Cultivo de flores rojas

Por: Maribel Benavides
Esp. Microbiología
Bio-Crop SAS

Cerca de la década de 90 en Colombia, el uso de microorganismos era solo una pequeña idea en la mente de unos pocos soñadores, quienes hablaban de unos microorganismos benéficos que podían aplicarse en campo y que tenían buenos resultados para controlar plagas y enfermedades en los cultivos.

Era evidente que la cultura agrícola estaba arraigada al uso de moléculas químicas, que por décadas habían colonizado el mercado. Se había aprendido la receta diaria para tratar plagas y enfermedades en los cultivos, lo cual hacía casi imposible la posibilidad de darle entrada a los “entomopatógenos”.

Pero la insistencia, la constancia y el empeño diario hablando, capacitando y tocando puertas logró generar la inquietud sobre los bioinsumos, dando inicio a que unos agricultores comenzaran a aplicarlos  en sus cultivos. El problema no era solo lograr que los usaran, era cambiar el concepto general, la forma de aplicarlos, cómo se visualizaba su acción en campo; es decir, la forma de control, porque su efecto y eficacia, además del producto, era el resultado de varios factores, como temperatura, humedad, calidad del agua, etc.

Bacillus thuringiensis fue uno de los primeros microorganismos que se dieron a conocer en el mercado agrícola como un producto eficaz para el control de larvas de lepidóptero, siendo notoria su aceptación, entre los agricultores. Así mismo, entraron en el mercado cepas como Beauveria bassiana, Purpureocillium lilacinum (Paecilomyces lilacinus) y Trichoderma sp. En Beauveria bassiana se destacaba, por ejemplo, una gran capacidad para el control de insectos plagas: un entomopatógeno cosmopolita con un amplísimo rango de hospederos, con una estructura microbiológica muy especial, muy característica, con su colonia blanca, polvosa, de crecimiento y colonización rápida. La patogénesis que B. bassiana inicia por la unión de las conidias a la cutícula del hospedero; estas germinan y penetran para invadir el hemocele. El insecto hospedero muere debido al agotamiento de la hemolinfa causado por la invasión del hongo, así como por una toxemia causada por la producción de metabolitos tóxicos fúngicos. La bassianolida y la beauvericina forman parte de los diversos metabolitos secundarios que produce este hongo y a los cuales se han atribuido actividades tóxicas contra insectos (Feng et al., 1994; Molnár et al., 2010).

De igual manera, cepas como Trichoderma sp, con sus conidias grandes, de crecimiento extremadamente rápido y con gran capacidad de inhibir el crecimiento, la esporulación y la germinación de esporas de hongos patógenos. No solo se utiliza como controlador, sino también como bioestimulante (Guédez, Cañizalez, Castillo y Olivar, 2012). Los hongos del género Trichoderma son capaces de actuar como hiperparásitos competitivos que producen metabolitos antifúngicos y enzimas (Mohammed et al., 2004).

Purpureocillium lilacinum (Paecilomyces lilacinus): Su modo de acción se fundamenta en inhibir los nemátodos en estado adulto; el hongo invade el nemátodo adulto y secreta toxinas, lo que también causa su muerte; en estado de huevo, el hongo rodea los huevos, rompen la capa superficial de la cáscara del huevo con la ayuda de metabolitos exógenos y quitinasa fúngica. Por esto, P. lilacinus ha crecido en su uso de una manera muy positiva.

Imagen 1: NuemocroP wp Nematicida: Así actúa P. lilacinus, se divide en tres fases.

De igual manera el manejo integrado de un cultivo contempla aspectos nutricionales, lo que dio cabida importante a bacterias fijadoras de nitrógeno como Azotobacter chroococcum, Azospirillum brasilense, Methylobacterium symbioticum y Rhizobium sp.  Estos microorganismos juegan un papel importante en el ciclo del nitrógeno. La fijación biológica del nitrógeno es el proceso de captura del nitrógeno de la atmósfera en forma de N2 y su transformación a amoniaco (NH3) y amonio (NH4+). Este proceso permite a los organismos obtener nitrógeno directamente de la atmósfera, para fijarlo a través de sus procesos metabólicos y ponerlo a disposición de las plantas.

Imagen 2: NítroBíol Biofertilizantes: Methylobacterium symbioticum entra en la planta a través de las hojas, aportando un flujo de nitrógeno a la planta.

Estamos en estos momentos despertando a cepas con gran capacidad de solubilizar fósforo como Penicillium janthinellum, que se ha encontrado vinculado a la rizósfera de múltiples cultivos y, a partir de aislamientos, se ha descrito su potencial como solubilizador de fosfatos. Así mismo, ha sido evaluado en diversos cultivos como biofertilizante (Scervino et al. 2010, Wakelin et al. 2007, Ñústez y Acevedo 2005, Pandey et al. 2001).

Imagen 3: Nufosol SC Biofertilizante.

El mundo de las bacterias usadas para el control de enfermedades llegó para quedarse, por eso cuando hablamos de Bacillus subtilis, Bacillus Pumillus, Bacillus amyloliquefaciens, Agrobacterium radiobacter, estamos hablando de microorganismos efectivos, industrialmente importantes. Son bacterias encontradas en el suelo, agua y en asociación con plantas (Arellano y Olmos, 2002). Son bacterias importantes, productoras de enzimas industriales, como amilasas, proteasas y sacarasas, y es en parte por su gran capacidad de secreción de enzimas, que actúan de manera muy destacada y efectiva sobre fitopatógenos.

Imagen 4: Bactrial SC Fungicida – Bactericida: Amplio control de enfermedades fítopatogenas:
A. tumefaciens, Fusarium sp, Botrytis sp, Mildeos Alternaria.

Este avance tan significativo de los bioinsumos en el sector agrícola ha permitido que empresas colombianas se destaquen y sean pioneras con productos de alta calidad. Empresas colombianas con años de trayectoria, que muy seguramente seguirán de la mano con el sector agrícola para proyectarse siempre hacia soluciones biológicas eficientes y de avanzada.

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