Por: I.A. Camilo W. Echeverri Erk
Consultor independiente
Cali, Valle del Cauca

 

La agricultura moderna no es ajena a los avances en la era de la digitalización, en la cual la aplicación de nuevas técnicas digitales está transformando los mercados en el mundo. En ediciones anteriores de esta revista se han ilustrado varios ejemplos de uso de las tecnologías de la información en las actividades de diagnóstico y control de plagas y enfermedades, monitoreo de las condiciones de los suelos, sistemas de control de riego, aplicación de fertilizantes y labores de cosecha y clasificación de productos, entre otros.

La introducción de las transacciones financieras con la moneda virtual Bitcoinen el año 2009 puso al descubierto el potencial de la aplicación de la tecnología subyacente a este innovador medio de pago, el blockchaino cadena de bloques (CB), en muchos otros campos de la actividad humana. Blockchain es una tecnología para la administración y transferencia de datos. La información es dividida en bloques organizados cronológicamente y unidos por medio de técnicas criptográficas. De esta forma se asegura la irrefutabilidad de la información, ya que los datos contenidos en un bloque solo podrían ser modificados editando los bloques posteriores. Esta propiedad permite su aplicación en un entorno distribuido, de manera que la estructura de datos blockchain puede ser considerada como una base de datos pública no relacional, en donde el historial de datos no puede ser modificado. La tecnología de cadena de bloques (TCB) provee una herramienta para asegurar la permanencia de los registros y facilita el compartir la misma información entre todos los actores involucrados. El propósito fundamental de la TCB es lograr consistencia e integridad de la información en un contexto de bases de datos dispersas y descentralizadas. Los sectores de la industria química y farmacéutica, el financiero y de seguros y la agricultura, entre otros, han sido identificados como áreas de aplicación de la TCB con alto potencial.

En el caso de productos del sector agropecuario, los consumidores están cada vez más preocupados por la inocuidad de los alimentos y la sostenibilidad de los sistemas que los producen. El incremento en la demanda de información relacionada con alimentos refleja la necesidad de una mayor transparencia a lo largo de toda la cadena. El mundo exige cada vez más productos de los que se pueda certificar su origen y entorno productivo, lo cual exige procesos de auditoría de certificaciones ejercidos por terceras partes. La información obtenida de estas auditorías es almacenada en papel o en bases de datos centralizadas a un alto costo e ineficiencia y está expuesta a errores, fraude y corrupción, tanto de la información física como la de los sistemas basados en tecnología de información. Se habla del concepto de integridad de los alimentos, haciendo referencia a la legitimidad y autenticidad de los alimentos en su cadena de valor, tanto a nivel físico como a nivel digital. Es aquí donde la TCB se muestra como una alternativa interesante para resolver los problemas relacionados con la falta de confianza entre los actores de la cadena de los alimentos: productores y organizaciones de productores, importadores y exportadores, compañías de logística, organizaciones que manejan estándares de producción (“sellos”), entes certificadores, autoridades sanitarias y de inocuidad y, tal vez el más importante, el consumidor final.

El mundo pasó del internet al “internet de las cosas” y se puede decir que está transitando al “internet del valor” como medio para facilitar el intercambio confiable y seguro de bienes y servicios. Así como fueron pocos los que visionaron el futuro exitoso de Amazon o Google en la era de las industrias “punto com”, no es posible visualizar hoy la influencia de la TCB sobre el mundo digital actual. Vale la pena preguntarse si el uso de estas nuevas tecnologías tiene cabida en un sector económico tan importante, globalizado y dinámico como lo es la floricultura. Aunque las flores no son alimentos (al menos no las que exportamos), sí son objeto de certificaciones ecológicas y sociales que les confieren una alta competitividad en el comercio mundial. Un sistema global de información que funcione sobre la base de la confiabilidad y seguridad para todos los participantes de esta cadena de valor podría ser un factor de valor agregado para esta importante actividad económica.