Por: I.A Jorge Miranda
Consultor temas cannabis

Cannabis Sativa L. o marihuana, una de las plantas que con mayor antigüedad se emplea medicinalmente en la historia de la humanidad es originaria de Asia Central, entre el norte de Afganistán y las montañas del sur de Siberia. Diversos estudios científicos y antropológicos remontan los primeros registros del uso del cannabis como medicina a la farmacopea del emperador chino Shen Nung hace más de 4000 años, en la cual se recomendaba para el tratamiento del dolor, el resfriado y las alteraciones menstruales, entre muchos otros. 

Para la segunda mitad del siglo XIX en Europa ya se divulgaban las múltiples cualidades medicinales del cannabis a través de diversos artículos científicos publicados por la prensa, donde se recomendaba para combatir varias enfermedades. Para los inicios del siglo XX, un número considerable de medicamentos que incluían cannabis en su composición ya se distribuía en las farmacias; sin embargo, el desconocimiento del mecanismo de acción de los compuestos presentes en la planta, combinado con decisiones políticas y legales (como el Marihuana Tax Act) impulsados por intereses económicos de la industria farmacéutica, que veía amenazado su monopolio por una planta de fácil acceso y cultivo masivo, redujo considerablemente el interés por el uso y exploración médica del cannabis. No obstante, en las últimas décadas el tema se ha retomado al empezar a conocerse tanto los compuestos presentes en la planta como los mecanismos neurobiológicos en los que actúa. 

El psicólogo español José Carlos Bouso, Doctor en Farmacología en su libro Cannabis medicinal: de droga prohibida a solución terapéutica, sostiene que “Los días que faltan para que cannabis pase de ser una droga prohibida a una medicina universal están contados”.  Lo anterior se basa en que en el organismo humano existen moléculas de la misma familia química que los cannabinoides presentes en las plantas de cannabis que sirven para regular numerosas funciones fisiológicas. Además, sostiene que “cuando las moléculas endógenas son incapaces de restaurar funciones alteradas, el uso de sustancias exógenas puede contribuir al restablecimiento del organismo y es allí donde la acción de los fitocannabinoides hace su aporte”.

Se ha determinado científicamente desde la década de los años 60 que el sistema endocannabinoide del cuerpo humano regula funciones como la presión sanguínea, la temperatura corporal, la frecuencia cardiaca y los niveles de glucosa. Las células de un organismo funcionan correctamente dentro de intervalos de condiciones de temperatura, pH, nutrición, etc., y deben sobrevivir en un medio en el que estos parámetros varían a cada momento. Los organismos necesitan que estos mecanismos mantengan estable su medio interno a pesar de los cambios en el medio interno o externo, por lo que la homeostasis es uno de los factores más importantes. El sistema endocannabinoide, presente en el ser humano y en los mamíferos, excepto en los insectos, afecta muchos procesos fisiológicos, como la sensación de dolor, el apetito, el estrés, la función inmune y el sueño, entre otros.

El sistema endocannabinoide es un sistema de neurotransmisión que se encuentra en áreas y tejidos diferentes. Consiste en una serie de receptores fitocannabinoides y endocannabinoides que interactúan y un grupo de enzimas que regulan el ciclo de vida de estos. Dichos receptores de cannabinoides se encuentran en el cerebro, órganos, sistema nervioso central y periférico, tejidos, glándulas y células inmunes, es decir, en muchas áreas del cuerpo excepto en el bulbo raquídeo, el cual controla las funciones autónomas como la respiración. En cada área, el sistema endocannabinoide realiza diferentes tareas, pero el resultado es siempre el mismo: la homeostasis o equilibrio, es decir el mantenimiento de la estabilidad interior a pesar de las fluctuaciones del entorno. 

Esta corta explicación aclara, en términos generales, cómo es el funcionamiento de los cannabinoides dentro del organismo gracias a la existencia del sistema endocannabinoide. Ahora se hablará de aquellas dolencias respecto de las cuales hay evidencia científica del efecto positivo de los fitocannabinoides.

Dolor crónico

Un reporte publicado en la Revista Hospital Clínico Universidad de Chile en 2015, a partir de un estudio científico adelantado por la Doctora Evelyn Muñoz S. del Servicio de Medicina Física y Rehabilitación, concluyó que “…los cannabinoides disponibles tienen un rol analgésico, medianamente eficaz y seguro, que proporciona una opción terapéutica razonable en el tratamiento del dolor crónico no oncológico en pacientes seleccionados, sin respuesta a los fármacos habituales y controlables en el tiempo”; además, “…el desarrollo de estudios de calidad y uniformes siguen siendo necesarios para una definición en el largo plazo de sus indicaciones y contraindicaciones”.

Por otra parte, a nivel nacional se han desarrollado diferentes estudios médico – científicos para el manejo del dolor a partir de la aplicación de tratamientos con diferentes cannabinoides, como el estudio Manejo del dolor crónico con extracto de Cannabis, en un grupo de pacientes de la ciudad de Manizales, realizado por José Henry Osorio. Dichos estudios concluyen que la combinación de THC (tetrahidrocannabinol) y CBD (cannabidiol), mostró buena respuesta al manejo del dolor; sin embargo, se deben tener en cuenta las limitaciones que presentan la mayoría de los estudios que evalúan el efecto analgésico de cannabis, de las cuales no es ajeno el presente estudio, tales como las diferentes dosis y formas farmacéuticas utilizadas, la falta de ensayos comparativos para las distintas formulaciones y vías de administración, el reducido tamaño de muestra, y el sesgo en la selección de pacientes.

Insomnio

De acuerdo con el estudio Melatonina, sueño y ritmos circadianos: justificación del desarrollo de agonistas específicos de melatonina, tomar CBD no induce el sueño, pero sí puede tener un efecto positivo en la calidad del sueño a través de varios efectos en el cuerpo. Esta es, en cualquier caso, la afirmación de un estudio realizado en un modelo animal. Las propiedades ansiolíticas y anti-psicóticas pueden ayudar a reducir el estrés subconsciente y emocional. El efecto antiespasmódico podría reducir la tensión muscular, por lo que el CBD promueve la relajación del cuerpo. La melatonina, por otro lado, funciona principalmente como un inductor de sueño y una concentración creciente de esta hormona en la sangre inicia la fase de reposo en el cuerpo. La combinación de CBD y la hormona del sueño del cuerpo, la melatonina, podría ser una posible solución para un sueño saludable y reparador.

Epilepsia refractaria

A pesar del desarrollo en las últimas décadas de más de 20 drogas antiepilépticas (DAE), el 25% a 30% de los epilépticos -unos 20 millones de personas en el mundo- siguen siendo refractarios a los fármacos. El fracaso terapéutico y los efectos adversos de la politerapia determinan que los padres busquen nuevas alternativas terapéuticas, sin esperar los tiempos, muchas veces prolongados, de la evidencia científica. Las propiedades antiepilépticas del cannabis se conocen hace más de 4 milenios, persistiendo su uso hasta inicios del siglo pasado, en el cual la aparición de nuevas DAE y su prohibición legal provocan su retiro medicinal. A partir del mejor conocimiento de la composición de los cannabinoides y del sistema endocannabinoide, se realizan estudios preclínicos y clínicos que en su mayoría muestran resultados favorables y con buen margen de seguridad, especialmente de los productos con mayor concentración de cannabidiol (CBD). 

Si bien se piensa que no será la solución milagrosa y definitiva de muchos niños, en la actualidad es una alternativa que puede mejorar la calidad de vida en epilepsias fármaco resistentes (EFR) no quirúrgicas. La repercusión en el neurodesarrollo de estas EFR en la infancia es devastadora con graves consecuencias cognitivo-conductuales. El control temprano de las crisis mejora sustancialmente el pronóstico de estos niños. 

El mecanismo de acción es desconocido, pero se tienen evidencias científicas de que alteraría el sistema endocannabinoide, que actúa en la generación y perpetuación de convulsiones. El CBD evita los efectos psicoactivos del sistema endocannabinoide, contrarrestando la activación CB1 (neuro receptor presente en el sistema endocannabinoide). El cannabis de la planta entera con alto contenido de CBD y bajo THC también puede disminuir las convulsiones. Especialistas en medicina cannábica afirman que la planta de cannabis contiene una mezcla compleja de cannabinoides que determinaría una sinergia positiva llamada “efecto séquito” superior a los medicamentos sintetizados.

En conclusión, el CBD ha mostrado eficacia anticonvulsivante en estudios preclínicos y en ensayos clínicos con buen margen de tolerancia, ocupando un lugar en el tratamiento de epilepsias refractarias, devastadoras en la infancia. El desafío futuro será develar cuál es la composición, dosis más eficaz y segura de cannabinoides, así como seleccionar los síndromes epilépticos candidatos para dicho tratamiento.

Nauseas

Hasta un 75% de los pacientes que reciben quimioterapia presentan náuseas y vómitos. Aunque los fármacos convencionales contra las náuseas son eficaces, no funcionan en todos los casos. Los fármacos terapéuticos basados en el principio activo del cannabis, conocido como THC (Tetrahidrocannabinol), se han aprobado para su administración como fármacos contra las náuseas en algunos países.

Una clave para controlar los síntomas parecen ser los receptores que se encuentran en partes del cerebro y en el tracto gastrointestinal que producen y se une con la serotonina, un neurotransmisor.  Ondansetrón, un reconocido medicamento antiemético (antivomitivo), bloquea los efectos nauseabundos de la liberación de serotonina.

El cannabinoide CBD (Cannabidiol) no intoxicante, interactúa con los receptores que liberan serotonina. Se ha demostrado que, cuando se administra en dosis relativamente pequeñas, ayuda a aliviar las náuseas y los vómitos. Además, el CBD puede ser eficaz para aliviar la ansiedad, lo que ayuda a los pacientes a controlar la angustia por padecer náuseas crónicas. 

Como se mencionó anteriormente, estas dolencias son las más estudiadas científicamente y presentan evidencias de sus efectos positivos. Sin embargo, popularmente los efectos positivos en esta y otras dolencias cuentan con un sinnúmero evidencias personales, como el caso de muchas madres con hijos epilépticos que presentaban más de 10 episodios diarios de convulsiones y luego de iniciar sus tratamientos con cannabis (THC y CBD) a partir de fórmulas magistrales, se han reducido a dos o tres a la semana. 

Cabe aclarar que para ilustrar este artículo se mencionan sólo algunas publicaciones; sin embargo existe una multitud de investigaciones médicas lideradas por universidades, laboratorios, clínicas y grupos de investigación que se encuentran en diferentes etapas de desarrollo en cuanto a los componentes y pruebas de fitocannabinoides y combinaciones con medicamentos de síntesis química, acorde con los procedimientos y estándares de calidad y bioseguridad que deben cumplir todos los medicamentos para ser aprobados y  así poder ser producidos y comercializados.

A nivel personal tengo conocimiento casos de pacientes terminales con enfermedades catastróficas y padecimientos de intensos dolores, donde la medicina tradicional ya no funcionaba o los opioides los mantenían en estado suspendido, y gracias al suministro de cannabinoides soportan su dolor, ofreciéndoles una mejor calidad de vida y una reintegración a la familia. 

Bibiliografía

  • Spinella, 2001, The psychopharmacology of herbal medicine. Plant drugs that alter mind, brain, and behavior. Cambridge, MA: The MIT Press.
  • Cannabis medicinal: De droga prohibida a solución terapéutica. Editorial Amat en Edizione, Madrid, junio 2021
  • Nataly Bolaños Facultad de Ciencias de la Salud, Universidad de Manizales y Facultad de Ciencias para la Salud, Universidad de Caldas. Google Scholar
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