Por: I.A Liliana Sánchez
Product Manager Colombia Plymag

La idea de la inteligencia de las plantas fue emitida por primera vez por Charles Darwin, al proponer el concepto de la raíz- cerebro en las plantas. Darwin decía que las raíces de los vegetales son un lugar de intercambio nutricional similar a la cabeza de los animales. En la actualidad, a partir del estudio del movimiento de las plantas en el libro de Darwin (1880), el ingeniero agrónomo y doctor en biofísica, Stefano Mancuso -director del Laboratorio de Neurobiología Vegetal de la Universidad de Florencia- propone que además de los cinco sentidos conocidos en otras especies, las plantas cuentan con otros quince sentidos que les permiten medir la humedad de un terreno, detectar la gravedad, reconocer un campo magnético o localizar un gran número de compuestos químicos presentes en el aire y en la tierra. El Dr. Mancuso dice “en las plantas, las funciones cerebrales no están separadas de las corporales, sino que ambas conviven en cada una de sus células”; las describe como “un agente inteligente que interactúa con el mundo a través de su cuerpo físico”.

Partiendo de estos conceptos, “cerebro – raíz” de Darwin y las “funciones cerebrales- corporales integradas de Mancuso“, es claro que si favorecemos el crecimiento adecuado de la raíz y su sanidad, generamos una mayor capacidad de absorción nutricional, anclaje, mejor aireación, relación agua-planta y almacenamiento de fotoasimilados, así como la producción de reguladores hormonales que definen diferentes procesos metabólicos; de manera que a mayor tejido radicular, mejores son las conexiones neurovegetativas de la planta, proporcionando una mejor relación en todos los órganos de la planta.

Si nos centramos en la estructura de formación de la radícula, la raíz crece en longitud a partir del meristemo radical; también crece en diámetro, inicialmente. Este meristemo apical de raíz es protegido por una capa llamada la cofia o caliptra. Hacia la periferia de la cofia se produce una sustancia llamada mucigel que reduce la fricción entre la raíz y las partículas del suelo durante el crecimiento. Esta sustancia principalmente se compone de proteínas y glucoproteínas, que también favorecen el crecimiento de bacterias asociadas y que estimulan   respuestas inmunológicas de la planta. Si la raíz se encuentra en condiciones óptimas de    aireación, humedad, nutrición y libre de patógenos, puede regenerar la cofia cada 7 a 14 días. De no contar con estas condiciones en su estado óptimo, es necesario ayudar al cultivo con una activación fisiológica, mediante el aporte de promotores naturales de auxinas como los   aportados por el extracto del alga Ecklonia máxima.

Las condiciones bióticas y abióticas a las cuales están expuestas las plantas pueden también generar condiciones de estrés, tales como los cambios de estado fenológico propios de la especie, cambios extremos de temperatura, acumulación de sustancias tóxicas derivadas de los agroquímicos y estrés fitosanitario derivado de las afectaciones causadas por plagas. Por tanto, el darle herramientas a la planta para que afronte dichos momentos de estrés de forma natural permite que no tenga que invertir energía y disminuir su potencial productivo para superar condiciones adversas.

Para evitar efectos nocivos del estrés mencionado y permitir a la planta expresar su máximo potencial genético en la actual cosecha, sin agotar el cultivo y dejar reservas para las siguientes cosechas en cultivos de varios ciclos como la rosa, es recomendable implementar un esquema de activación fisiológica que lleve a la planta a producir de manera natural la cantidad de metabolitos y hormonas reguladores fisiológicos que ella necesita en cada etapa fenológica.

De acuerdo con lo anterior, si desde el inicio del proceso de enraizamiento en bancos de propagación podemos generar una masa radicular abundante y activa, aumentaremos la adaptabilidad requerida al momento del trasplante, pues la planta tendrá el potencial de interacción con la solución del suelo. Igualmente, en  esta fase de máximo estrés podemos aportar a su desarrollo suministrándole un balance nutricional, con precursores hormonales  naturales  presentes en las algas  (Ascophyllum nodosum  y Ecklonia maxima)  que  favorecen la producción de citoquininas (división celular) y de auxinas (alargamiento de  raíces  adventicias) así como aminoácidos ahorradores de energía (fenilalanina, ácido glutámico, glicina, triptófano), metabolitos  esenciales para  la osmorregulación (manitol) y asimilación de  los nutrientes (ácido algínico), todo lo cual potencia la respuesta defensiva en las plantas para lograr el mejor rendimiento.

De acuerdo con lo anterior, si desde el inicio del proceso de enraizamiento en bancos de propagación podemos generar una masa radicular abundante y activa, aumentaremos la adaptabilidad requerida al momento del trasplante, pues la planta tendrá el potencial de interacción con la solución del suelo. Igualmente, en  esta fase de máximo estrés podemos aportar a su desarrollo suministrándole un balance nutricional, con precursores hormonales  naturales  presentes en las algas  (Ascophyllum nodosum  y Ecklonia maxima)  que  favorecen la producción de citoquininas (división celular) y de auxinas (alargamiento de  raíces  adventicias) así como aminoácidos ahorradores de energía (fenilalanina, ácido glutámico, glicina, triptófano), metabolitos  esenciales para  la osmorregulación (manitol) y asimilación de  los nutrientes (ácido algínico), todo lo cual potencia la respuesta defensiva en las plantas para lograr el mejor rendimiento.

Desde el departamento técnico de PLYMAG Colombia, proponemos el siguiente plan de bioestimulación en esta temporada de alta exigencia para los cultivos.

Referencias

Mancuso Stefano, Viola Alessandra. Junio 2022. Sensibilidad e inteligencia en el mundo vegetal Revista de la Universidad de México.