Por: Lucia Lotero V.
Especialista en gerencia comercial con énfasis en mercadeo.
Dirección operativa Grupo Fortaleza.

 

Cuando ya tenemos la empresa unida en torno a la visión, los propósitos y las estrategias viene uno de los pasos más complejos y de más liderazgo por parte de los directivos de la compañía: la implementación. Aquí es muy importante que cada equipo y cada persona tenga claro cuál es su rol en la implementación, cuáles son los objetivos que se esperan de cada área y cuáles son las cuotas medibles y cuantificables por las que se le estará midiendo y retroalimentando. Este último verbo es clave porque las personas necesitan información frecuente sobre cómo se están desempeñando en sus responsabilidades.

Es increíble que se pretenda hacer una retroalimentación semestral o anual a los equipos. Cuando dejas pasar tanto tiempo las personas se desconectan, pierden ritmo, se desenfocan; y para nada estoy diciendo que el modelo de liderazgo más efectivo es el del jefe que respira en la oreja, pero sí lo es el de aquel jefe que no pierde de vista sus objetivos, compromete y empodera a su equipo y acompaña paso a paso la ejecución para hacer parte de la estrategia más allá del papel.

Miremos el caso de algunas empresas en las que se requiere la presentación de informes todo el tiempo: llegan a la gerencia una cantidad de reportes, de cifras y de porcentajes que no muestran la realidad de la ejecución o que no sirven para la toma de decisiones. Esto se presenta en algunas ocasiones por la dificultad en el acceso a la información. Los equipos necesitan hacer seguimiento a sus datos y el punto de partida es que el software de las empresas permita un fácil acceso. Es deber de cada equipo disponer de un tiempo para la revisión de los datos para ver cómo va la gestión y tomar decisiones rápidas en caso de requerir un cambio de precios, una importación de producto, una devolución de mercancía, una actualización de proveedores, etc. Es deber de la empresa definir como se presentarán esos informes, si en forma de cuadros, tablas, gráficos o lo que sea que se necesite para tener la información clara, precisa y homogénea y que le permita al directivo un análisis de todas las áreas para visualizar en dónde no está alineada la organización.

Cuando pensamos en las cifras, los indicadores, los reportes, la ejecución, sabemos que detrás de todo están las personas y en algunos casos encontramos a muchas de ellas alineadas con la visión y los objetivos pero que aún así no logran cumplir con los indicadores esperados. Por lo tanto también es un deber de las organizaciones hacer un análisis de las habilidades de cada uno de sus empleados y así definir si tiene los requerimientos mínimos que le permitan tener éxito en su rol. Es ahí donde un buen líder busca también que la organización invierta en la formación de la gente.

Entonces vamos entendiendo que una organización alineada, tendrá directivos que se ocupan diligentemente del día a día de su equipo de trabajo con el fin de ayudarlos a tener éxito en todos sus indicadores, un jefe alineado y exitoso orientará a su gente en torno a la visión, los apoyará en la creación de los mejores planes de acción, acompañará en la implementación de la estrategia y los motivará a estudiar y a querer ser mejores profesionales día a día sin temor de formar a alguien que podría reemplazarlo. Éste líder tendrá claro que esto es lo mejor que le podría pasar; haber desarrollado a alguien que puede hacer las cosas tan bien como él las sabe hacer.