreras en todas las 8 sedes nacionales en la última convocatoria en 2017: 68.000 aspirantes de los cuales sólo el 10% (6.800) se admiten al lograr obtener los puntajes mínimos exigidos en cada carrera.

En lo referente a admisiones de nuevos estudiantes (“primíparos”, como se les dice en términos coloquiales), para la carrera de Ingeniería Agronómica el puntaje mínimo exigido es de 500 puntos, en la Sede de Palmira, sobre un máximo de 1000 puntos. En la sede de Bogotá se exigen 700 puntos y en la de Medellín 625.

Normalmente Palmira fija un cupo de 60 estudiantes admitidos en cada semestre, pero en ocasiones (semestre 2018-I), el cupo se amplía hasta 82 estudiantes admitidos en razón del principio de equidad que se aplica  para los aspirantes que hayan alcanzado el nivel de los 500 puntos en las pruebas de admisión de Agronomía.

Es preciso anotar que aunque hubo períodos críticos en cuanto al bajo número de estudiantes admitidos, como ocurrió en el semestre 1997-2, cuando solamente se matricularon 22 estudiantes para iniciar Agronomía, 26 para Zootecnia y 11 para Ingeniería Agrícola (lo que se explica probablemente por razones desestimulantes dada la inseguridad que se vivía por aquellas épocas en el campo), esto contrasta nítidamente con las circunstancias actuales (2.017-2) en las que son 576 estudiantes los que cursan todos los semestres de Ingeniería Agronómica en la sede de Palmira.

Para atender las 7 carreras o pregrados y los programas de posgrado en la sede de Palmira, se cuenta en estos momentos con 105 docentes de planta, la mayoría con doctorado, y 105 docentes ocasionales, para un total de 210 profesores que se ocupan de desarrollar las actividades de docencia, investigación y extensión.

Finalmente, no sobra anotar como dato curioso y comparativo, que aunque la ingeniería agronómica no aparece posicionada entre las 20 carreras universitarias con mayor demanda y mejor pagadas en Colombia, en un reciente informe (2017) del Observatorio Laboral para la Educación (OLE), publicado por el Ministerio de Educación Nacional y los datos que he suministrado aquí, muestran claramente  que la Ingeniería Agronómica sigue siendo una opción profesional muy apetecida por la juventud colombiana. En mi opinión, esto es muy alentador e importante tanto para las Instituciones de Educación Superior (Públicas y Privadas) que como la sede Palmira ofrecen programas de trayectoria respaldadas por una acreditación nacional o internacional,  factor de motivación para los aspirantes a matricularse en ella por la confianza que le generan.

Celsa García

R// Desde la perspectiva de Bogotá, uno puede decir que muchos jóvenes que ingresan a la universidad no tienen como primera opción de estudio la agronomía. Esto es entendible ya que su contacto con la vida de campo se circunscribe quizá a la experiencia de unos abuelos que vivían en Usme y producían papa y tenían unas vacas…. pero los abuelos murieron o se vinieron a Bogotá, esa finca desapareció de sus vidas y solo les quedan los recuerdos vividos vía sus abuelos; otros han estado en Panaca y se sienten muy felices cuando están allá; otros se sienten identificados “teóricamente” con los campesinos y quieren ayudar; otro grupo es más interesado por la naturaleza y piensa que quizá una carrera de ingeniero agrónomo lo acerca más a sus gustos. En suma, son muy pocos los que tienen idea de lo complicado que es el engranaje de la producción agrícola y de los desafíos que les esperan, y buscan conscientemente ser agrónomos. Sin embargo, en otras regiones del país que son más rurales, claro que hay más claridad en la importancia del campo y decididamente están interesados en la carrera. Debo aclarar que aunque los chicos de ciudad que están estudiando agronomía aparentemente tienen ciertas desventajas sobre los chicos que vienen del campo, en mi experiencia la mayoría se enamora de la carrera y reconoce la importancia que tiene su profesión en el desarrollo del país y particularmente en las familias dedicadas a la producción.

¿Qué futuro cree que tiene esta carrera? ¿Cuál es su importancia para el país?

José Iván Zuluaga Cardona

R// El futuro de la ingeniería agronómica en Colombia no dudo que es promisorio, pues la existencia de dicha carrera es fundamental para permitir la formación de los profesionales idóneos y éticos que necesita Colombia para el desarrollo del campo. Ellos –recién egresados o veteranos-, deberán comprender las causas y las consecuencias de las complejas situaciones actuales y futuras inherentes a la producción agrícola nacional. Como se sabe, la agricultura en Colombia presenta múltiples facetas de una misma realidad a enfrentar. En ocasiones son circunstancias muy problemáticas y difíciles de resolver por los profesionales del agro, pero en otros casos aparecen grandes oportunidades o nichos profesionales que se deben aprovechar en el mejor de los sentidos y así generar los avances esperados. Pero no olvidemos que la clave de un buen futuro está en una correcta comprensión del pasado y el aprendizaje que de él logremos.

Puedo decir que tanto para las instituciones de educación superior que poseen facultades con oferta de carreras agropecuarias (principalmente las Ingenierías: Agronómica, Agro-Industrial, Agrícola, Ambiental, Agroecológica y también Zootecnia y Medicina Veterinaria) como para las entidades con perfil tecnológico y/o técnico (Institutos de capacitación práctica, tales como el SENA y algunas ONG y fundaciones rurales), el horizonte de su misión y su visión se amplía y se consolida si se comprometen seriamente con las tareas que les corresponden en la formación y capacitación de profesionales y técnicos agropecuarios capaces de enfrentar los retos y asumir los compromisos que les plantean la realidad rural nacional y las circunstancias concretas en las distintas regiones del país donde se desempeñen  con sus contextos sociales,  económicos, naturales, técnicos y culturales.

En cuanto a la importancia de la Ingeniería Agronómica para el país, puedo expresar en términos generales que Colombia requiere de profesionales que integren sus conocimientos técnico científico  sobre los sistemas de producción agrícola propios del trópico, con los saberes ancestrales de las comunidades indígenas y la experiencia acumulada por los campesinos y los mismos empresarios agrícolas. Todo esto, centrado en el objetivo de producir los alimentos necesarios para la población colombiana y consolidar así la soberanía y la seguridad alimentarias. Igualmente las empresas agrícolas harán las propuestas productivas conducentes al desarrollo agrícola nacional, con miras a satisfacer las necesidades internas para el consumo y considerar los excedentes para planes de exportación de productos agrícolas elaborados.

Desde mi punto de vista, los ingenieros agrónomos deben ser profesionales con sólida formación integral (académica, ética y humanística), con capacidad de liderar o innovar procesos técnicos productivos y con visión de trabajo comunitario que contribuya al desarrollo agrícola del país y sus diversas regiones.

Se debe tener presente que hoy en día la sociedad demanda de profesionales  de la  Agronomía que sean competentes para conducir procesos agrícolas dirigidos a obtener una producción óptima y rentable para el agricultor pero sin olvidar los enfoques agroecológicos actuales que favorezcan una producción limpia de alimentos y propicien un ambiente sano y una buena calidad de vida, evitando riesgos de contaminación en los agro ecosistemas y conservando la biodiversidad y los recursos naturales.

Celsa García

R// La producción agrícola en Colombia y en América Latina está muy lejos de una condición óptima en términos tecnológicos y económicos. No obstante, el apoyo profesional por parte de los ingenieros agrónomos no es escaso. En Colombia hay una veintena de facultades que ofrecen la carrera de ingeniería agronómica a lo largo y ancho del país. Para tratar de dimensionar la situación compleja de la producción agrícola, y socializarla entre los profesionales, profesores y estudiantes, se requiere la participación de gremios productores, de asociaciones científicas como SOCOLEN, ASCOLFI, la SOCIEDAD COLOMBIANA DE LAS CIENCIAS DEL SUELO, etc., de Centros de Investigación como CORPOICA, CIAT, CENICAFÉ y otros CENIs. Esto se ha ensayado mediante pasantías, programas de posgrado, de educación continuada y de diplomados en cultivos puntuales, y podría ser implementado en escala de formación profesional a la manera propuesta por Antanas Mockus consistente en un núcleo de ciencias básicas complementado por un abanico de ciencias aplicadas por cultivos o por disciplinas.

¿Qué aspectos críticos (favorables y desfavorables) destacaría sobre la actualidad de la Agronomía?

José Iván Zuluaga Cardona

R// Pienso que la agricultura colombiana por ser fundamentalmente tropical, goza de importantes ventajas geográficas, climática, de variados pisos térmicos, de una gran diversidad en sus recursos filogenéticos, de una alta biodiversidad faunística, de condiciones hídricas y edáficas privilegiadas. Además, creo que se cuenta con un valioso recurso humano proyectado en los ambientes rurales, tales como campesinos muy experimentados, agricultores muy creativos con visión agroecológica y también empresarial, e ingenieros agrónomos y técnicos agrícolas bien capacitados y talentosos. También se tiene el apoyo de centros de investigación agrícola y de universidades con facultades de Ciencias Agropecuarias y excelentes docentes en las diversas especialidades agronómicas. Todo esto contribuye a crear un ambiente favorable para el desarrollo avanzado de nuestra agricultura.

De otra parte, se cuenta con gente de espíritu empresarial para impulsar programas productivos de impacto socioeconómico importante y al mismo tiempo con pequeños agricultores que manejan sus cultivos con visión agroecológica y objetivos claros hacia una agricultura limpia, pensando en nuevos mercados para sus productos de origen orgánico. Igualmente, existen empresarios agrícolas que impulsan cultivos de excelente acogida en mercados nacionales e internacionales tales como frutales, hortalizas, plantas aromáticas y medicinales y también flores exóticas. Desde luego, se dispone también de un número apreciable de tierras con vocación agrícola pendientes aún de incorporar a los procesos productivos.

En fin, creo no ser idealista ni equivocarme demasiado al afirmar las bondades anteriores de nuestro país para un desarrollo agrícola promisorio. Dichos factores bien aprovechados y dentro de un ambiente socioeconómico favorable, permitirán seguramente un mejor desarrollo del campo. Es indispensable para ello entonces, que se logre un ambiente que garantice un contexto social y económico planificado, equitativo, pacífico, con mayores oportunidades laborales, menos desigualdad y más seguridad y servicios que  cubran dignamente las necesidades de las comunidades campesinas.

Por último, se deben corregir a la mayor brevedad, situaciones aberrantes y limitantes del desarrollo como la corrupción con los dineros públicos, el limitado acceso a los bienes de producción como la tierra y el capital, la falta de planificación y de políticas agrícolas claras y equitativas para  el sector agrícola y en especial las comunidades campesinas y los empresarios agrícolas que requieren incentivos económicos adecuados, precios justos para sus productos y políticas transparentes en la importación de productos alimenticios. Además,  la mayoría de la población rural debe exigir  una  mayor participación en las decisiones cruciales que favorezcan el bienestar integral de los diferentes sectores del campo.

Celsa García

R// Uno de los aspectos más críticos es el insuficiente apoyo tecnológico e institucional para promover cambios en los sistemas de producción. Si uno recorre solamente la zona hortícola de la Sabana de Bogotá, se da cuenta de la enormidad de los problemas que afrontan los horticultores que surten de hortalizas a Bogotá. Estamos hablando posiblemente de la región con mayor posibilidad de desarrollos tecnológicos por su cercanía a los principales centros de investigación y facultades de agronomía del país. La realidad es triste. Es paradójico reconocer que muchos de estos problemas tienen solución tecnológica. Pero por otro lado existen islas donde la tecnología agrícola ha sido adoptada y su efecto es evidente. Como aspecto desfavorable quiero destacar la dramática desconexión que como regla general existe entre los gobiernos municipales y el sector rural. Esta circunstancia no es un atributo exclusivo de Colombia, y numerosos tratadistas internacionales han discutido el tema del parasitismo de las ciudades sobre el campo. Pero adelantándome a su probable pregunta “¿y del postconflicto qué?”, no se puede ser ilusos y creer que este logro, por solo, vaya a contribuir a mejorar la eficiencia en la producción.

¿Cuál es la perspectiva del campo de cara al posconflicto?

José Iván Zuluaga Cardona

R// Mi respuesta a esta pregunta la resumo en las palabras de un jurista muy reconocido, exmagistrado y rector de una prestigiosa Universidad colombiana, doctor Juan Carlos Henao: La primera razón por la que debemos apoyar el proceso de paz que vive Colombia, es que la paz es mucho mejor que la guerra, en términos económicos, sociales y ambientales”. Y agrega: “El pensamiento y el proceder humano no siempre son racionales, pues están permeados por los afectos y las emociones”. Quienes no desean que el proceso avance, suelen jugar con los temores e inseguridades de la gente.

Y agrega: “Para que la paz se consolide en Colombia, es necesario implementar una reforma agraria y evitar que una de las principales razones de la guerra quede sin solución”.

El mismo jurista Juan Carlos Henao, termina una entrevista reciente para los directores de la Revista “Campus Univalle” (Agosto de 2017. Edición 143). citando una frase contundente del filósofo francés Edgar Morín: “Es necesario aprender a navegar en un océano de incertidumbres a través de archipiélagos de certeza”.

Los invito a leer cuidadosamente los anteriores párrafos, a reflexionar sobre su importante contenido y a sacar sus propias conclusiones generales y más particularmente las aplicables al sector rural.

Celsa García

Los comentarios son generalizados “el campo volvió a ser importante para el país y debemos estar listos para asumir el reto de una producción eficiente en las zonas de posconflicto” me permito ser pesimista. Ojalá me equivoque, pero me temo que, si Colombia no aprende las lecciones del conflicto para aprovechar las oportunidades y llevar los programas agrícolas a un estado de sostenibilidad, esto será otra estrella fugaz.