Por: Angélica María Pardo López
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Recientemente, la Autoridad para la Seguridad Alimentaria Europea -EFSA por sus siglas en inglés- aprobó el grillo doméstico (Acheta domesticus) y el escarabajo oscuro (Alphitobius diaperionus) para el consumo humano. Según la regulación, próximamente será posible encontrar estos insectos en los mercados europeos en polvo, pasta, congelados o secos.
Con estas aprobaciones quedan incluidas en la lista de ‘Alimentos Novedosos’ cuatro especies de insectos: los dos mencionados antes, el gusano de la harina (Tenebrio molitor) y la langosta migratoria (Locusta migratoria), que fueron aprobados en el año 2021. Hay otras ocho especies en trámite.
Las aprobaciones se surten después de que un comité científico haga unas rigurosas pruebas de las que se concluye que el alimento en cuestión es seguro para la salud humana.
Los insectos no solo son seguros, sino que son muy alimenticios. La FAO afirma que los insectos son una fuente importante de grasas, proteínas, vitaminas, fibras y minerales. Por su parte, la prestigiosa cadena periodística alemana Deutsche Welle, afirma en uno de sus documentales que entre el 35% y el 60% del peso seco de los insectos está constituido por proteínas y contiene cuatro veces más Omega 3 que el pescado.
La idea es que la harina de estos nutritivos insectos se utilice en la fabricación de productos como la pasta, el pan, la pizza, las galletas y otros alimentos de consumo común. Claramente, deberán estar adecuadamente etiquetados, especificando el porcentaje de la porción insectil y advirtiendo que podría causar alergia a quienes ya padecen alguna respecto de crustáceos, moluscos y ácaros del polvo.
El consumo de insectos puede ser, verdaderamente, una salida a la encrucijada de la seguridad alimentaria. Puesto que la población mundial sigue en aumento, es necesario producir más comida a la vez que se trata de disminuir la huella ambiental que ello implica. Seguir sembrando inmensas extensiones de tierra para alimentar ganado – que, a su vez, produce una inmensa cantidad de gases efecto invernadero – ya no es una posibilidad. La alternativa a la carne son los insectos.
Los insectos tienen mayor valor nutricional, se reproducen muy rápidamente, no se necesita mucho espacio para su cultivo y consumen mucha menos agua, entre otras ventajas. Además, al ser seres tan diferentes a nosotros, no nos transmiten sus enfermedades, como es el caso de los mamíferos y aves que sacrificamos para nuestro consumo. No menos importante es que, según dicen los expertos, los insectos no poseen las estructuras neurológicas que traducen un estímulo negativo en una experiencia emotiva, con lo cual incluso quienes se niegan a comer carne por motivos éticos (para no generar dolor a otros seres) deberían quedar satisfechos.
Entiendo la reticencia de muchas personas ante la idea de comer insectos. Algunos les tienen miedo y otros les tienen asco. Pero es menos raro de lo que parece: más de 2000 millones de personas en el mundo comen insectos habitualmente, en especial en Asia y en nuestra Latinoamérica.
En lo personal, habiendo comido con deleite hormigas culonas y ají de gusano, la idea de una pasta de escarabajos a la napolitana me parece bastante tentadora. ¿y qué hay de un pan de harina de grillo bien crocante y recién salido del horno? Si me va a alimentar y con ello además voy a contribuir a una producción más sostenible ¿Por qué no?.