Por: I.A Camilo Echeverri Erk

Al momento de escribir estas líneas vamos para cuatro meses de cuarentena en Colombia para el control de la pandemia de la Covid-19. Dicen que lo peor está por venir, ya que tendremos el pico de contagios a mediados de agosto. Claro está que ese pico lo vienen anunciando desde mayo y, afortunadamente, aún no se ha presentado. Como otros pronósticos en Colombia, esta vez también se “descacharon”.

Todos hemos tenido suficiente tiempo durante el encierro para elucubrar acerca de los orígenes del llamado ‘nuevo coronavirus’, las causas de la pandemia, sus efectos, posibles tratamientos para los contagiados, el momento en que se va a obtener la vacuna y sobre lo que se pudo haber hecho mejor para evitar el desastre. Abundan las noticias falsas en las redes, que sirven de alimento para muchas mentes creativas.

Es fácil criticar las acciones del gobierno y mirar por el retrovisor los errores que posiblemente se cometieron desde que se tuvo noticia del temible enemigo que se estaba incubando en China desde finales del año pasado. En ese momento pocos se imaginaban que el “virus chino”, bautizado así por el mono del copete y bronceado anaranjado, pudiera llegar a nosotros desde tan lejos. Lo cierto es que se convirtió rápidamente en pandemia y sorprendió a muchos países sin la suficiente preparación para enfrentarla.

Pensando en cómo se pudo haber retrasado el ingreso de la enfermedad a nuestro país, y disminuir así su impacto, se me ocurrió que se deberían haber aplicado los principios básicos de prevención y control de enfermedades en plantas. Obviamente, hay una enorme diferencia entre la dispersión de enfermedades pandémicas como la actual y las enfermedades que afectan los cultivos. Vino a mi mente la roya blanca del crisantemo, Puccinia horiana Henn (me sabrán disculpar los especialistas si me perdí del posible cambio de nombre científico en los últimos veinte años). Para la mayoría de los colegas que trabajan hoy en día en el sector floricultor esto puede sonar a prehistoria. Los mayores, para no decir los que nos vamos acercando a la tercera edad, recordamos que la presencia de la roya blanca en nuestro país puso en jaque las exportaciones de crisantemos hacia finales de los años ochenta del siglo pasado. Estados Unidos, el principal mercado de crisantemos, le impuso a Colombia la exigencia de erradicar los brotes de roya blanca y garantizar en lo sucesivo que las flores se exportaran sin esta enfermedad. El convenio ICA – Asocolflores, bajo la supervisión de las autoridades fitosanitarias de Estados Unidos, desarrolló y puso en práctica un exitoso programa de prevención y control de roya blanca que permitió continuar con las exportaciones, dejando una importante lección sobre cómo enfrentar en el futuro otras plagas y enfermedades de importancia cuarentenaria. En los párrafos siguientes voy a utilizar los principios básicos del manejo de enfermedades en plantas, aquellos que se aplicaron para la roya blanca, para tratar de hacer un símil con el manejo de pandemias como la que estamos viviendo. Dichos principios son: evasión, exclusión, erradicación, protección, resistencia, y terapia:

  • Evasión – seleccionar un sitio libre de inóculo, o con un ambiente desfavorable para el desarrollo de la enfermedad:

No es aplicable en el caso de la Covid-19. Tendríamos que habernos trasladado, antes de su llegada, a las pocas cumbres nevadas que nos quedan, y aún no se sabe si el virus también puede subsistir en esas condiciones. Probablemente, moriríamos de frío, antes que por el coronavirus. 

En otros campos sí se han aplicado ampliamente exitosas prácticas de evasión, pero no vienen al caso. 

  • Exclusión – evitar la introducción:

Es, en mi concepto, la medida más importante. Si desde el momento en que la enfermedad fue catalogada como pandemia por la Organización Mundial de la Salud, o incluso antes, se hubiera evitado el ingreso de pasajeros internacionales al territorio nacional, sometiéndolos a una cuarentena previa mientras se cerraban las fronteras, probablemente se habría reducido el número de casos y la propagación de la enfermedad. Pensarán algunos que el costo de una acción como esta hubiera sido demasiado alto. Estoy seguro que hubiera sido muchísimo menor que el que estamos pagando hoy y seguiremos pagando por mucho tiempo.

  • Erradicación – eliminar, destruir o inactivar el inóculo:

Los científicos en todo el mundo están trabajando incansablemente en este frente. Pensar, como con la roya blanca, en erradicar los individuos afectados para evitar la propagación de la enfermedad está obviamente descartado. Desafortunadamente, la selección natural está cumpliendo con esta triste tarea.

  • Protección – evitar la infección con algún producto tóxico o barrera:

Es otra medida fundamental en este caso. Se compone de las recomendaciones que más hemos escuchado de las autoridades sanitarias, y que han sido repetidas hasta la saciedad por el gobierno en frecuentes anuncios y en las ya desgastadas sesiones en la televisión de los últimos 100 días, en las cuales el presidente Duque recomienda: uso de tapabocas, lavarse las manos y mantener la distancia social. Hasta que no se descubran y apliquen las vacunas a toda la humanidad no podremos hacer mucho más. 

Como nota al margen, creo que el presidente ha aprovechado políticamente el “papayazo” que le dio el coronavirus para mostrar el liderazgo y la gestión que le faltaron en sus primeros meses de gobierno. En un escenario sin Covid-19, estaría luchando con otra “epidemia” tan o más grave que esta – el profundo descontento social. Probablemente, sus niveles de aprobación serían mucho más bajos que los actuales. Para utilizar otros de los términos que se han puesto de moda: El presidente se “reinventó” para “aplanar” la curva de las protestas sociales que se iniciaron en noviembre pasado. Si no se aprovecha esta crisis para realizar profundos cambios, el pico de la “epidemia social” llegará más temprano que tarde. Los retos para el presidente Duque en la etapa pospandemia son, a mi parecer, mucho mayores que el actual: reactivar la economía, recuperar el empleo, y comenzar a sanear las lastimadas finanzas públicas. Todo esto en un ambiente de malestar social latente, y de cara a la campaña para la presidencia que ya inició.

Pero volvamos a los aspectos más técnicos del manejo de enfermedades: 

  • Resistencia – usar cultivares tolerantes o resistentes:

Tampoco aplica en este caso, y Hitler, afortunadamente, despareció hace mucho tiempo. Aunque posiblemente quedan algunos líderes que estarán lamentando en su fuero interno no disponer de herramientas de este tipo para hacerle frente a futuras pandemias.

  • Terapia – curar las plantas infectadas:

En este frente es de destacar el enorme esfuerzo que están haciendo el personal médico y paramédico, y las autoridades sanitarias, con el apoyo de los gobiernos regionales y locales, para tratar de salvar a la mayoría de contagiados. No se pueden desconocer los esfuerzos del gobierno para dotar de una mayor capacidad al sistema de salud. Sin embargo, son y serán muchos más los muertos, y el sacrificio de tantas vidas es un costo demasiado alto.

Como en otras crisis que ha sufrido la humanidad, esta también dejará importantes lecciones y pondrá al descubierto grandes necesidades y oportunidades. A mi parecer, una de las lecciones más valiosas es la de la importancia del trabajo en equipo para enfrentar estos desafíos. Al igual que en la campaña contra la roya blanca, la participación del sector privado, apoyando decididamente las acciones de las autoridades y de otras instituciones, está rindiendo sus frutos. Ojalá pudiéramos vivir un escenario de cooperación entre países para luchar contra enemigos comunes como la Covid-19 y amenazas similares en el futuro. No soy muy optimista, dados los liderazgos negativos y erráticos en algunas de las grandes potencias mundiales. Otra gran lección es que el Estado colombiano sí puede realizar más inversión para proteger a los más vulnerables. A este gobierno le tocó por fuerza mayor y esperemos que los gobernantes que tengamos en el futuro lo sigan haciendo y se empeñen en cerrar las enormes brechas sociales que aún tenemos. 

Si el coronavirus nos deja una mayor conciencia individual ganaremos mucho como humanidad. La conciencia individual es la semilla para fortalecernos como grupo. Si disminuye el egoísmo aumentará la solidaridad, y seremos más fuertes y resilientes frente a los desafíos futuros. Como en los cultivos, no se trata de salvar un individuo sino toda la plantación para obtener mejores cosechas. Para esto hay que garantizarle a todos las mismas oportunidades.