Por: La directora

Hace pocos días, un reconocido noticiero nocturno habló de un viaje del presidente Petro al continente europeo y de la propuesta que llevaba a varios organismos multilaterales. La propuesta consiste en renegociar parte de la deuda externa del país a cambio de tomar acciones concretas para proteger el medio ambiente, específicamente el Amazonas. 

La propuesta parece razonable de cara a las urgentes necesidades de conservación que afronta el planeta, pero ¿Cómo puede ser posible una operación semejante? 

El ejemplo más cercano está en nuestro vecino país, el Ecuador, que acabó de hacer una operación de “Canje de deuda externa por naturaleza” con el Banco Credit Suiss. La transacción, en la que tuvieron un papel múltiples organismos, es altamente compleja y, palabras más, palabras menos, se llevó a cabo así: El banco Credit Suiss recompró una deuda que Ecuador tenía con diferentes prestamistas internacionales por más de 1600 millones de dólares. En contraprestación, Ecuador le otorgó un bono de deuda de alrededor de 600 millones de dólares (que deberá ser pagado con intereses, por supuesto). Esto significa que después de firmar esta transacción, Ecuador salió ganando más de mil millones de dólares que no tendrá que seguir destinando al servicio de la deuda externa. Adicionalmente, Ecuador se comprometió a destinar los recursos que se va a ahorrar en proyectos de conservación de las Islas Galápagos, un ecosistema clave en términos de biodiversidad para el mundo entero. La deuda la garantiza en parte el Banco Interamericano de Desarrollo y la asegura totalmente una entidad financiera incluso en casos de default y guerra. De modo que todos los actores salen ganando, pues inclusive el Credit Suiss, dada la difícil situación en la que se encuentra el Ecuador, de no llegar a un acuerdo de este tipo, podría estar perdiendo la totalidad de la deuda.

Semejante esquema se hizo en Belice y Barbados recientemente y, seguramente, es lo que tienen pensado los gobernantes actuales de nuestro país.

Colombia tiene una deuda externa de casi el 50% de su PIB. Esto significa que gran parte de su presupuesto debe destinarse al servicio de la deuda, quedando desatendidas otras áreas de máxima importancia. Sin embargo, en nuestro país y en todas las naciones en desarrollo, que tienen tantos problemas a los que hacer frente, es lógico que los escasos recursos se destinen a sectores que, a pesar de ser tan importantes como la conservación del medio natural, son más urgentes (distribución del ingreso, pobreza, educación, salud, etc.). Ahora bien, una operación financiera como la descrita antes logra asegurar que montos importantes del presupuesto se destinen a la conservación ambiental, haciendo más factible esta misión para países como Colombia y Ecuador, que tienen a su cargo la enorme responsabilidad de cuidar ecosistemas vitales para la humanidad entera. 

Podrá no ser la solución óptima, pero es un buen comienzo que puede funcionar bien para todos los interesados, usted ¿qué opina?