Por: La directora
Aunque son más que suficientes las razones que justifican la falta de satisfacción por la gestión del gobierno y, en general, el rumbo del país, no se puede caer en el error de atentar contra las condiciones e infraestructura que pueden permitir, precisamente, que la situación mejore.
Protestar es legítimo y exigir resultados a los mandatorios es justo y necesario. Pero no lo es utilizar mecanismos de presión suicidas como la destrucción de los bienes públicos y el bloqueo de las vías, que lo único que consiguen son la pérdida de las cosechas, la pérdida de los empleos, la pérdida de las vacunas y la pérdida de los mercados internacionales, que hoy en día muestran una creciente desconfianza dada la incertidumbre política y social de Colombia y se decantan por sustituir la oferta de nuestro país por la de otros más estables.
Aunque el desempleo y la pobreza han aumentado y son preocupantes, hay señales que dejan entrever un panorama más optimista y que debemos saber aprovechar. Por una parte, la vacunación avanza a un ritmo acelerado, lo que permitirá eliminar el factor pandemia de nuestras vidas, cosa que, al menos, promete que la situación se estabilice a niveles de 2019. Por otra parte, aumentan los precios del café y del petróleo, bienes cruciales para el buen desempeño de la economía. Además, hay otros productos que siguen sacando la cara, como las flores y los bananos, y otros que van por excelente camino, como el aguacate, los arándanos y el cannabis. Por último, ya hay algunos conglomerados que han manifestado un pronóstico más positivo para el desarrollo de nuestra economía en lo que resta del año.
Es hora de tirar para el mismo lado. El gobierno debe enfocar sus esfuerzos en crear oportunidades reales de trabajo e impulsar la economía al tiempo que la ciudadanía debe manifestar sus inconformidades responsable y razonablemente: sin entorpecer los procesos que promueven el empleo y el bienestar social (como la industria y el comercio) y sin plantear exigencias que se salen de la esfera de acción de todo gobierno, por bueno que sea (como la cesación de la discriminación étnica y de género, lo cual constituye un proceso social de largo plazo en el que toda la sociedad debe participar). Escuchar, ser razonables y cooperar son tres elementos claves que nos permitirán salir de la crisis.