Por: Juan Camilo Esguerra, IA, MSc.
“… es de la clase agrícola de donde provienen los hombres más valientes y los soldados más robustos, su vocación es la más respetada, su sustento está más asegurado y es mirado con la menor hostilidad, y los que se dedican a esa búsqueda son menos propensos a ser desafectos”
Catón el Viejo
Con esta afirmación abre Marco Porcio Catón (234-149 a.C.), importante político, escritor y militar romano, su obra “De Agri Cultura”, un tratado acerca de cómo gestionar explotaciones agrícolas en la roma del siglo II a.C. ¿Será que esta obra nos permite pensar en él como uno de los agrónomos más antiguos de los que se tiene noticia?
Como profesional del agro no puedo estar más de acuerdo con Catón y sus palabras me vienen al dedillo para justamente exaltar a los ingenieros agrónomos en su día, porque con su trabajo no solo aseguran su sustento sino el de una población mundial creciente y porque realmente han probado ser unos valientes: lo hicieron durante el oscuro año de pandemia, cuando fueron unos de los pocos que no cesaron su trabajo y gracias a ellos el planeta pudo seguir alimentándose.
Que esta celebración sea entonces un pretexto para escapar de la rutina de los artículos técnicos y comerciales y que se convierta en una oportunidad para seguir ensalzando a estos profesionales con un sencillo, pero simpático texto (espero que así sea) acerca de algunos pocos personajes históricos y ficticios que se han dedicado a la noble profesión de la agronomía.
El primero que quiero traer a colación es el antiguo jefe de estado de la Unión Soviética (1985 – 1991) y ganador del Premio Nobel de Paz (1995), Mijaíl Gorbachov, quien falleció hace pocas semanas. Este señor, para mi sorpresa, además de abogado y economista, fue dos veces agrónomo, y digo dos veces, porque se recibió como tal del Instituto Agrícola de Stávropol en 1967 y, posteriormente, en 2007, el Colegio Oficial de Ingenieros Agrónomos del Centro y Canarias (España) lo nombró agrónomo honorífico de esa institución, como reconocimiento a sus contribuciones para el desarrollo de la agricultura de su nación gracias a la Perestroika: fomentó las cooperativas agrícolas e hizo de esta actividad un pilar fundamental de la economía de la Unión Soviética.
Ante ojos desprevenidos este título honorífico al que se hizo acreedor Gorbachov puede parecer menor, pero jamás ante los ojos de aquellos que amamos el campo, pues ya lo dijo también nuestro querido Catón: “Y cuando elogiaban a un hombre digno, su alabanza tomaba esta forma – buen granjero, buen agricultor – y se pensaba que uno tan elogiado había recibido el mayor reconocimiento.
Pero sigamos en nuestra tarea y para no alejarnos mucho de la desaparecida Unión Soviética, hablemos de Nikolai Streltsof, otro agrónomo de aquella región del mundo y quien antes de la explosión de la Segunda Guerra Mundial trabajaba en la estación de máquinas y tractores de Chernoiarsk, generando riqueza y bienestar para sí mismo y para todo el pueblo de la madre Rusia. Infortunadamente, la guerra lo arrastró a las armas y lo puso al frente de un escuadrón antitanques para defender su tierra del invasor nazi, escuadrón con el que, a pesar de sufrir numerosas bajas, se erigió vencedor repeliendo a las hordas alemanas.
Las aventuras de Streltsof son una obra de ficción titulada “Y lucharon por la patria”, de la pluma del escritor soviético, ganador del Premio Nobel de Literatura de 1965, Mijaíl Shólojov (1905-1984). Se trata de una novela entretenidísima y, desde luego, que el protagonista sea un colega la hace aún más recomendable.
Volviendo al plano histórico, y después de varias búsquedas en la red, parece ser que el agrónomo más relevante de nuestro tiempo fue el señor Norman Borlaug (1914-2009), considerado como el padre de la revolución verde y a quien se le atribuye el haber salvado a más de 1.000 millones de personas de morir por inanición. Borlaug, durante las décadas de 1950 y 1960, promovió la integración y aplicación en la agricultura de conceptos como el uso de variedades de cereales enanos (especialmente arroz y trigo), uso de variedades altamente productivas, uso de fertilizantes y productos para protección de cultivos de síntesis química, mecanización, entre otros, haciendo que la productividad agrícola mundial escalara de manera significativa. Su trabajo le hizo acreedor al Premio Nobel de Paz de 1970.
Por último, quiero que piensen en Jethro Tull, pero no en la banda británica de rock famosa en las décadas de 1960 a 1980 (una de sus canciones más conocidas es Aqualung), sino en el agrónomo inglés que vivió entre 1674 y 1741 y que contribuyó de manera significativa a la revolución agrícola británica del siglo XVIII.
El señor Jethro Tull hizo varios aportes significativos a la agricultura, entre ellos: la invención de una máquina sembradora tirada por caballos, con la que se plantaba la semilla de manera ordenada y eficiente, a la profundidad y distancia correctas, trayendo grandes ahorros y beneficios a los granjeros. Fue un gran promotor de la labranza y frecuente remoción del suelo, empleando tracción animal, para favorecer su aireación, el flujo del agua, el control de malezas y consecuentemente, el desarrollo de las plantas. Por sus investigaciones, propuestas y desarrollo de nuevos implementos, Jethro Tull es hoy considerado uno de los padres de la agricultura científica.
Una descripción detallada de sus métodos y maquinaria para el adecuado desarrollo de los cultivos se encuentra en su obra de 1731: The New Horse Houghing Husbandry: Or an Essay on the Principles of Tillage and Vegetation, por cierto, disponible de manera gratuita en la red.
No me extiendo más, porque sé que su tiempo es limitado, pero no me quiero despedir sin manifestar mi certeza de que nosotros, ingenieros agrónomos, al igual que estos cuatro personajes que he tenido la honra de presentarles hoy, todos los días corroboramos y honramos no solo las palabras de Catón, sino también las de Cicerón (106-43 a.e.c.):
“La agricultura es la profesión del sabio, la más adecuada al sencillo y la ocupación más digna para todo hombre libre”
Cicerón (106-43 a.e.c.)