Por: I. A. Enha Sherlyn Pardo Hernández

 

La mayoría de los productos agrícolas se relaciona estrechamente con el clima y la rentabilidad económica y la floricultura no es la excepción. En México contamos con variedad de climas y suelos que nos permiten obtener una gran gama de flores las cuales son comercializadas en el mercado interno y externo. Sin embargo, nuestra floricultura ha carecido de estrategias que le permitan aprovechar el gran potencial productivo y consolidar un mercado de calidad con Estados Unidos.

La actividad florícola ha generado un gran número de empleos directos e indirectos y ha sido el principal ingreso económico de ciertas regiones del país. Es importante señalar que la producción en invernadero está enfocada a la producción de flor de corte de calidad, mientras que a cielo abierto la calidad disminuye. El Estado de México contribuye con el 80% del valor de la producción nacional. Las variedades que se producen son de alta calidad y rentabilidad (rosa, gerbera, alstroemeria, dalia, clavel, crisantemo, aster y follajes, entre otros); se producen cerca de 3,675.9 millones de tallos con un valor de 3,046 millones de pesos mexicanos (4,681 millones de pesos colombianos).

Pese a la importancia de este sector en la generación de ingresos, existe  una serie de desventajas como la comercialización. La mayoría de los productores comercializan directamente la flor que producen ya sea en mercados locales, o la trasladan a la Central de Abastos de la Ciudad de México, que es el centro de comercio de productos agrícolas del país y que la convierte en el punto de referencia para la determinación de precios.

Son pocos los productores que tienen contratos firmados para vender sus flores a cadenas comerciales y son aún menos las empresas que venden al mercado estadounidense o canadiense. Es por esta razón se requieren mayores esfuerzos para establecer convenios y beneficiar a todos los participantes de la cadena productiva.

Por otro lado, la falta de inversión por parte de los productores para cultivar flores con mejores aromas y mejores presentaciones es lo que limita a la oferta nacional.

Son contadas las empresas que están a la vanguardia o por lo menos lo intentan; para ofrecer flores de alta calidad, el logro de estas empresas radica en el empeño e interés por contactar a los proveedores que ofrecen los últimos adelantos en materia de semillas mejoradas, fertilizantes, agroquímicos pero sobre todo, el conocimiento de hacer un cultivo altamente rentable.

Por fortuna, la visión de una floricultura de mala calidad y tradicional se está quedando atrás, el productor florícola se ha dado cuenta del potencial que tiene y ha buscado asesoría de expertos para darle un giro a su actividad. Ha faltado desarrollar con mayor intensidad un sector especializado.

Tengo dos años trabajando en una empresa reconocida por producir flores de calidad (Coxflor en la Joya de Villa Guerrero en el estado de México) y que busca siempre estar a la vanguardia y ofrecer el mejor producto.  Esto le ha permitido exportarlas al mercado de Estados Unidos y Canadá. Actualmente soy encargada de una de las fincas de flores que tiene la empresa, en la cual soy responsable del cultivo de rosa, alstroemeria, gypsophila y lilys. El gerente de producción de la empresa, que por cierto es de Colombia, el ingeniero agrónomo Martín González Álvarez, me ha enseñado el manejo de los cultivos y a él le debo parte de mi crecimiento profesional.  Debo confesar que las flores es una industria que en mi país es poco reconocida, estudiada y valorada. Se tiene poco conocimiento del manejo del cultivo de ornamentales en comparación con las hortalizas, cereales y frutales; muy pocos tienen la oportunidad de contratar a algún experto. He visto calidad entre los pequeños productores y al mismo tiempo un limitado mercado para ellos, no por falta de calidad sino por falta de visión de salir de nuestro sitio de confort.

Todos los días me enamoro de las flores porque lejos de tener un trabajo de rutina, siempre me sorprenden con un desafío diferente, no me arrepiento de la profesión que elegí. Al contrario, me convenzo que estoy en el lugar correcto. Hay agrónomos que trabajan para alimentar al mundo, pero existimos otros que trabajamos para alimentar el alma.

A quienes me lleguen a leer y les interese la floricultura, no olviden que México tiene grandes ventajas de ser un país prometedor en esta industria. Su cercanía con los Estados Unidos hace que se reduzcan los costos de transporte, además, contamos con mano de obra de bajo costo y calificada y con diferentes climas que le permiten la producción de una amplia variedad de flores.