Por: I.A. Guillermo Cruz
Especialista Patología Vegetal

Las reacciones fisiológicas que se generan en la planta en su gran mayoría las produce ella misma dada su habitual tasa de crecimiento, el constante intercambio acuoso y las medidas de supervivencia que toma ante situaciones adversas.

El movimiento de hormonas que constituye y estabiliza el balance hormonal en la planta conjugado con los procesos biológicos de respiración y evapotranspiración estimulan los procesos fotosintéticos, la bio-activación de la planta y promueven el crecimiento de los tejidos vegetales.

Los procesos biológicos de respiración y crecimiento vegetal desgastan naturalmente la planta, pero también generan estructuras que a su vez le dan soporte y resistencia en todo su desarrollo vegetativo.

Las medidas de supervivencia que produce la planta ante las condiciones adversas naturales o adquiridas, haciendo todo lo posible por no perder agua y sobrevivir, le generan un estrés fisiológico e incluso físico. Además, en su afán por no perder humedad, genera un proceso de hipersensibilidad fisiológica que produce un sobre-crecimiento vegetal que engruesa la cutícula y mantiene la condición mínima de humedad dentro de los tejidos para, de esta manera, subsistir y sobreponerse a la adversidad.

En condiciones naturales, el balance hormonal propio de la planta la regula fisiológicamente y la mantiene estable para que cumpla sus funciones básicas de sostenimiento, llevándola a tener condiciones adecuadas de desarrollo vegetativo y estados reproductivos. Al cambiar estas condiciones, paulatinamente o de manera abrupta, la planta inmediatamente responde a ello tratando de no dejarse afectar y de superar esta adversidad.

Todas estas respuestas fisiológicas hipersensibles que genera la planta pueden ser de tipo físico o sistémico. En cualquiera de los casos, su función biológica fundamental es adquirir resistencia a verse afectada por condiciones adversas y producir sobre-crecimiento de tejidos vegetales, adquiriendo así mecanismos de resistencia para defenderse tanto de la infección de enfermedades como de la infestación de plagas. 

Cuando se pone en contacto una molécula química, fungicida o insecticida con la superficie foliar o dentro de los tejidos vegetales, este agente hace que se produzcan respuestas fisiológicas por parte de la planta generando procesos de síntesis proteínica y, en algunos casos, de suberización que ocasionan un gran desgaste fisiológico en la planta.

Este desgaste fisiológico no le permite a la planta generar suficientemente los mecanismos de defensa contra el ataque de enfermedades y plagas y es por esto que el control queda solamente para el compuesto químico que se esté aplicando. 

La carga química generada por el uso continuado de ingredientes activos similares y/o del mismo grupo químico puede ocasionar pérdidas de sensibilidad de los compuestos aplicados, afectando la eficacia de control de los mismos.

Cuando se establecen planes de rotación y mezclas con agentes biológicos, con compuestos de origen orgánico o con extractos de plantas, la alta afinidad con compuestos orgánicos de estos productos estimula la hipersensibilidad en la planta, ya sea física o sistémica, dependiendo del compuesto que se esté aplicando. La planta adquiere la capacidad de establecer mecanismos de defensa al ataque de plagas y enfermedades y, de esta manera, facilita el efecto de las moléculas químicas, llegando a recuperar nuevamente la sensibilidad de las mismas.

Es así como la implementación de programas agro-bioquímicos genera tanto procesos de favorabilidad fisiológica a la planta como un mejor desempeño y recuperación de la sensibilidad de las moléculas agroquímicas, haciendo más eficiente el manejo fitosanitario de los cultivos.