Por: Angélica María Pardo López
Posiblemente algunos de nuestros lectores sepan que me encuentro terminando mis estudios de postgrado en el exterior, específicamente en Chipre. En esta nota les contaré sobre un problema que está en todo momento presente en la mente de los chipriotas: la escasez de agua en el país.
Como sabrán, Chipre es una pequeña isla ubicada en la esquina oriental del Mar Mediterraneo, muy cerca de países como Israel, al sur; el Libano, al oriente; y Turquía, al norte. Aunque Chipre pertenece a la Unión Europea, geográficamente hace parte de la región del Medio Oriente. El país es pequeño pero tiene algunas montañas, una de las cuales (Troodos) alcanza casi los dos mil metros. Comparada con Israel, por ejemplo, la naturaleza de Chipre es mucho más rica y abundante.
Características notables del clima de Chipre son sus altas temperaturas y la crítica situación de estrés hídrico que padece. Los veranos son largos, con una temperatura promedio de 37 grados centígrados durante el mes más caliente y con registros de picos de calor que sobrepasan los 45 grados.
La lluvia es siempre escasa. Hace casi 50 años que las precipitaciones anuales llegan como máximo a los 600 mm. Además, aproximadamente cada cinco años hay serios periodos de sequía; sequías cada vez más prolongadas e intensas. Hay años en los que las precipitaciones anuales apenas sobrepasan los 200 mm (lo que llueve en Colombia en un solo mes). Ciertamente, excepto por los meses de Diciembre a Febrero, el paisaje es marcadamente árido. Los ríos desaparecen durante la mayor parte del año y el verano llega mucho antes de lo previsto. La ropa se seca en la cuerda en menos de dos horas. La gente espera a que llueva y nunca, nunca reniega por la lluvia. En el periódico cada día se registra qué tan llenas están las represas – a principios de mayo de este año, la represa más grande del país alcanza solamente el 17% de su capacidad-. En 2008, después de cuatro años sucesivos de sequía, se vivió una crisis tan importante que el gobierno se vio obligado a importar agua que era traída en tanques desde Grecia por vía marítima, a racionar el recurso y a montar de urgencia varias plantas de desalinización.
El 65% del agua se consume en la agricultura y el resto en el turismo y en los hogares. Los hogares y el turismo dependen de la desalinización del agua, en tanto que la agricultura se abastece del agua de las represas y de los acuíferos subterráneos, fuentes que se explotan más allá de lo que es aconsejable en términos de sostenibilidad. En cuanto a la agricultura, se habla de “agua virtual”, que es el cálculo de la cantidad de agua que se utiliza para la producción de bienes de consumo. En el caso de Chipre, hay preocupación porque la mayor parte del agua del país se ‘exporta’ con las papas, tomates y cítricos que el país produce para el consumo internacional. Por otra parte, la agricultura depende cada día más de las aguas tratadas, lo cual genera preocupaciones relativas a la contaminación del suelo y a posibles repercusiones en la salud humana como consecuencia del consumo de los productos agrícolas. Por lo que toca a los hogares y a la industria, la desalinización del agua marina de la que dependen genera una importante huella de carbono.
Como decía al principio, afortunadamente Colombia es un país cuya situación hídrica es muy favorable. Sin embargo, duele ver que el recurso se gestione con tanta irresponsabilidad. Que el gobierno otorgue licencias para la explotación minera en los páramos es absolutamente inaceptable. Ver las aterrorizantes fotos de ríos colombianos que han desaparecido debido a las actividades extractivas es la muestra anticipada de un futuro tenebroso si no se toman cartas inmediatas en el asunto. El que el río Bogotá haya muerto hace tantos años y que los esfuerzos en su recuperación sean nulos, y que el río Magdalena haya perdido su navegabilidad son solo algunos de los ejemplos básicos del derroche y la inconciencia de nuestro pueblo. ¿Hasta cuándo tanta irresponsabilidad?
Y para terminar: ¿No deberíamos también nosotros hacer cuentas del ‘agua virtual’ que exportamos en forma de minerales?