Por: Vidal Arnulfo Romero Pedraza
Periodista y storyteller

Mientras que la vacuna para erradicar el Covid 19 sigue en la incertidumbre, la marihuana medicinal se abre paso como un tratamiento alternativo para reducir los niveles de riesgo de contraer el virus que tiene en vilo al mundo. Y Colombia tiene todo para exportar a gran escala, pero en medio de una lucha entre la burocracia y el desconocimiento.

La conclusión de que la marihuana podría reducir el riesgo de contraer el nuevo SARS-CoV-2, más conocido como coronavirus, fue hecha por la Universidad de Lethbridge en Alberta, Canadá. Esta institución, una de las universidades de investigación más influyentes de ese país, en un informe de 12 páginas explica cómo el consumo de cannabis en gárgaras reduce las posibilidades de que el coronavirus se hospede en el tejido pulmonar y se reproduzca. Además, que podría ser un “tratamiento para usarse en la práctica clínica y en el cuidado casero”. Aunque es muy pronto para afirmar que el cannabis podría evitar que el virus invada el cuerpo, es evidente que la marihuana medicinal cada día se va posicionando más como un tratamiento alternativo a muchas enfermedades sobre las que no hay mucho entendimiento. 

Colombia tiene todo el potencial para convertirse en la droguería del mundo. Sin embargo, el desconocimiento que existe frente al consumo y algo de burocracia ralentizan el proceso. Por ejemplo, para Nataly Florian -creadora hace más de 5 años del emprendimiento de productos médicos a base de plantas medicinales, Medicina Orula- uno de los retos para distribuir los medicamentos a base de cannabis en el país es el “tabú que se le ha creado a la planta por generaciones, por estar asociada a la perdición”, una situación que “hace difícil convencer a las personas de que es una planta medicinal con cientos de beneficios para su salud”. “En mi experiencia con Medicina Orula, casi el 80 por ciento de las personas que comienzan un tratamiento, se entregan a él por los beneficios inmediatos que reciben”- señala Nataly.

Por su parte, para el director ejecutivo de la Cámara Colombiana de Cannabis Medicinal e Industrial –C3–, Cesar Díaz, las dificultades en la distribución también se deben a que la industria del cannabis “es un sector nuevo para los industriales y para el gobierno, pero también para los médicos y para los pacientes”, por lo que impulsa a que se sigan fortaleciendo los canales de “comunicación sobre las ventajas que tiene el cannabis medicinal”. Para Díaz, en Colombia, “hay que hacer mucha pedagogía sobre el tema para que le dé tranquilidad a todas las personas que están involucradas en la cadena de valor de la industria”. Y a la vez, ve con buenos ojos cómo avanza en el país en la reglamentación “que permite no solamente a las empresas participar, sino saber que se tienen los controles necesarios para garantizar que todo está marchando”. Contrario a Nataly, quien no ve claridad en las leyes “ni un incentivo para que las personas que ya tengan sus emprendimientos puedan avanzar”, sumado a que las licencias “son extremadamente caras”. 

El permiso para cultivar en una hectárea está alrededor de 30 millones de pesos, más otros gastos mientras se tramita la licencia, que puede durar entre 6 y 8 meses, siempre y cuando se reúnan los requisitos de ley. 

Pero debemos entender que todo arrancó en 2015, o sea es relativamente nuevo, y que proyecta tener sembradas para 2030 más de 1500 hectáreas y generar más de 25 mil empleos pese al Covid-19. Dos proyecciones que moverían millones de dólares al año. Es por eso que para Nataly, se debe seguir apostando a cumplir esa meta y a fortalecer nuestro país para comercializar interna y externamente, aprovechando que “tenemos unos climas excelentes para la siembra, una descendencia en semilla muy abundante y que no estamos limitados a ciclos de lluvia o de fríos muy largos gracias a nuestra variedad de climas y de pisos térmicos, por lo que se podría cultivar casi que los 12 meses del año”.

Díaz piensa con algo más de cautela, principalmente en lo que se refiere a la exportación. Para él “el comportamiento de los mercados va a afectar las expectativas, pero obviamente por ser un sector con vocación exportadora va a depender en gran medida de lo que pase en el mercado internacional, que hoy, a raíz del Covid-19, está más inestable que nunca.