Por: Vidal Romero
Periodista y Storyteller

Ni la pandemia ni la cuarentena estricta ni las restricciones de movilidad pudieron acabar con el consumo de marihuana en Colombia. Lo mismo pasa en el resto del mundo. La diferencia es que acá es un negocio ilegal que no paga impuestos y, por ende, no contribuye a la economía ni al progreso. 

Es que en el país y en el resto del mundo quedó demostrado que ni la pandemia, ni una cuarentena estricta ni las restricciones de movilidad acabarán con el consumo de marihuana. De hecho, el 22% de las personas de la encuesta señalaron que ahora disfrutan más su consumo. 

En una encuesta que realizó Échele Cabeza y la Corporación ATS entre el 31 de marzo y el 3 de abril de este año, el 25% de los encuestados -1239 personas- dijeron que la sustancia que más han consumido desde que empezó la cuarentena en Colombia ha sido marihuana, incluso por encima del alcohol y el café. Además, el 19% de las personas, quienes nunca habían consumido, decidieron experimentar con la planta en estos tiempos. Y para rematar, el 76% de los que respondieron creen que el consumo seguirá después de la pandemia. Algo muy cierto. 

En los Coffe Shops -las tiendas donde se adquiere- de Holanda- uno de los países pioneros en legalizar el consumo de cannabis recreacional-, por ejemplo, la avalancha de personas deseosas de adquirir los escasos cinco gramos que venden por cliente eran interminables.

Para poner en contexto, un gramo de marihuana en Holanda o en algunos estados de los Estados Unidos donde es legal consumir por diversión está entre 5 y 12 euros -o 6 y 12 dólares-, despendiendo de la calidad. Y donde es ilegal, también en países de Europa o en el resto de los estados de los Estados Unidos, está al mismo precio o un poco más alta. La diferencia es que el gobierno no recibe nada de dinero de ese negocio, que está generando entre $4.200 y $5.200 millones de dólares anuales para quienes decidieron tomarlo en serio. En el caso de Colombia, un gramo está entre 1000 y 2000 pesos. Lo que quiere decir, en comparación, que Colombia es un gran productor con precios bajos que podría exportar con ganancias altas y de paso, brindarles mejores condiciones a los consumidores nativos -y extranjeros- que de por sí han crecido y son muchos, con lo que dejarían de navegar en un mar de ilegalidad, el miedo de que los pille la policía y el riesgo de fumar lo que haya en la bolsa que les pasan sin saber qué es y de dónde viene. 

Actualmente en el Senado de la República hay un proyecto de ley que se radicó el 17 de septiembre del 2019 por un grupo de congresistas que se hace llamar la ‘Alianza interparlamentaria para transformar la política de drogas’. Su idea contempla desarrollar todo un marco normativo para regular el consumo, producción, distribución, comercialización y expendio de marihuana recreativa para uso adulto en el país y fijar un impuesto del cual el 50% se destinará específicamente a garantizar la implementación y diseño de una estrategia para prevenir el consumo. 

Para el senador Gustavo Bolívar, este proyecto pretende “hacer justicia con los eslabones más débiles de la cadena de producción, que son los pequeños cultivadores y el consumidor; quienes son los que persigue la policía”. 

Con base en eso, y que el prohibicionismo ha sido un fracaso absoluto a lo largo de la historia, como nos lo dejó ver la cuarentena y sus restricciones de movilidad, el senador impulsa que la regulación sea el futuro para el país, quitándole poder a los narcotraficantes y cediéndoselo al Estado, que recibiría millones de dólares en impuestos por una planta que a la fecha nos tiene entre el amor y el odio. 

Y aunque parece importante que hay una luz al final del camino, debemos esperar el avance de las legislaciones en el Congreso, que se reactivará el próximo 20 de julio.