Matorrales en los cerros orientales [1]Fotografía tomada de Néstor García, Orlando Vargas, Yisela Figueroa, p. 18 –Introducción-.

 Por: Alfonso Nieto G. ©

Los árboles hacen casas, comidas, bebidas, agua, oxígeno, suelo, fuego, salud, poesía, sueños, vida y también, pájaros y flores…[2]Adaptación libre de “Obreros y soldados vegetales” de El arbolado y la patria de Joaquín Costa Martínez.

Un crecimiento poblacional desbordado con crisis sanitaria 

Hacia finales del Siglo XIX en Colombia, se dan, como se ha dicho, grandes cambios en la conformación del paisaje y del entorno ambiental, la introducción de algunas especies de árboles extranjeros, especialmente eucaliptus y pinos que fueron acogidos por su alta adaptación, rápido crecimiento y generación de sustento material, también tuvo que ver inicialmente con la búsqueda de una mejor higiene y salubridad públicas, y fortalecieron en el diseño de los espacios públicos para el gozo, la recreación y la contemplación de la naturaleza. Estos espacios crecen con mayor posicionamiento en las grandes ciudades de Colombia, y muy especialmente en Bogotá, que como se anotó en la 2ª. Parte de esta aproximación, duplicó su población en la década de 1870-1880[3]Ver Alfonso Nieto G. 2ª. Parte, septiembre-octubre 2021, nota 13, p. 71., conformando un denso núcleo poblacional. En esta 6ª. Parte, se describen diversas situaciones de lo que fue la reforestación de los agredidos e impactados cerros orientales en la recuperación de las hoyas hidrográficas que alimentaban el suministro de agua y su efecto en la salubridad pública de la ciudad, a la vez que muestra el inicio del desarrollo de algunos núcleos sociales que conformarían los sectores populares en los llamados “barrios obreros” y cómo éstos cumplieron un papel importante en los programas de esta reforestación.           

Para los programas de “higienización” de la ciudad, a partir de los múltiples problemas asociados a la mala calidad del agua en Bogotá con la presencia de enfermedades como la fiebre tifoidea, disentería, gastroenteritis favorecidas por los hábitos  sanitarios de los bogotanos y a la llegada masiva de migrantes campesinos de diversas zonas del país por efecto de la violencia y las guerras civiles[4]Daniela Sierra Navarrete, escribe al respecto citando a Guillén Martínez y su libro El Poder Político en Colombia (1979-pág. 146): “El siglo XIX fue un siglo convulso, en el que, como expone … Continue reading, atraídos también por la naciente industrialización, donde la ciudad se convierte en un núcleo de sorpresivo crecimiento poblacional constante, ocasionando el surgimiento de los llamados “arrabales” de la ciudad  que se establecieron en las faldas de los cerros y en las antiguas zonas periféricas como  Las Aguas, Las Cruces y Egipto;  además el surgimiento de las zonas suburbanas de Chapinero, San Diego y San Cristóbal incrementó la densidad de la ciudad[5]Ver Laura Cristina Felacio, p. 27 y Germán R. Mejía, pp. 360-363., pasando de 86.328 habitantes en el año 1907 a 116.951 pobladores en 1912  con un  fuerte aporte de los tres últimos barrios enunciados anteriormente, que contenían una población superior a los 41 mil ciudadanos, de acuerdo con el censo de ese mismo año[6]Ibid. Germán R. Mejía y Pilar Adriana Rey, pp. 21-23..

Un gran problema fue lo que se ha dado en llamar la “compactación” habitacional, donde las condiciones higiénicas para la sana convivencia dejaban mucho que desear:  
“Las llamadas tiendas de habitación, que eran subdivisiones en casas ya construidas comparables con la figura del inquilinato, eran los lugares de vivienda de las clases populares de la época. En barrios como Egipto y Las Aguas estas construcciones eran cada vez más comunes, la cantidad de personas habitando en una sola tienda superaba el espacio disponible y desbordaba la capacidad de las pobres infraestructuras sanitarias del lugar, de forma que ‘por la humedad, la aglomeración de las personas, la mala ventilación y la mugre, [las tiendas] constituyen otros tantos focos insalubres’ [7]Rocío del Pilar Garzón V., p. 14 y ss. Al referirse al término clase, Rocío Garzón aclara lo que el historiador Mejía Pavony definió como pobres en la jerarquización social entre los siglos … Continue reading ‘’

En estas tiendas de habitación convivían familias enteras, padres, hijos y a veces extraños –mujeres y hombres- donde compartían quehaceres y actividades domésticas. Eran espacios por lo general con piso de tierra, sin ventanas y con solamente una puerta que daba directamente a la acera en la calle, sin el adecuado suministro de agua y con muy poca higiene.   

Iglesia barrio Egipto1900– Fotografía Federico Rohr[8]Fotografía recuperada de Secretaría General Alcaldía Mayor de Bogotá.

También eran comunes como uso de habitación, los llamados ranchos, chozas, bohíos o casas pajizas construidas con materiales simples con techo de paja, piso de tierra y muros de adobe o de barro y que se construían en los arrabales, Mejía Pavony cita a Isaac Holton, al respecto:

“…vi la vivienda más diminuta que jamás he contemplado o espero encontrar. Era tan chiquita que yo no hubiera cabido acostado derecho en el suelo; habría tenido que tenderme diagonalmente, y el ancho y la altura eran todavía menores que el largo. Sin embargo, aquí he visto casas más pobres; ésta parecía sólida y tenía una puerta que ajustaba bien y estaba cerrada: era una casa y no una pocilga.[9]Ver: Issac F. Holton, p. 225-226 y Rodrigo Mejía P. p, 377.” 

Y más adelante refiriéndose a una visita que hizo Holton a Monserrate, pasando por la Quinta de Bolivar: “…señala el sendero que va por la orilla del río –San Agustín- en cuyo lado norte hay chozas miserables como las de los esclavos en las plantaciones del sur de los Estados Unidos. [10]Ibid. ”   

La falta de aseo, el adecuado suministro de agua potable, alcantarillado, disposición de basuras, etc.  ocasionó la presencia de cólera, disentería, sarampión, viruela y una epidemia de fiebre tifoidea para el año de 1897, pese a los cuidados preventivos y de profilaxis que hizo la Alcaldía de Bogotá mediante el Decreto 6 de 1897:  

“… deben acatar los habitantes del municipio para controlar la propagación de varias enfermedades infecciosas entre las que se cuentan la fiebre tifoidea, thyfus fever, neumonía infecciosa, disentería y sarampión, señala su forma de propagación, las medidas higiénicas que se deban acatar para evitar su contagio y cuidados especiales que deben brindarse a los enfermos, alimentos, agua y muertos por ellas para controlarlas. Fija multas por incumplimiento de las medidas dictadas.[11]Consultar Alcaldía de Bogotá.

Casa pajiza en el Paseo Bolívar. Revista Cromos, noviembre 1º 1918. Vol.6 [12]Fotografía tomada de Ángela Isabel Rodríguez, p. 48.

Y que al parecer la gran mayoría de la población no cumplió[13]Rocío del Pilar Garzón, p. 55.. Estas situaciones conllevan a que médicos, ingenieros, sociedades de auxilio, científicas, de beneficencia y la administración de la ciudad, hacia finales del siglo XIX y comienzo del siglo XX a cuestionar el estado de salubridad y de la calidad sanitaria de las habitaciones de la gran mayoría de los residentes de la ciudad, en la búsqueda de una capital acorde a la modernidad civilizatoria. Para 1902, mediante resolución, se ordenó a la Academia Nacional de Medicina y a la Junta Central de Higiene, hacer un informe sobre “la calidad y condiciones de las aguas de la ciudad”, donde se concluyó que el agua bogotana estaba altamente contaminada y que su suministro era insuficiente para suplir la necesidad de sus habitantes[14]Consultar María Teresa Gutiérrez, pp. 92-93.

“La primera obra de utilidad pública y que es de la mayor necesidad para el saneamiento e higiene de un lugar es la que se ocupa en la provisión de aguas. Una ciudad como Bogotá, debe disponer de un caudal de aguas abundante, tanto para el uso doméstico como para el público, y uso industrial. Todos saben que no solo un predio, sino una casa, y más todavía una ciudad, no puede llamarse cómoda si no posee un acueducto que satisfaga las necesidades más indispensables, ayudado todo esto de una muy buena distribución[15]Ibid. La autora toma esta cita de El Diario Nacional (septiembre 19,1915)..”

Más agua y libre de contaminación

La falta de agua venía incrementándose desde 1885, al igual que su deficiente calidad. Las fuentes hídricas y de captación de aguas eran las mismas que se establecieron durante la colonia suministradas por los ríos San Francisco, San Agustín, Arzobispo, Tunjuelo, Fucha o San Cristóbal, los arroyos Manzanares y la Peña, además de varios manantiales y a pesar que las sumas de sus caudales parecían ser suficientes para abastecer la ciudad, se presentaban problemas en su encausamiento y especialmente con la contaminación biológica[16]Ver Elías Sánchez Castañeda, p. 57.

Un importante estudio de Cristóbal Bernal en 1911, describe:

“…el agua del San Francisco no es potable y que por tanto es necesario depurarla antes de darla al consumo.

Parece mentira, y muchos lo dudarán, que una agua recién salida de su fuente esté manchada, nazca impura, y á fe que sería difícil creerlo si no fuera por las circunstancias del lugar donde nace; las vertientes de todos nuestros ríos (entiendo los que pueden abastecer á Bogotá), están rodeadas de campos cultivados y moradas humanas, y  sabido es que doquiera vive el hombre contamina el suelo que pisa cuando no con sus excrecencias, con los cultivos ó con las inmundicias de los animales de que se sirve para su manutención ó negocio, y si estas fuentes están atravesadas por un camino público, como sucede con el San Francisco y el San Cristóbal, las causas de contaminación crecen; el valle de un río que está destinado á  suplir á  una ciudad importante del elemento indispensable á  la vida, debe estar exento de toda servidumbre que lo pueda dañar; el día en que la Municipalidad bogotana posea el valle de los ríos  dichos se mejorará el agua y  se aumentará su volumen al regularizarse las crecientes y bajas con la siembra de bosques; cuando esto suceda, Bogotá quedará mejor que ninguna otra ciudad á este respecto, siendo entonces innecesario el tratamiento ó depuración de las aguas.[17] Cristóbal Bernal, p.26. Negrillas mías.

Plano geométrico de la ciudad de Santafé de Bogotá -1791-. Las líneas azules muestran el cauce y los afluentes de los ríos San Francisco y San Agustín. (Archivo Nacional)[18]Tomado de María Paula Rubiano..

En el año de 1899, se calculó que la disponibilidad de agua por habitante de Bogotá era de 42 litros/día, mientras en Europa en algunas ciudades ésta estaba en 185 litros/día per cápita. En ese mismo año un personero de la alcaldía, decía que la falta de agua se debía a la tala de árboles y arbustos en los nacimientos de los ríos, la inspección comprobó que prácticamente los 52 afluentes del río San Francisco podrían desaparecer por las excesivas tumbas que estaban efectuando los dueños de los predios detrás de los cerros de Monserrate y Guadalupe para poder establecer sus cultivos y se propuso tomar agua del río Funza (Bogotá) y/o San Cristóbal. Dentro de las propuestas se planteó: 
 “…convocar a la prensa para convertir en un apostolado el amor a los árboles y la fundación de bosques. También, solicitar al Ministro de Guerra de la época, la plantación de árboles en algo que se podría denominar “Arbor Day Official”, imponiendo a cada militar, según su rango, la tarea de sembrar cierto número de árboles o poner a las compañías a trabajar alternativamente en el asunto, ahorrando así gastos a la administración urbana.[19]Léase Elías Sánchez C. pp. 63 y ss. Negrillas mías.

Y para el año de 1905 por el decreto 221 de la presidencia de La República:

“Invocó en su considerando la disminución del caudal de los ríos Arzobispo, San Francisco, San Agustín y San Cristóbal y el hecho de que era insuficiente para la población de Bogotá. Atribuyó esa disminución a la extracción de cascajo y piedras de los lechos de esos ríos, a la desviación de las aguas para ser utilizadas en riegos, y al desmonte de las cabeceras y partes altas de los ríos. Para corregir estos hechos se prohibió la extracción, motivó la reforestación de una franja de 50 metros a lado y lado de los ríos, y prohibió destruir los árboles, arbustos y malezas de las cabeceras y márgenes de la parte alta de los ríos en mención.[20]Resumen del decreto tomado de la “Tabla 15: Marco jurídico normativo con incidencia en el manejo del agua en la ciudad en la primera década del siglo XX”, realizada por Daniela Sierra … Continue reading

 Tanques del acueducto en el barrio Egipto, 1886  Archivo Sociedad de Mejoras y Ornato de Bogotá[21]En el abril de 1886, Ramón B. Jimeno y Antonio Martínez de la Cuadra, firmaron el contrato para el suministro de agua por tubería a Bogotá y tres años después junto con otros socios crearon la … Continue reading.
Puerta de la Empresa del Acueducto Avenida Circunvalar entre calles 11 y12.

Para tener una idea, Alejando Osorio, anota la baja de caudales de los ríos en litros por segundo en la siguiente tabla [22]Alejandro Osorio O., p.16:

La importancia de los cerros orientales en Bogotá como fuente de suministros materiales y de vida para los residentes de la ciudad, por casi cuatro siglos, muestra su naturaleza agotada con bosques talados, cubierta herbácea desplazada, sus fuentes hídricas aminoradas y contaminadas día a día soportando además, un intenso extractivismo de minerales (carbón, cal, cascajo, arena, piedra, arcilla, etc.); hecho que ocasionó con el crecimiento poblacional de la ciudad una crisis sanitaria, que se veía reflejada en el bajo suministro per cápita de agua que era de muy mala calidad y que sumado a un manejo inadecuado de desechos, favoreció  la presencia de epidemias y la alta mortalidad de sus residentes[23]Al respecto el mismo autor, reporta en la Tabla 3, esta información sobre las enfermedades asociadas con el agua para 1890 en muertes por cada mil habitantes: Enteritis aguda/crónica 10.7, … Continue reading, afectando considerablemente a los sectores sociales menos favorecidos económicamente. Así surge por parte de las élites administrativas de la ciudad la necesidad de construir un acueducto y sistemas de alcantarillas adecuado que llenara las expectativas del crecimiento de la urbe y un programa de reforestación para la recuperación de las hoyas hidrográficas que alimentaban las fuentes hídricas.

Aguateros en el Chorro de Padilla, años 20siglo pasado. Colección Museo de Bogotá
Chorro de Padilla 1912. Empresa Acueducto y Alcantarillado.

En la 3ª Parte, de esta aproximación se habló de “El arribo de un australiano a Bogotá[24]Alfonso Nieto G., noviembre-diciembre 2021, 3ª. Parte, p. 45.”, referido a la introducción del Eucalipto en La Sabana y cómo esta especie es acogida, a pesar de sus detractores, para ser una solución en los programas de reforestación y embellecimiento de la ciudad. Dentro de las amplias discusiones sobre las especies más adecuadas para reforestar los cerros y recuperar las hoyas hidrográficas, se tomó la decisión de permitir la siembra de eucaliptos, junto con pinos de origen norteamericano[25]Los pinos comenzaron a aparecer en el paisaje colombiano aproximadamente hacia la década de los 60´s del siglo XIX. Muy posiblemente Antonio Izquierdo importó o trajo a partir de sus viajes … Continue reading y algunas especies nativas como el árbol loco, cedros, robles y de cobertura como el chusque. Pero antes, el Sr. Antonio Izquierdo uno de los primeros urbanizadores de Colombia y quien formaba parte de la Sociedad de Embellecimiento de Bogotá, hacia 1918, decía haber sembrado en varios de sus extensos terrenos grandes cantidades de diversas especies de eucalipto desde el año de 1894 y prácticamente se consideraba un experto en el trabajo con este árbol y en la reforestación. El Sr. Izquierdo, tuvo contacto y suministro de semillas y plantas con diversos viveros de todo el mundo y con trato directo gracias a sus viajes.  Diego Molina Franco, da un listado de más de 30 viveros con los que tuvo comunicación A. Izquierdo para recibir información y proveerse de plantas. 

Algunos apuntes de interés del estudio de Molina Franco[26]Ver Diego Molina Franco., sobre la visión empresarial y la introducción masiva del eucalipto por parte del Sr. Izquierdo en la ciudad:       

“Fue para mí satisfactorio encontrar tales estudios por haberme dedicado a la plantación de árboles desde el año 1905, introduciendo más de cincuenta variedades de Eucalyptus y pinos que he cultivado con éxito en los alrededores de Bogotá, habiendo vendido terrenos en Chapinero cubiertos de eucaliptus y pinos a más de 20,000 dólares la hectárea. Recientemente vendí al municipio propiedades con una extensión de 1,550 fanegadas [992 has] en las hoyas de los ríos San Francisco, San Cristóbal y el Arzobispo, que he arborizado en gran parte y servirán para abastecer las aguas purísimas que vienen de las alturas a la ciudad de Bogotá” 

“En mi larga experiencia he logrado cultivar algunas variedades de eucalyptus cuya madera permanece enterrada por 40 o más años, conservándose sana. He ensayado también con buen éxito otras variedades de eucalyptus que he sembrado en las hoyas de los ríos que menciono (…) Entre los eucalyptus que he sembrado y que conocí en California para ornato de las calles, recomiendo el Rudis, Callophilla, Fisifolia Lehemani, [sic] y para las calles anchas el eucaliptus Robusta, especie verdaderamente hermosa que se usa con éxito en varias poblaciones de California.”

Serie de fotografías en diferentes épocas que muestran la marcada deforestación de los cerros orientales de Bogotá.

Es claro observar, como en los programas de reforestación para la ciudad se mantuvieron intereses comerciales que fueron abrazados por las relaciones de clase entre los gobernantes y las instituciones administrativas de la época. Importante también anotar, que varios de los “expertos” en suministrar semillas, plantas y árboles lo hacían de forma intuitiva con poca formación científica, se les podría considerar como “aficionados autodidactas con influencia y poder”,  a raíz de esto en diversos debates del Consejo de la ciudad,  se trató el tema de ver cuál era la mejor forma de sembrar y recuperar las hoyas hidrográficas, hubo posiciones encontradas, ya que desde un comienzo los avances con pinos y ocales obedeció al uso múltiple que ofrecían estas especies, que además de brindar ayuda en la recuperación de las vertientes se podía disponer de sus maderas a mediano y largo plazo, para múltiples usos[28]Esta forma de pensar, fue una premisa que mantuvo la élite gobernante de la ciudad por mucho tiempo, al respecto consultar Luis Miguel Jiménez R., pp. 45 y ss..  Laura Cristina Felacio citando a Alberto Portocarrero en un artículo publicado en 1920, anotaba que la Empresa Municipal del Acueducto sembró entre 1918-1920: “73.000 plantas de chusque y 122.025 árboles, entre los cuales se incluyeron 69.189 pinos, 41.247 eucaliptus, 9.669 arbolocos, 1.908 cedros y 12 nogales[29]Laura Cristina Felacio, p. 129” lo que da una idea del surgimiento de implementar una reforestación más diversa. Hacia 1923 la gerencia del Acueducto de Bogotá, consultó la opinión del importante naturalista, el Hermano Apolinar María[30]Nicolas Seiler F.S.C. –Hermano Apolinar María- (Lorena, Francia, 5 noviembre 1867 – Bogotá, Colombia, 24 diciembre 1949). Llega a Colombia en 1904, filósofo y Dr. En ciencias Naturales dedicó … Continue reading sobre la eficacia de la siembra del eucalipto en la recuperación de las hoyas hidrográficas y su informe fue determinante en no recomendar dicha especie por su alto consumo hídrico, proponiendo la siembra de “arbustos y matorrales” o dejar establecer a libre crecimiento una vegetación espontánea[31]-Ibid.. En el año de 1922 se sembraron en las hoyas hidrográficas 437,600 árboles, pero frente a los interrogantes sobre la eficacia de las especies sembradas, el Municipio decide frenar su programa y el gerente escribe una carta al Departamento de Agricultura de Estados Unidos, requiriendo ayuda y consejo; al respecto, el ingeniero Joseph Kittiedge, contestó:

“No se ha podido establecer que haya entre la cubierta forestal y las fuentes de agua en este país ni en otro alguno. Nosotros no nos sentimos competentes en el estado actual de la ciencia para dar a usted respuesta definida a todas sus preguntas. Los estudios hechos hasta el presente son un poco contradictorios en sus resultados” y … “la ventaja del eucaliptus o de cualquier otro árbol, de aumentar el caudal de agua en una hoya hidrográfica es un problema que no está resuelto” (citado de: “La arborización como medio de aumentar las aguas: El sistema parece ineficaz” El Tiempo. 1923, 2 de abril. p 6.)[32]Véase Luis Miguel Jiménez, p.50 y Laura Felacio, p. 130.”  

Finalmente, esto llevó a la administración a aceptar el establecimiento espontáneo de las especies vegetales para consolidar las coberturas y la reforestación en las hoyas hidrográficas que vendrían a conformar los cerros de Bogotá y el adecuado abastecimiento para un acueducto acorde a las necesidades de una ciudad en continuo crecimiento.    

Fotografía que muestra el efecto “desecante” de los suelos ocasionado
por los eucaliptos- Informe Empresa de Acueducto 1924.[33]Fotografía tomada de Luis Miguel Jiménez, p.56, quien refiere que es la foto original, presentada en el Informe del Acueducto al Concejo. Junta Administradora del Concejo de Bogotá. 1924 1er. … Continue reading

Con la compra de los terrenos [34]En la actualidad la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá, es propietaria de 5,600 hectáreas, de las 13 mil que conforman La Reserva Forestal Protectora Bosque Oriental de la ciudad.  para recuperar los afluentes y ríos que vendrían a conformar el acueducto, se definieron y tomaron medidas restrictivas con relación al uso de los recursos, en un comienzo el buscar desalojar a los habitantes que ocupaban las “casuchas” o “chozas”, igualmente a los leñadores, a los productores de ladrillos y artesanos alfareros pobres, que se extendían a lo largo de las riveras y de las faldas de las montañas. Los propietarios de minas y de terrenos, podrían mantenerse mientras tomaran las medidas preventivas para no contaminar las aguas y se comprometieran a no talar árboles y a ayudar en la reforestación [35]Este tipo de medidas se venían tomando a partir de 1850, sin mayor éxito. Ver: Germán R. Mejía Pavony. Nota 101, p.83 y donde anota el comentario “Por Bogotá” publicado en el Correo … Continue reading y se hizo necesaria la presencia de las autoridades para lograr su cumplimiento.

Así se logra una reforestación rápida y masiva de los cerros orientales, apoyados por las relaciones de producción en la ocupación de los mismos, por parte de los considerados “obreros” y sus patronos, como se verá en la próxima entrega…  

Consultas y Referencias

-Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. (s.f.). MIEMBROS HONORARIOS: Nicolas Seiler F.S.C. (Hermano Apolinar María). Visitado junio 28, 2022, en: https://www.accefyn.com/sp/academicos/Nicolas_Seiler_F_S_C_Hermano_Apolinar_Maria.htm#:~:text=El%20hermano%20Apolinar%20Mar%C3%ADa%20se,la%20Universidad%20Naci

-Alcaldía de Bogotá. Documentos para SALUD PÚBLICA: Antecedentes (s.f). Visitado junio 26, 2022.

-Cristóbal Bernal. (1911). Ensayo sobre abasto de aguas para Bogotá. Tesis para obtener el título de Ingeniero Civil. Imprenta Eléctrica. Bogotá. Visitado junio 26, 2022.

-Defensa del Municipio en el Asunto de Aguas. (1905). Aguas del Río San Cristóbal o Fucha. Imprenta Espinosa Guzmán & C.ª Bogotá   

-Laura Cristina Felacio Jiménez. (2016). Por unos cerros saneados y embellecidos: La influencia de la higiene y el ornato sobre la protección institucional de los cerros orientales de Bogotá, 1874-1945. [Tesis maestría]. Universidad Nacional de Colombia –Facultad de Artes-. Bogotá.   

-Rocío del Pilar Garzón Vargas. (2014). La Ciudad Subterránea: Reflexiones de Médicos e Ingenieros sobre la Salubridad Pública y el Alcantarillado de Bogotá. 1880-1910. [Tesis maestría]. Universidad de los Andes –Departamento de Historia- Bogotá. 

-María Teresa Gutiérrez. (2016). Ideología y prácticas higiénicas en Bogotá en la primera mitad del siglo XX. Imprenta Distrital. Alcaldía Mayor de Bogotá D.C. Bogotá

-Issac F. Holton. (1857). La Nueva Granada Veinte meses en los Andes. Ediciones del Banco de la República. 1981. Bogotá

-Luis Miguel Jiménez Ramos. (2011). Unas Montañas al Servicio de Bogotá-Imaginarios de naturaleza en la reforestación de los cerros orientales, 1899-1924. [Monografía de Grado]. Universidad de los Andes –Facultad de Ciencias Sociales: Dpto. de Historia. Bogotá. 

-Germán Rodrigo Mejía Pavony. (2000). Los Años del Cambio. La Historia de Bogotá 1820-1910. CEJA. Bogotá.

-Diego Molina Franco. (2017). Un australiano en Bogotá. Los árboles de eucaliptos y la transformación del paisaje capitalino (1870-1930).  Memorias del XVII Congreso Colombiano de Historia –Historia Ambiental-  10-13-octubre 2017. Medellín, pp.79-93.

-Alfonso Nieto G. (septiembre-octubre 2021). “Hacia una protohistoria de la floricultura -2ª parte-”. Revista Metroflor-agro Edición No.106, pp. 44-52. Bogotá. 

-Alfonso Nieto G. (noviembre-diciembre 2021). “Hacia una protohistoria de la floricultura -3ª parte-”. Revista Metroflor-agro Edición No.107, pp. 66-72. Bogotá. 

-Julián Alejando Osorio Osorio. (s.f). Agua, montañas y ciudad. Los cerros orientales y Bogotá: Abasto de agua y evolución ambiental en el siglo XIX. Visitado junio 2, 2022.

-Pilar Adriana Rey H. (2010). “1890-1910: población y transformaciones urbanas”. Territorios 23, pp.13-32. Bogotá.

-Juan Camilo Rodríguez. (marzo 2012). “Acueducto de Bogotá, 1887-1914: Entre público y privado¨. Credencial Historia. Visitado junio 28,2022, en: https://www.revistacredencial.com/historia/temas/acueducto-de-bogota-1887-1914-entre-publico-y-privado

-Liliana Ruíz Gutiérrez y Esteban Cruz Niño. (2007). La Perseverancia: barrio obrero de Bogotá. Imprenta Distrital. Bogotá. 

-Elías Sánchez Castañeda. (2014). La higiene durante el periodo de la Regeneración (1886-1905): El posicionamiento de los médicos profesionales frente a los empíricos y la población bogotana. [Tesis maestría en historia]. Universidad Javeriana –Facultad de Ciencias Sociales- Bogotá.

-Daniela Sierra Navarrete. (2017).  Narraciones subalternas de agua y montaña en la historia cultural y ambiental de Bogotá (1889 – 1938). [Tesis pregrado Antropología]. Universidad Externado de Colombia -Facultad de Ciencias Sociales y Humana- Bogotá. Visitado junio 23, 2022.

-Julián Vargas y Fabio Zambrano. (1998). Santafé y Bogotá evolución histórica y servicios públicos (1600 – 1957). Bogotá 450 años, retos y realidades. Visitado junio15 2022.
Wikipidea varias entradas

Otras consultas:

-Banco de la República –Biblioteca Virtual- (s.f.). Colección fotográfica; Gumersindo Cuéllar. Visitado, 27 junio, 2022.

-Patricia Bejarano M. (2014). Editora. Historia ambiental y recuperación integral de los territorios asociados a quebradas y ríos en Bogotá (caso Chapinero). Secretaría Distrital de Ambiente, Alcaldía Local de Chapinero y Conservación Internacional Colombia. Bogotá, Colombia. 

-Stefania Gallini, Laura Felacio, Angélica Agredo y Stephanie Garcés. (2014). “Las corrientes de la ciudad: Una historia del agua en la Bogotá del siglo XX.” Environment & Society Portal, Virtual Exhibitions 2014, no. 3. Rachel
Carson Center for Environment and Society. Visitado junio 20, 2022.

-Néstor García, Orlando Vargas y Yisela Figueroa. (2006). Los Cerros de Bogotá y su flora El Acueducto de Bogotá, sus reservas y su gestión ambiental. Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá. 

-José Segundo Peña. (1897). Segundo Informe de la Comisión permanente del Ramo de Aguas. Consejo Municipal de Bogotá. Imprenta Nacional. Bogotá. Visitado junio 26, 2022.
https://babel.banrepcultural.org/digital/collection/p17054coll10/id/1690/

-Revista Diners. (23 octubre 2019). “5 fotógrafos que narraron la historia Bogotá a través de sus lentes”.  Visitado junio 25, 2022.

-María Paula Rubiano. (11 diciembre 2017).  ¿Por qué el río Bogotá se convirtió en una cloaca en tan poco tiempo?.  Blog El Río y El Espectador. Visitado junio 30, 2022. 

-Secretaría General Alcaldía Mayor de Bogotá. (abril 2019). Hoy Como Ayer – Retratos bogotanos –Exposición- Visitado junio 28, 2022.

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Notas al pie

Notas al pie
1 Fotografía tomada de Néstor García, Orlando Vargas, Yisela Figueroa, p. 18 –Introducción-.
2 Adaptación libre de “Obreros y soldados vegetales” de El arbolado y la patria de Joaquín Costa Martínez.
3 Ver Alfonso Nieto G. 2ª. Parte, septiembre-octubre 2021, nota 13, p. 71.
4 Daniela Sierra Navarrete, escribe al respecto citando a Guillén Martínez y su libro El Poder Político en Colombia (1979-pág. 146): “El siglo XIX fue un siglo convulso, en el que, como expone Guillén Martínez hubo dos golpes de Estado, 14 guerras civiles regionales, muchos enfrentamientos locales y nueve guerras generales, de las cuales 9 sucedieron entre 1830 y 1886, periodo en el que se proclamaron siete constituciones”, p. 94 y además, al finalizar el siglo se produjo la guerra más larga y destructiva para la estabilidad económica y social del país, la llamada Guerra de los Mil Días (17 de octubre de 1899-21 de noviembre de 1902). Es indudable, que durante el siglo XIX los flujos poblacionales en las grandes ciudades tuvieron marcadas fluctuaciones hacia arriba o hacia abajo por la búsqueda de contingentes para alimentar todas estas guerras, pero en Bogotá es crucial la llegada de migrantes, donde prácticamente la población se duplica en la década 1870-1880. Igualmente, el censo de 1907 muestra que la población de mujeres en la ciudad es del 60,29%, lo que da una idea clara del problema desestabilizador de la violencia.  Ver también Pilar Adriana Rey, p. 22.
5 Ver Laura Cristina Felacio, p. 27 y Germán R. Mejía, pp. 360-363.
6 Ibid. Germán R. Mejía y Pilar Adriana Rey, pp. 21-23.
7 Rocío del Pilar Garzón V., p. 14 y ss. Al referirse al término clase, Rocío Garzón aclara lo que el historiador Mejía Pavony definió como pobres en la jerarquización social entre los siglos XIX y XX a los indios, mestizos y algunos criollos que desempeñaban actividades de tenderos, artesanos, pequeños comerciantes, entre otras. Al respecto ver obra citada, nota 19, p. 15.
8 Fotografía recuperada de Secretaría General Alcaldía Mayor de Bogotá.
9 Ver: Issac F. Holton, p. 225-226 y Rodrigo Mejía P. p, 377.
10 Ibid.
11 Consultar Alcaldía de Bogotá.
12 Fotografía tomada de Ángela Isabel Rodríguez, p. 48.
13 Rocío del Pilar Garzón, p. 55.
14 Consultar María Teresa Gutiérrez, pp. 92-93.
15 Ibid. La autora toma esta cita de El Diario Nacional (septiembre 19,1915).
16 Ver Elías Sánchez Castañeda, p. 57.
17  Cristóbal Bernal, p.26. Negrillas mías.
18 Tomado de María Paula Rubiano.
19 Léase Elías Sánchez C. pp. 63 y ss. Negrillas mías.
20 Resumen del decreto tomado de la “Tabla 15: Marco jurídico normativo con incidencia en el manejo del agua en la ciudad en la primera década del siglo XX”, realizada por Daniela Sierra Navarrete, p. 120 y ver además: Defensa del Municipio en el Asunto de Aguas.
21 En el abril de 1886, Ramón B. Jimeno y Antonio Martínez de la Cuadra, firmaron el contrato para el suministro de agua por tubería a Bogotá y tres años después junto con otros socios crearon la Compañía de Acueducto de Bogotá. La imagen corresponde al primer acueducto de Bogotá, estos tanques conducían por tuberías de hierro el agua a diferentes lugares de la ciudad, ver Juan Camilo Rodríguez.  
22 Alejandro Osorio O., p.16
23 Al respecto el mismo autor, reporta en la Tabla 3, esta información sobre las enfermedades asociadas con el agua para 1890 en muertes por cada mil habitantes: Enteritis aguda/crónica 10.7, disentería aguda 10.1, fiebre tifoidea 7.8, neumonía 17.5 y tuberculosis 4.5. Ver Alejandro Osorio, p.17. También consultar a Julián Vargas Lesmes y Fabio Zambrano en su interesante y valiosa obra sobre la evolución de los servicios públicos en Bogotá, donde anotan en el Cuadro No. 9: Muertes por fiebre tifoidea –muertes por cien mil habitantes-: 672 en 1905, 260 en 1920, 55 en 1921 y 12 en 1922, esta disminución de la enfermedad se debe en parte gracias a la cloración del agua, que en un comienzo tuvo grandes opositores y los medios escritos dieron en llamar “la tiranía de la higiene”.
24 Alfonso Nieto G., noviembre-diciembre 2021, 3ª. Parte, p. 45.
25 Los pinos comenzaron a aparecer en el paisaje colombiano aproximadamente hacia la década de los 60´s del siglo XIX. Muy posiblemente Antonio Izquierdo importó o trajo a partir de sus viajes semillas del pino californiano (Pinus radiata), conocido en nuestro medio como “pino candelabro” y quizás también, otra especie muy propagada de pino, el patula (Pinus patula) o “pino mexicano amarillo”, originario del sur de California y del norte de México. 
26 Ver Diego Molina Franco.
27 Gumersindo Cuéllar Jiménez (Tinjacá, Boyacá, 1891-Villeta, Cundinamarca, 1958) fue un fotógrafo de la “diversidad”, fotografió naturaleza, arquitectura, retrato, eventos y acontecimientos. Su cámara hizo registros en las ciudades de Armenia, Barranquilla, Bucaramanga, Cali, Cartagena, Manizales, Popayán, Tunja y de Bogotá y sus alrededores en el altiplano cundiboyacense; de donde se tiene su mayor producción. Su prolificidad creativa se extiende de 1928 a 1955.
28 Esta forma de pensar, fue una premisa que mantuvo la élite gobernante de la ciudad por mucho tiempo, al respecto consultar Luis Miguel Jiménez R., pp. 45 y ss.
29 Laura Cristina Felacio, p. 129
30 Nicolas Seiler F.S.C. –Hermano Apolinar María- (Lorena, Francia, 5 noviembre 1867 – Bogotá, Colombia, 24 diciembre 1949). Llega a Colombia en 1904, filósofo y Dr. En ciencias Naturales dedicó su vida a la enseñanza y la investigación. Fundó el museo de La Salle y el herbario de la universidad del mismo nombre. Fue profesor en las facultades de medicina y agronomía y miembro de la Sociedad Colombiana de Ciencias. SOCOLEN, creó el premio de conservación “Hermano Apolinar María”, en homenaje a su extensa y variada obra científica.
31 -Ibid.
32 Véase Luis Miguel Jiménez, p.50 y Laura Felacio, p. 130.
33 Fotografía tomada de Luis Miguel Jiménez, p.56, quien refiere que es la foto original, presentada en el Informe del Acueducto al Concejo. Junta Administradora del Concejo de Bogotá. 1924 1er. Semestre.
34 En la actualidad la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá, es propietaria de 5,600 hectáreas, de las 13 mil que conforman La Reserva Forestal Protectora Bosque Oriental de la ciudad. 
35 Este tipo de medidas se venían tomando a partir de 1850, sin mayor éxito. Ver: Germán R. Mejía Pavony. Nota 101, p.83 y donde anota el comentario “Por Bogotá” publicado en el Correo Nacional, Nº 1829, marzo 5, 1897, p.2: “A nuestro juicio, el único remedio racional y permanente estriba sólo en restituir a los ríos San Agustín, San Francisco y El Arzobispo el antiguo caudal que antes mostraban sus corrientes, lo cual, en opinión de personas entendidas se obtendría en algunos años, mediante determinados trabajos. Si el Municipio expropiase y se hiciese dueño de las hoyas orográficas de tales ríos, en las zonas que demoran al oriente de la ciudad, e impidiese en ellas todo trabajo de explotación de canteras y de bosques, ya se habría dado un gran paso. Además, si en las zonas que nos hemos referido, y en la parte adecuada se sembrasen algunos centenares de miles de árboles y arbustos de pronto crecimiento, se lograría, seguramente, antes de dos décadas, que el caudal de aguas de que hoy goza Bogotá fuese duplicado”. Negrillas mías.