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Por: Angélica María Pardo López
angelicamaria30@gmail.com

Hace algunas semanas tuve la oportunidad de visitar una pequeña ciudad austriaca llamada Villach. Al llegar a la plaza principal de la ciudad sentí un poco de decepción al ver que en pleno centro se realizaba una obra civil, lo que ocasionaba bastante ruido y dejaba muy poco lugar por donde pasar. Muchos de los almacenes estaban cerrados y, en pocas palabras, la obra se llevaba la mayor parte del encanto de lo que sería una bonita plaza mayor centroeuropea.

Sin embargo, mi decepción cesó rápidamente al enterarme del motivo de la obra. La razón por la que la plaza central de Villach se encontraba en esa situación es que se estaba desarrollando un proyecto que allí ha iniciado hace algunos años: la ciudad esponja. La explicación de qué estaban haciendo y cómo funciona el proyecto estaba expuesto en unas lonas que rodeaban la obra y que ilustraban con palabras fáciles todo el proceso:

La obra consistía en abrir espacio para la plantación de seis nuevos árboles, mejorar el sistema de calefacción de las construcciones aledañas (subterráneamente) y cambiar los materiales y diseño del adoquinado de la plaza. El objetivo de esta obra es que la plaza central sea un lugar mucho más habitable en verano (con árboles que den sombra y con ello mitiguen el calor) y prevenir las inundaciones (estos mismos árboles absorberían una muy buena cantidad de la lluvia en épocas más húmedas).

En efecto, el modelo de la “ciudad esponja” ya se ha ensayado en varias ciudades alrededor del mundo (por ejemplo, en China y en España) y consiste, básicamente, en superar un modelo de ciudad donde el agua se ve como un enemigo y, en lugar de ello, ponerla de nuestro lado. En lugar de caminos impermeables donde el agua que cae se acumula, corre e inunda las ciudades, el nuevo modelo busca que el agua pueda ser absorbida, filtrada, almacenada y reutilizada en las ciudades. Esto se consigue a través de espacios reforestados y reverdecidos, aceras y caminos construidos con materiales porosos y parques inundables. El humedal es un ecosistema fundamental que se recupera en este modelo de la “ciudad esponja”.

Espacio para la plantación de los nuevos árboles. Por mis averiguaciones me pude enterar de que los árboles que se plantarán en estos lugares son árboles jóvenes, de no más de 15 centímentros de diámetro, lo cual es un punto muy importante, porque vano sería todo esfuerzo si de lo que se tratara fuera de desarraigar árboles maduros.

Además del embellecimiento de la ciudad y de permitir que ella pueda ser ocupada por sus habitantes, las cada vez más difíciles condiciones climáticas imponen que este tipo de modelos se consideren e implementen de forma masiva.

Dudo mucho que el alcalde y los responsables del urbanismo en Bogotá hayan escuchado hablar de estas iniciativas, pues lo que veo en mi ciudad es un desprecio por ecosistemas como los humedales – cada vez más reducidos y amenazados-, inundaciones frecuentes, ninguna resiliencia en épocas de sequía, poco o nulo progreso en el desarrollo de parques y zonas verdes, y una ciudad que crece desmedidamente sin incluir dentro de los planes la adaptación al cambio climático y la protección del medio ambiente.

Claro que la ciudadanía también debe ser más activa. Al principio del artículo contaba que la obra en Villach se explicaba en grandes lonas. Después supe también que el proyecto está en su tercera fase, que se ha discutido públicamente con la ciudadanía, en especial con quienes serían mayormente afectados por las obras, y que los habitantes de la ciudad tienen muy claro qué se está haciendo y para qué. Esta es otra de las enseñanzas de la visita a esa pequeña ciudad con la plaza central desajustada y bulliciosa: la importancia de la participación ciudadana. 

Adenda:

Villach progresa no solo implementando el modelo de la ciudad esponja sino también en cuanto a la gestión de residuos. Otras cosas que llamaron mi atención: 1) Ya no se consiguen bolsas plásticas. Incluso en los supermercados, si uno no lleva su propia bolsa, puede comprar una, pero solo las hay de papel. 2) Las botellas plásticas están sometidas a un sistema de depósito, devolución y retorno – es decir que el consumidor paga un precio adicional por el envase, que le es retornado íntegramente con la devolución del mismo -, y 3) el vidrio no solo se separa y se recicla, sino que se separa por colores, para mejor recuperación.

Lo que al principio parecía una obra que quitaba encanto a la plaza central de Villach (Austria) escondía un proyecto innovador: convertir la ciudad en una ciudad esponja. Un modelo urbano que busca transformar los espacios para enfrentar el calor y las lluvias extremas, mediante más árboles, materiales porosos y soluciones sostenibles que ya se aplican en ciudades de todo el mundo.