Por: La subdirectora

A pocos meses de haber empezado su gestión, el controvertido presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, ha ejecutado ya varias iniciativas relevantes en términos de relaciones comerciales internacionales y ha anunciado otras más que no dejan de ser notables.

La posición que con mayor claridad ha expresado Trump es que los tratados de libre comercio son desventajosos para Estados Unidos porque conllevan a la pérdida de puestos de trabajo. Trump ha sido enfático en que para tener libre acceso al mercado estadounidense, las compañías deben hacer inversiones y generar empleo en el país. Es por este motivo que muchas empresas automotrices han tenido que lidiar recientemente con las presiones del magnate, pues de no mostrarse lo suficientemente complacientes, deberán asumir el riesgo de que sus importaciones a Estados Unidos se vean obstaculizadas por elevados aranceles.

Aranceles de hasta un 40% han sido anunciados para las importaciones de productos mexicanos y chinos. Además, naciones como Alemania también están en la mira por tener una balanza superavitaria con respecto a Estados Unidos, lo que no parece ser del agrado de su presidente.
El retiro del gigante norteamericano del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica -TPP fue la primera de las medidas proteccionistas llevada a la práctica por el nuevo líder. Por sus declaraciones, se esperan reformas en otros acuerdos como el Tratado de Libre Comercio de América del Norte -NAFTA.

Por lo que toca a Colombia, de momento no parece que el efecto Trump llegue a tener alguna consecuencia distinta a la volatilidad que en la moneda pueda ocasionar la impredecibilidad del gobierno estadounidense. Como lo reconocen nuestras propias autoridades, Estados Unidos envía a Colombia muchos más productos de los que Colombia envía a ese país, lo que sumado al tamaño del mercado, sitúa a Colombia como un socio prácticamente insignificante en la agenda comercial estadounidense. Antes bien, la ministra de industria y comercio sugiere que las políticas comerciales de Trump convienen a nuestro país, toda vez que Colombia podría aprovechar la imposición arancelaria a los chinos y mexicanos para introducir o posicionar en el mercado estadounidense sus productos. En otras palabras, lo que sugiere es que se aproveche la falta de competencia que ocasionará el veto comercial de otras naciones.

En todo caso, lo que a primera vista parecen medidas encaminadas a resguardar a toda costa los intereses estadounidenses no es más que una estrategia populista muy exitosa en la arena política pero económicamente deficiente.

Las políticas proteccionistas posteriores a la crisis de 1929 demostraron que, en el mejor de los casos, los efectos positivos se dan solo a corto plazo, mientras que las implicaciones negativas perduran en el mediano y largo plazo. En esa ocasión el mercado mundial se hizo tres veces más pequeño y los efectos se hicieron sentir en todo el planeta.

Restringir los mercados imponiendo aranceles favorece momentáneamente a la industria local debido a que se reducen la competencia externa y la disponibilidad de productos. Por esta razón, en principio se crean algunos puestos de trabajo para aumentar la producción necesaria y así cubrir el nicho dejado por las importaciones.

Sin embargo, como deja de haber competencia, las compañías cesan en su esmero por crear productos de calidad y por innovar, lo cual desfavorece al consumidor, que además de contar con menos opciones, se ve obligado a pagar precios exorbitantes por los buenos productos. Por último, las políticas proteccionistas suelen contagiarse a otros países pues la reacción natural al cerramiento del mercado extranjero es hacer lo propio. Con el paso del tiempo, la espiral proteccionista crece mientras que los mercados se empequeñecen y la economía se debilita. En un estado avanzado de proteccionismo cada país debería aspirar a vender sus productos solo dentro de su propio territorio.

La tendencia debe ser hacia la cooperación, no hacia el aislamiento. Hoy en día las economías de los países están estrechamente relacionadas porque la mayoría de los bienes que consumimos no pueden ser producidos completamente en un solo lugar. El discurso de Trump surtió efecto entre los votantes estadounidenses y avanza en los procesos electorales que tendrán lugar este año en Europa. ¿Estaremos entrando en una época oscura para la economía?