Por: Camilo Echeverri Erk, I.A.
Cali, Valle del Cauca

Esta edición de la revista viene con un doble motivo de celebración. Por un lado, se completa con este número la edición 100, por lo cual quiero felicitar a Myriam, su gerente, y a Angélica, su directora, por su empeño en continuar el legado de su fundador, Arnulfo ‘Fito’ Pardo, con empeño, tesón y constancia. La revista ha evolucionado en este tiempo hasta convertirse en el principal medio de comunicación técnico escrito del sector floricultor colombiano.

Por otro lado, coincide esta publicación con una nueva celebración del día del Ingeniero Agrónomo. Con motivo de esta ocasión me puse a la tarea de investigar un poco sobre la historia de la agronomía en Colombia y los desafíos que imponen los tiempos actuales y futuros a los profesionales de esta disciplina.

En su definición más amplia, para los lectores que no son agrónomos, esta carrera es una disciplina basada en un conjunto de saberes, conocimientos y técnicas, aplicados en la práctica de la agricultura y la ganadería. Sí, también de la ganadería, aunque nos sorprenda. En sus inicios, los profesionales recibían formación para su desempeño en cualquier actividad agropecuaria. Hoy en día las actividades pecuarias son ejercidas por médicos veterinarios y zootecnistas, entre otras profesiones.

El origen de la agronomía se sitúa en el siglo XIX en Europa y Estados Unidos. En Colombia, algunos consideran que nació oficialmente con el establecimiento de la Escuela de Agricultura en Medellín en 1911. En 1934 la nación crea el Instituto Nacional Agrícola (INA) para orientar la inversión en el campo, desarrollar modelos de producción, y capacitar a los profesionales del agro. Posteriormente, en 1937, el INA pasa a ser parte de la Universidad Nacional de Colombia (UNC), dando origen a la creación de la Facultad Nacional de Agronomía.

Según Jesús Antonio Bejarano, hacia finales de los años cuarenta del siglo pasado, existían solo tres facultades de agronomía adscritas a la UNC: la de Medellín (1925), la de Manizales (1934), y la de Palmira (1947). Entre 1947 y 1955 surgieron facultades de agronomía en la Universidad de Nariño (cerrada en 1953 y, posteriormente, reabierta), en la Universidad de Caldas, y en la Universidad del Tolima. En 1963 se creó la Facultad de Agronomía de la UNC, sede Bogotá. Como dato curioso, el primer proyecto de investigación en esta facultad se tituló: “Comportamiento genético en aves de corral”, llevado a cabo por el médico veterinario Milciades Martínez Gustín. En 2013 el World University Ranking by Subjects (Escalafón de Universidades por Materias) situó a la UNC entre las 150 mejores universidades del mundo en agricultura.

Agriculturers, red especializada en agricultura, realizó el estudio “Tendencias – perfil del agrónomo en la nueva era”. Según este documento, el entorno actual está caracterizado por el cambio climático, la falta de recursos naturales, y la degradación ambiental. Para 2050 se estima que el 70 % de la población mundial sea urbana (actualmente es alrededor del 49 %). Esto conlleva unos desafíos gigantescos para la humanidad, como:

  • Producir más de cinco millones de toneladas de alimentos para 9.100 millones de personas en 2050, con menos agua, menos suelo, y menos biodiversidad.
  • Alimentar de forma sana y nutritiva a todos los habitantes, eliminando hambre y malnutrición, sobrepeso y obesidad.

De acuerdo con la FAO, en la actualidad no hay suficientes agrónomos para cumplir con estas metas.

Los enormes retos mencionados exigen formar agrónomos para la ‘nueva era´. El agrónomo del futuro contribuirá a unir el campo con la ciudad para afrontar y evitar la migración; mejorará la producción agrícola de forma sostenible para satisfacer la creciente demanda, con respeto por la naturaleza; con su atención en el pasado, usará los nuevos recursos tecnológicos (nanotecnología, sensores, robots, energía solar, impresión 3D, entre otros) para lograr sistemas alimentarios eficaces, inclusivos y resilientes; para, finalmente, mejorar los ingresos en las zonas rurales.

Estos retos exigirán del agrónomo ‘moderno’ nuevas destrezas y habilidades. Deberá tener capacidad para relacionarse y apreciar otras culturas y costumbres. Su principal preocupación será la producción de alimentos sanos, para lo cual tendrá que implementar nuevas estrategias de prevención y control de plagas y enfermedades. Con mejores conocimientos en el manejo de poscosecha contribuirá a disminuir las pérdidas en toda la cadena de comercialización, impactando positivamente la rentabilidad de todos los actores involucrados. Su conciencia ecológica lo llevará a proponer mejores estrategias para el uso eficiente y sustentable de los recursos naturales (agua, suelo y medio ambiente). La creciente importancia de la agricultura urbana le exigirá una mayor preparación para el manejo de este nuevo modelo de agricultura. Además de las fortalezas técnicas, también deberá estar provisto de habilidades ‘blandas’ que le confieran una mayor sensibilidad social, una mejor disposición para el trabajo en equipo y la capacidad para liderar procesos y proyectos.

Se considera que la agronomía será una de las profesiones con más futuro en los próximos quince años. El concepto de estudiar algo relacionado con el campo pasará de la percepción actual de ‘poco prestigio’ a una que mezcla lo mejor de ambos mundos, el urbano y el rural, con un perfil exitoso.

En el día del ingeniero agrónomo, les envío a mis colegas un especial saludo de felicitación por la labor que ejercen para el desarrollo de la floricultura en Colombia.