Por: Jorge Enrique Roldán Montoya
Gerente general de Creagro
jorgeenriqueroldan@gmail.com
Soy cultivador de palma africana y mangostino en el municipio de Cumaral, Meta. Cuando inicié el proyecto de la palma en el año 2005 era consciente de que me enfrentaba a una enfermedad limitante: la pudrición de cogollo (PC). En la búsqueda de soluciones conocí al científico agrícola australiano Douglas Laing (q.e.p.d.), quien fuera director del CIAT de Palmira, Valle durante quince años. Una vez pensionado se dedicó a investigar esta enfermedad y otras en el cultivo de arroz.
Con la paciencia propia del maestro me planteó que tenía que proteger el cultivo de ataques de plagas y de enfermedades, en especial de la pudrición de cogollo (PC) mientras los centros de investigación identificaban el agente causal y el tratamiento a seguir. Entonces me expuso su teoría de la protección con calcio para fortalecer las paredes celulares, pero acompañado con silicio. Ambos minerales, calcio y silicio, son a la pared celular como el bloque y el concreto lo son a la pared de una vivienda; y también hacen una sinergia espectacular al momento de tomarlos la planta desde el suelo.
Entendí que era más económico, rentable y beneficioso ser preventivo que curativo, que iba a cambiar en el cultivo unas paredes celulares de “plástico” por unas de “concreto”.
El reto fue encontrar en el mercado una fuente de silicio soluble y asimilable por la planta con fines nutricionales y con el origen pedogénico correcto. Como no fue posible, hubo que desarrollar la tarea; los resultados en campo evidenciaron todo lo reportado por la literatura científica con respecto a los beneficios del silicio en la agricultura. Esta experiencia me motivó a iniciar una especie de “pastoral campesina” con agricultores pequeños y medianos para ayudarles a ser más productivos, sostenibles y rentables y frenar el abandono del campo.
En esta misión me encontré con un agrónomo de agricultura de precisión en un cultivo de maíz industrial en Caicedonia, Valle. Su percepción del silicio en la agricultura fue como una moda que está llegando a Colombia. Impactante. Lo que caracteriza a una moda es su temporalidad: puede durar días, meses o pocos años. Los fertilizantes de silicio se utilizan en cultivos de arroz en Japón desde 1955 para aumentar las producciones de arroz y ahora se aplican ampliamente en países como Corea, China, Estados Unidos y otros. Colombia, con desconfianza, apenas comienza su uso sin que el Icontec haya definido si es un acondicionador de suelos, un fertilizante, un protector sanitario, un bioestimulante o un elemento complementario, lo cual es de vital importancia al momento de solicitar un registro de venta ICA. En Japón (desde 1959), Corea del Sur, Brasil, Perú, Costa Rica y otros países, el silicio es considerado como un fertilizante esencial para la agricultura.
Agricultores y agrónomos dudan que un solo elemento sea capaz de cumplir tantas funciones al tiempo, les extraña que no figure en el vademecum ni en los tratados de fisiología vegetal; y los lleva a pensar que el silicio es una moda en la agricultura.
Aunque el silicio no sea considerado como un elemento esencial y haya sido olvidado por no presentar síntomas de deficiencia específicos, los beneficios de su aplicación están demostrados y llegó para quedarse como una herramienta fundamental para la agricultura sostenible, sobre todo con lo que respecta a cuatro temas relacionados con la sostenibilidad:
- El efecto de control hídrico, la tolerancia a la sequía y a los golpes de calor ante temporadas de altas temperaturas y fuertes sequías, que al parecer van a ser más frecuentes e intensas con el cambio climático. Estudios afirman que se puede reducir el consumo de agua hasta un 20%. Se tendrá que considerar este elemento como un gran aliado para la adaptación de la agricultura al cambio climático.
- Mayor aprovechamiento de los fertilizantes. Está comprobada su eficiencia sobre el balance de los nutrientes (reduce o aumenta su absorción). Aumenta las sinergias, reduce antagonismos, reduce la absorción de elementos que pueden llegar a ser fitotóxicos y reduce los síntomas de toxicidad por metales pesados. Todo esto conlleva a un mayor aprovechamiento de los fertilizantes más sostenible y aumenta la capacidad de las plantas para aprovecharlos.
- Mayor resistencia a plagas y enfermedades. Incorporar el silicio en los planes de fertilización es una excelente estrategia en los planes de manejo integral de plagas y enfermedades. Su acumulación en los tejidos forma una barrera física que protege a la planta de ataques de hongos y diversos insectos. Las dosis a usar de fungicidas e insecticidas serán mucho menores y el impacto ambiental será siempre positivo.
- Mejora del comportamiento postcosecha. Los frutos son más resistentes al transporte y al manejo. Las pudriciones se reducirán y la comercialización será mejor. Ayuda a cumplir las necesidades de conservación post-cosecha que una exportación exige.
Hay especies de plantas principalmente dicotiledoneas que para recibir y utilizar eficientemente el silicio deben poseer internamente estructura receptora muy definida