Por: Camilo W. Echeverri Erk, I.A.
Cali, Valle del Cauca.

 

En una edición anterior me referí a los peligros que se corren al hacer un mal uso de la Internet y de las redes sociales.

Nuevamente quiero retomar el tema, esta vez para referirme concretamente al uso irresponsable de la red social Twitter. Desde que apareció este novedoso método de comunicación me pareció que podía prestarse para todo tipo de abusos, pero los recientes escándalos generados por algunos “trinos” han corroborado que sí hay razón para preocuparse y que es necesario que los “tuiteros” reflexionen un poco sobre el efecto que pueden tener sus comentarios, antes de lanzarlos al ciberespacio. Tengo claro que en muchos casos los “tuits” están diseñados para causar daño a otras personas, pero en muchos otros casos seguramente el emisor no mide las consecuencias antes de manifestarse a través de la red.

Es innegable que el avance tecnológico logrado por la Internet y todas las aplicaciones que funcionan sobre esta plataforma ha “facilitado” la vida de las personas en el campo laboral, comercial y social, en muchos sentidos. Sin embargo, también hay muchos casos en que la vida se le ha “complicado” a aquellos que las usan de manera irresponsable. Mencionaba en mi columna anterior, el fenómeno ya estudiado de la “nomofobia” o el miedo a no tener su celular a la mano, o las depresiones que experimentan algunas personas, sobre todo los jóvenes, al usar redes como Facebook; el cyberbullying o acoso a través de la Internet es otro claro ejemplo de esto. Pero aún más preocupante es la incitación al odio a través de las redes sociales al hacer llamados a la intolerancia y la violencia contra personas o grupos de personas por su raza, nacionalidad, credo religioso o inclinación política o sexual, que se magnifican y masifican aprovechando su característica de “viralidad”. Las redes se han convertido en espacios donde parece más fácil juntar y organizar estos odios haciéndolos más visibles.

Los casos recientes que me parecen más alarmantes por la investidura de quienes los han protagonizado son los del presidente de una de las naciones más poderosas del mundo y el de un expresidente de nuestro país, hoy en día senador de la república. El uso irresponsable del Twitter por parte de estos dos personajes me parece muy cuestionable, en primer lugar, dada su posición en la escala social y lo que significan como imagen y ejemplo para los ciudadanos de sus países. En segundo lugar, considero cobarde el aprovecharse de la intimidad y versatilidad que ofrecen estos medios de comunicación para decir cualquier cosa, cuando les provoque, a cualquier hora del día o de la noche, la cual quizás no se atreverían a decir de frente a los implicados. En tercer lugar, es lamentable que después de “embarrarla” (por no utilizar otro término más coloquial) pretendan componer su versión para justificarse y no reconocer su error. En cuarto lugar, pero no menos importante, me sorprende de dónde sacan tiempo para dedicarse a trinar como “urracas parlanchinas” unos altos dignatarios que deberían preocuparse por asuntos más relevantes e importantes para los que fueron elegidos. Probablemente ese sea su pasatiempo en sus múltiples y largas horas de insomnio.

Afortunadamente no estoy en Twitter ni en ninguna otra red para recibir los “me gusta” y “no me gusta” que pueda generar esta columna.

Hasta la próxima.