Por: Camilo Echeverri Erk, I.A.
Aunque no estoy vinculado ya directamente a actividades del agro, me mantengo informado sobre lo que pasa en el sector, tanto en Colombia como en el exterior, especialmente en lo relacionado con los negocios hortofrutícolas de exportación.
Uno de los temas que está en boga hoy en día es el de la automatización de labores que antes requerían de la mano de un ser humano. Son muchos los ejemplos de esto en procesos como la preparación de suelos, el control de arvenses, los controles fitosanitarios, y algunas actividades de cosecha y postcosecha. La escasez de mano de obra para las labores del campo en muchos países ha hecho de la automatización una necesidad.
Con sorpresa encontré en el boletín FreshPlaza del 13 de abril de este año un artículo sobre el uso de un robot para la pulverización automática de productos fitosanitarios en invernaderos de tomate. Esta nota trajo a mi memoria un proyecto de investigación de Asocolflores, el cual se estaba desarrollando con la facultad de ingeniería de la Universidad de los Andes a finales de los años noventa. Para la época yo estaba al frente de la subgerencia técnica de la asociación, donde tuve la fortuna de liderar varios proyectos de investigación y desarrollo. En 2003 me vinculé al departamento de agricultura de los Estados Unidos en la embajada de dicho país en Bogotá, y le perdí la pista a los resultados de los proyectos en mención.
Volviendo al robot (ver foto adjunta), este es un desarrollo de la empresa Automato Robotics de Israel, que produce equipos para la automatización de procesos en invernaderos ‘pasivos’ de producción de tomate. El término ‘pasivos’ hace referencia a que estos invernaderos no tienen ninguna infraestructura que posibilite la automatización de procesos; es decir, son invernaderos comunes y corrientes como los que se usan en muchos cultivos hortofrutícolas – incluidas las flores – en el mundo. Se estima que alrededor del 80 por ciento de los invernaderos que existen, aún son de este tipo. El pulverizador automático está montado sobre una plataforma autónoma similar a la que ofrece esta empresa para la cosecha y polinización en cultivos de tomate, y se usa ya en Israel y España. Aclaro que no tengo ningún interés personal en el tema del robot, ni es este el objetivo central de este artículo.
La remembranza de mi paso por Asocolflores incluyó otros proyectos de investigación, entre ellos el de crear un centro de investigación para la floricultura, tal vez la iniciativa más importante en aquella época. Me pareció que podría ser de interés para algunos lectores compartir algo sobre los orígenes de Ceniflores, el centro de investigación para la floricultura, uno de los programas bandera de Asocolflores hoy en día.
Aunque la idea de tener un centro de investigación para la floricultura en Colombia era un deseo de los asociados a Asocolflores probablemente desde sus inicios, los primeros pinitos se hicieron cuando Ernesto Vélez Koppel, infortunadamente ya desaparecido, siendo el presidente del comité técnico de Asocolflores y miembro de la junta directiva, retomó la idea. La asociación manejaba para ese entonces un presupuesto importante a través de un fondo alimentado por la industria florícola de los Estados Unidos, el American Floral Endowment (AFE). El fondo incluía, entre otros, recursos para fortalecer la investigación e innovación técnica.
Ernesto, socio de Flores Suasuque, tenía una personalidad inquieta y estaba permanentemente en la búsqueda de oportunidades para el fortalecimiento de la floricultura colombiana en varios frentes, especialmente en lo relacionado con el área técnica. Fue un asociado entregado al gremio con gran generosidad, integrante de la junta directiva en varios períodos, y un entusiasta que apoyaba, a través de la asociación, cualquier idea que redundara en el crecimiento y desarrollo de la floricultura colombiana. Además, era un excelente ser humano y un gran conversador. Guardo una enorme gratitud y aprecio hacia Ernesto y su familia, y aprovecho este medio para enviarle un afectuoso saludo a sus integrantes.
Para estructurar el proyecto de la creación de Ceniflores, la asociación contrató como asesor al doctor Santiago Fonseca, quien había sido director del Centro de Investigaciones y Asesorías Agroindustriales de la Universidad Jorge Tadeo Lozano y contaba con una gran experiencia en el tema. Gracias a los contactos de Ernesto y sus buenos oficios, nos reunimos con muchas personas que habían tenido que ver con la creación de centros de investigación para diversos sectores como Cenipalma, Cenicafé y Ceniacua, el centro de investigación y desarrollo para la acuicultura. De esas reuniones salieron algunas importantes ideas para la estructuración de Ceniflores. Cuando me retiré de la asociación la idea estaba aún en su fase inicial de diseño.
No tengo conocimiento sobre los proyectos de investigación que ha desarrollado o adelanta Ceniflores hoy en día. Tampoco sé si la idea del robot pulverizador llegó a feliz término, ni cuál ha sido el progreso en la automatización de labores en el sector floricultor. Lo interesante es que hace casi 25 años ya se visualizaba el potencial de la automatización en la industria florícola colombiana. Competidores como Países Bajos e Israel ya han logrado avances significativos en este frente.