Por: Lucia Lotero V.
Dirección Operativa.
Grupo Fortaleza.

Nos pasamos la vida tratando de llegar a acuerdos. El acuerdo marca el fin de una negociación, marca el final de un proceso de entender posiciones y acercarnos en los intereses comunes. En ocasiones, es tan difícil llegar a este punto porque se presentan varios elementos que nos producen estancamientos en el intento de lograr el acuerdo.

El primer problema en toda negociación soy YO. Partiendo de esta base, es claro que mi EGO, mis prejuicios, mis percepciones y mi falta de manejo emocional no hacen otra cosa que producir estancamientos. El punto de partida para encontrar la mejor salida, es empezar por el autoconocimiento, descubrir cuál es el esquema mental con el que le estamos dando significado a todo lo que nos rodea y a todo lo que nos llega e impacta mediante estímulos, emociones, conocimiento, mensajes, etc.  

Cuando alguien nos comunica algo, entra primero nuestra escala de valores a decodificar el mensaje, luego se activan los recuerdos de experiencias pasadas; también va a predominar en mi interpretación el estado de ánimo dominante de mi personalidad, la autoestima y hasta los conflictos no resueltos de la noche anterior. Todo esto es una barrera para el interlocutor que trata de acercarse a transmitirnos algo y, en ocasiones, se va con la frustración de no entenderse con nosotros, de no llegar a un acuerdo, calificándonos, simplemente, como personas complicadas.

Estas barreras psicológicas que ponemos no permiten llegar a buenos acuerdos en el ambiente familiar, laboral, de negocios, etc. Es muy importante iniciar un proceso de autoconocimiento y autocrítica buscando espacios que me permitan entender por qué es que genero rechazos, prejuicios y juzgamientos. Solo haciendo consciencia de mi esquema de crianza, del cómo me codificaron en casa mis padres, es que yo logro avanzar sobre los detonadores de mi personalidad.  

Luego de auto-conocerme y auto-evaluarme, comienzo a entender que todos tenemos una visión distinta, decodificamos el mensaje de manera distinta, así que la próxima vez que me encuentre con alguien que solo escucha para reaccionar, entenderé que está pasando el mensaje por todos estos elementos mencionados y que yo solo debo respirar, llenarme de tolerancia, y ayudar al otro a entender el mensaje de otra manera, con otro punto de vista, sin juzgamientos.

Hace poco estuve en una conversación con dos personas de la región de Bogotá y me llamaba la atención cómo manifestaban su percepción de un interlocutor con el que compartimos una mañana: lo sintieron como alguien muy sobrador. Fue muy curioso para mí, pues precisamente el interlocutor era una persona del Valle, hermoso Valle Del Cauca donde tuve el privilegio de ser criada, así que pase a  explicarles lo extrovertidos que son las personas de esta región, les hice ver que era un juicio dado por la forma en que el interlocutor expresó sus puntos de vista, totalmente abierto, sin filtro, y que así sucede también en otras regiones del país donde las personas son más tranquilas para hablar de lo que piensan y sienten; es cultural, es crianza.  Lo importante aquí es ver cómo es que yo estoy recibiendo todo esto, bajo un ojo crítico o bajo una mirada que incluye y que quiere explorar, preguntar, entender y conocer a las personas.

En nuestro país, y lo escribí en otro artículo, se está generando una cultura de intolerancia. Claramente, ese no fue el caso de la historia que les comento; aproveché el ejemplo para comentar una situación donde los elementos mentales producen juicios hacia las personas.  

En esta región de la sabana de Bogotá y alrededores nos vemos influenciados por el estrés de la capital, vivimos demasiado acelerados. Creo que Navidad y fin de año nos brindan un buen momento para hacer uso y volver un propósito a aplicar en nuestra vida esa famosa frase de nuestros queridos costeños “tómala suave”, lo cual no significa no hacer nada, simplemente es un proceso en el que YO paro, escucho y hago preguntas para entender, no para debatir. Es un proceso en el cual me decido por preguntar más, antes de interpretar o juzgar.  

Esto seguro nos ayudará a entender que el punto de vista del otro puede ser distinto al mío, y que si el otro expresa su punto de vista no significa que sea un ataque personal frente al que rápidamente debo ponerme los guantes y bloquear un posible acuerdo.  

La vida no es otra cosa que la negociación que haces de ella,.. dejemos entonces para el próximo artículo el siguiente tema: ¿Cómo es que estás negociando tu vida?